04/11/2021
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El obispo emérito de La Vega, en la República Dominicana, Antonio Camilo González, visitó hace unos días Salamanca y quiso agradecer la labor de los misioneros en el mundo durante la celebración diocesana del Domund. “Estamos muy agradecidos de España por los misioneros y sus sacerdotes”, apuntó.
Camilo González quiso compartir con la comunidad diocesana su vínculo con la Iglesia desde niño, recordando su proceso de vocación y su trayectoria, “tengo 84 años y llevo 74 en la Iglesia”. A los 10 años ingresó en el seminario, y como este obispo emérito reconoce, “para mí es una alegría muy grande saber que desde niño soy de Dios”. El próximo 1 de julio cumplirá 60 años de sacerdocio, “y me siento contento y feliz, me siento misionero también llevando el mensaje de Cristo: la catequesis, la eucaristía, los sacramentos y la vida de la Iglesia a mí me encanta”. Porque este prelado tiene claro que su vida “es la Iglesia”.
Este sacerdote es obispo desde hace 29 años. Precisamente, el Papa Juan Pablo II lo anunció como nuevo obispo de La Vega en 1992, durante la misa celebrada en su viaje oficial a República Dominicana con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América. “Mis padres estaban allí y lo pudieron escuchar”, relata emocionado “me alegro de que un santo me anunciara a mí como obispo”. D. Antonio Camilio recuerda que el pontífice “visitó tres veces la isla de Santo Domingo, que precisamente fue la primera Iglesia de América: Santo Domingo, La Vega y San Juan de Puerto Rico”.
El prelado admite que durante toda su vida siempre ha sido misionero, “como sacerdote trabajé siempre en parroquias pobres, en los barrios de Santo Domingo y en el santuario de Bayaguana. Además, reconocía sentirse contento de descender de esos misioneros de España que llegaron por primera vez a la isla.
Camilo González también está en Salamanca para investigar sobre la vida de uno de los obispos de la República Dominicana que era salmantino y mercedario, fray Fernando Carvajal y Rivera, “un hombre de Dios, que se condolía de ver a los pobres y se pasaba por todos los campos misionando”. Para ellos fue un modelo de obispo, “es un gran ejemplo para los obispos dominicanos”.
Por último, en su visita a Salamanca también quiso pedir a Dios por las vocaciones sacerdotales, “y por la santidad de los sacerdotes, para que seamos entregados los obispos, el Papa, la Iglesia, la familia de donde nacen las vocaciones”.