ACTUALIDAD DIOCESANA

28/01/2025

Tomás Durán destaca las oportunidades de esperanza para la Iglesia en la crisis de fe

El vicario general de la Diócesis de Salamanca participó en el foro de evangelización “Ventanas a Dios”, donde analizó los desafíos de la Iglesia en la modernidad y cómo hallar en ellos nuevas vías de esperanza

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

El vicario general de la Diócesis de Salamanca, Tomás Durán, ofreció este lunes, 27 de enero, una conferencia en el ciclo “No os dejéis robar la esperanza”, del foro de evangelización Ventanas a Dios, en la iglesia de San Juan Bautista. En su intervención, con título: “Iglesia de Salamanca, ¿y si nadie esperara nada de ti?”, abordó los desafíos y oportunidades de la Iglesia frente a la modernidad, proponiendo una visión renovadora, llena de esperanza y compromiso con la esencia del Evangelio.

“Solo en ti, Señor, está nuestra esperanza”

Durán inició su intervención recordando las palabras de San Pablo en Romanos 5, 1-5, “Sólo en ti, Señor, está nuestra esperanza”, afirmando que la tribulación no debe llevar al desaliento, sino que puede convertirse en semilla de esperanza pascual. Insistió en que la paciencia y la virtud probada que surgen de la fe cristiana, que brota de una confianza radical en Cristo, conducen a una esperanza que nunca defrauda.

El vicario general destacó un texto de J. Ratzinger, tomado a una entrevista radiofónica realizada en 1968 incluida en el libro: “Abrazar el futuro con esperanza” de Amadeo Cencini, al que calificó como profético. En él,  el papa emérito reflexionaba sobre una Iglesia más pequeña y despojada de privilegios. Según Benedicto, esta Iglesia, purificada por la crisis, emergerá como una comunidad humilde pero espiritualmente fuerte, ofreciendo una “esperanza importante” a un mundo secularizado. Este análisis sirvió como punto de partida para redescubrir en el empequeñecimiento eclesial la pobreza y la kenosis de Cristo, -el despojo total-  para acompañar a una humanidad herida. “Nunca Jesús ha estado más cerca de su Iglesia”, afirmó, recordando las palabras: “No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha querido daros el Reino” (Lc 12, 32).

En esa línea, reflexionó sobre las demandas actuales a la Iglesia. En su opinión, la sociedad valora el patrimonio cultural e histórico de la Iglesia y espera que esta gestione los servicios socio-caritativos, pero “no quieren la sal de la fe”, es decir, un proyecto de sentido trascendente. Para él, esto supone el desafío de revisar la presencia de la Iglesia en el mundo, no solo en su dimensión caritativa, sino también en las estructuras de evangelización cultural.

 Cómo situarse en la modernidad actual

En la segunda parte de su intervención, Tomás Durán profundizó en cómo la Iglesia salmantina puede afrontar la modernidad cultural actual, ante un tejido eclesial cada vez más pequeño y, ante una demografía decreciente de la diócesis. El vicario general subrayó que esta realidad ofrece oportunidades de esperanza e insistió en que debemos “buscar la esperanza en las fuentes”, no encerrando a Dios en nosotros mismos ni apropiándonos de Él, sino siendo puertas abiertas para acoger al mundo.

La crisis de Dios como oportunidad

Durán señaló que la actual crisis de fe ofrece oportunidades inesperadas de esperanza. Citó la riqueza espiritual de Castilla y la teología salmantina del postconcilio como herramientas valiosas para el diálogo con la modernidad. Y señaló que las experiencias místicas, pueden ser una guía para iluminar el presente, recordando a figuras como Teresa de Jesús, Juan de la Cruz y Charles de Foucauld. En este sentido, abogó por fomentar espacios de oración y encuentro donde las personas puedan redescubrir la presencia de Dios.

La crisis de la pastoral eclesial diocesana

El vicario general reconoció que estamos inmersos en una “cultura nueva” que ha generado confusión tanto dentro como fuera de la Iglesia. Habló de un “Babel de lenguas” en los diálogos internos de la Iglesia, donde los distintos lenguajes dificultan la comunicación y el entendimiento. Ante esta situación, señaló que es necesario aprovechar las oportunidades de esperanza: el diálogo con la modernidad, el paso del catecumenado social a experiencias vivas de fe, y el papel de los “buscadores de Dios”

Durán hizo sostiene que es necesario pasar de los “residuos pastorales” —acciones tradicionales que han perdido sentido— a unos “restos existenciales de fe creíbles”, conectados con los buscadores de Dios en el mundo actual. Señaló que el gran reto de la Iglesia hoy es acercarse a hombres y mujeres exculturados de la fe, que aún buscan un sentido trascendente.

Superar el modelo territorial agotado

El vicario general criticó el esfuerzo por mantener el “mapa territorial” pastoral tradicional, describiéndolo como “una tarea agotadora e insostenible”. Y abogó por nuevas formas de organización, como “tiendas de campaña” con medios más sencillos, que respondan a las necesidades reales de los creyentes. Insistió en que es vital pensar dónde las personas han tenido experiencias auténticas de Dios y aprovechar su deseo de lugares de oración y encuentro. También considera que no se debe planificar el territorio eclesial en función del número de sacerdotes disponibles, sino de las verdaderas necesidades espirituales de la comunidad.

Hacia un cristianismo místico

Durán concluyó su ponencia proponiendo un “cristianismo místico” que trascienda los preceptos religiosos de una sociedad confesional y ofrezca una experiencia auténtica de encuentro con Cristo. Señaló que todas las espiritualidades deben ser acogidas, pero siempre contrastadas con la Palabra de Dios, la comunión eclesial, la caridad, la sana psicología, teniendo presente el contexto cultural y con una mirada atenta a los pobres.

Refiriéndose a la idea del “Cristo pro-existente” de H. Schürmann, un Cristo que se da completamente, incluso sin ver los frutos de su entrega, lamentó “que la humanidad se aleje de la Palabra de Jesús”, dejando de lado el tesoro que es su amor. Durán subrayó que, aunque no podemos ignorar la modernidad, es esencial regresar a lo auténticamente cristiano para ofrecer respuestas profundas y transformadoras en un mundo que, más que nunca, busca sentido y esperanza.

Para concluir su intervención, recordó las palabras de San Juan de la Cruz en el poema “El Pastorcico” y la enseñanza de la Carta a los Hebreos (Heb 11, 13), resaltando que la fe requiere, en muchas ocasiones, caminar sin la certeza de resultados inmediatos, pero confiando plenamente en la promesa de Dios.

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