29/09/2019
Jesús al enviar sus discípulos no colocó límites de tiempo simplemente les dijo “id”. La meta de toda comunidad cristiana debe ser consolidar la mentalidad misionera.
Creo que la misión es el paradigma de toda la acción eclesial. Por tanto, hoy, mañana y siempre, somos convidados a un compromiso misionero, como tarea diaria. Llevar el Evangelio en la boca, en el corazón, en las manos, en los pies y en todos los gestos que hablen de amor, cercanía y ternura divina.
Todos los gestos de amor y solidaridad son eficaces para la credibilidad de la experiencia de fe y son notas distintivas de la misión. Lafe si no se traduce en gestos y acciones es una fe muerta (St. 2,17).
La misión se manifiesta en gestos de misericordia que traducen la ternura de Dios. Un Dios que camina a nuestro lado y que llama benditos a aquellos que le dan de beber cuando lo encuentran con sed en el camino, que le lavan las heridas, le dan de comer porque está hambriento, lo visitan porque está enfermo o preso o llorando en la calle….
La Misión hoy -en un mundo tan herido, tan indiferente al sufrimiento y a las angustias que lo dilaceran- es necesario fortalecerla con una vida profunda de oración que coloca a la Iglesia en estado permanente de misión y nos pone en salida con prudencia, audacia, coraje y osadía.