06/02/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Desde este domingo, 5 de febrero, y hasta el día 9, se celebra en Praga la Asamblea continental europea del Sínodo 2021-2024. En este encuentro se va a presentar la Síntesis definitiva de la propuesta de la Iglesia en España para esta fase.
Este texto recoge las aportaciones que han enviado las diócesis, movimientos, congregaciones y distintos grupos en relación al documento enviado por la Secretaría del Sínodo el pasado mes de septiembre. Además, se han incorporado las sugerencias que salieron del encuentro del pasado sábado, 28 de enero, en la sede de la CEE.
La Iglesia en España está representada en este encuentro por el presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Juan José Omella; el obispo coordinador del equipo sinodal, Mons. Vicente Jiménez; el secretario del equipo sinodal, el sacerdote, Luis Manuel Romero; la Hna. María José Tuñón, ACI, como responsable de la Vida Consagrada y miembro del equipo sinodal; y Dolores García Pi, presidenta del Foro de Laicos y también miembro del equipo.
Según se recoge en el documento final que este grupo ha llevado a Praga, “el equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española ha realizado un esfuerzo de síntesis, siendo fieles a las aportaciones recibidas e intentando reordenar las propuestas para integrarlas en el esquema que pidió la Secretaría General del Sínodo, respondiendo a las tres preguntas que se encuentran en el DEC”.
Y aclaran que aunque el tiempo para la reflexión y el trabajo diocesano en esta Etapa Continental ha sido corto y la participación menor que en la fase anterior, “la experiencia y el camino recorridos hasta el momento permiten afirmar que la sinodalidad avanza en nuestra Iglesia, pasando de concebirse como una teoría o un concepto abstracto, a entenderse como una realidad que favorece la comunión”.
Además, subrayan la idea de que el proceso sinodal “no ha llegado a su fin”, sino que este modo de ser Iglesia “debe continuar configurando todas nuestras acciones pastorales para hacer realidad la vocación de la Iglesia, que es la evangelización, el anuncio explícito de Jesucristo”.
En cuanto a las tres preguntas que se planteaban en el DEC. Respecto a las intuiciones que resuenan más fuertemente, y qué experiencias parecen nuevas o iluminadoras. En este documento, sigue resonando con intensidad la invitación a ser “una Iglesia en salida,” en el contexto de la secularización que vivimos en Europa y en España, “o cuál nos lleva a priorizar el Primer Anuncio”.
Destacan como una experiencia novedosa, “la importancia del ecumenismo y del diálogo interreligioso, que amplía el espacio de nuestra tienda, la Iglesia”. Asimismo, se aprecia también el valor de la religiosidad popular y el papel fundamental que debe tener la pastoral familiar, “así como la pastoral de los mayores y ancianos”.
A la hora de hablar de tensiones o divergencias, e interrogantes que deberían abordarse y considerarse en las próximas fases del proceso, la Iglesia en España habla sobre el escándalo de los abusos sexuales: “reconocer el mal causado, reparar a las víctimas, aumentar la protección y avanzar hacia una total transparencia”, como algunos aspectos importantes que hay que seguir cuidando “para sanar esta herida y reconstruir la confianza y la credibilidad de la Iglesia”.
Subrayan como muy relevante el contraste que se expresa en relación con el papel de la mujer: “se manifiesta de modo recurrente el deseo de que se le tenga en cuenta en la vida de la Iglesia, pero en la práctica no está siendo así y está costando mucho avanzar en esta dirección”.
Por otra parte, se reitera insistentemente la escasa participación de los jóvenes en el proceso sinodal y en la vida de la Iglesia. “Nos sentimos interpelados a preguntarnos por el motivo de su ausencia, a aprender a escucharles, a modificar el modo de comunicar el mensaje del Evangelio, que ha de ser creativo, comprensible, integrador y generador de diálogo intergeneracional”.
Por último, en la tercera de las preguntas, se habla de las prioridades, los temas recurrentes y las llamadas a la acción que pueden ser compartidas con las Iglesias locales de todo el mundo. En este sentido, consideran que hay que lograr que la sinodalidad, “cale en nosotros —obispos, sacerdotes, diáconos, vida consagrada y laicos— y en nuestras parroquias y comunidades de referencia la necesidad de caminar juntos, de escucharnos, dialogar y de discernir a la luz del Espíritu sobre las diferentes cuestiones que se nos suscitan”.
La Iglesia en España cree que no se trata de cambiar la misión ni el ser de la Iglesia, “sino de actualizarla, de que cada uno de nosotros la hagamos propia en el momento presente, en función de nuestra condición y responsabilidad y desde una espiritualidad de comunión“. Y para ello marcan un total de siete puntos resumidos en: acogida en nuestras comunidades, corresponsabilidad, papel de la mujer en la Iglesia, los jóvenes, formación integral, diálogo y liturgia.