11/08/2023
JUAN JOSÉ CALLES, SACERDOTE DIOCESANO
La celebración de la JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD vivida en Lisboa ha sido un “paradigma” de la Iglesia sinodal a la que nos está invitando el Sínodo que venimos celebrando, por fases, durante dos años, y que va a tener el próximo mes de octubre una primera concreción del trabajo realizado a nivel diocesano, nacional y continental en la Asamblea de Obispos que tendrá lugar en Roma.
Sí, en Lisboa hemos contemplado con asombro la respuesta de los jóvenes católicos venidos de todos los continentes, respondiendo a la invitación del Papa Francisco para vivir una experiencia eclesial de catolicidad y sinodalidad. ¡Un millón y medio de jóvenes se han dado cita el Campo de Gracia de Lisboa, la ciudad de la luz, para ser transfigurados por Jesús en apóstoles misioneros de la alegría y de la paz. “¡No tengáis miedo!”, les ha dicho el papa Francisco, esta es vuestra hora, la hora del testimonio agradecido y de la esperanza compartida.
Sí, en Lisboa hemos contemplado en qué consiste ser y vivir la sinodalidad en la Iglesia, compartiendo la comunión de sentirnos hermanos de todos, “¡en la Iglesia cabemos todos!”, nos ha recordado el papa, sintiéndonos corresponsable de la vida y la misión de la Iglesia, ¡los jóvenes que se han encontrado en Lisboa son el rostro juvenil de la Iglesia hoy, y el futuro de la Iglesia de las próximas generaciones! Y respondiendo a las necesidades de la misión en la Iglesia de este momento, ¡dos mil jóvenes neocatecumenales se ofrecieron al día siguiente del encuentro con el papa para ser presbíteros, y mil quinientas chicas se levantaron para consagrarse al Señor en diversas vocaciones! ¡Un auténtico milagro de la JMJ de Lisboa 2023!
Sí, en Lisboa se ha visibilizado de forma paradigmática en qué consiste ser una Iglesia sinodal: formada mayoritariamente por el santo pueblo de Dios, joven y muy joven, que camina unidos, en caravana, en comunidad, animado por el bálsamo de la oración y la fuerza de los sacramentos, acompañados por el ministerio pastoral de los presbíteros, hermanos entre hermanos, unas veces delante para abrir el camino, otras en medio para tejer lazos de comunión entre todos, y otras, detrás para animar a los rezagados, y ofrecer el apoyo a los más débiles.
Sí, la peregrinación de la JMJ nos ha brindado la posibilidad de “pasear” por todas las ciudades y pueblos por los que hemos ido pasando la belleza y la alegría de ser Iglesia, la comunidad de los discípulos de Jesús que vive la comunión, participan corresponsablemente y se sientes misioneros del anuncio del Evangelio que trae al corazón del hombre la reconciliación, la alegría y la paz que el mundo no puede dar.
Sí, en Lisboa, junto a nuestro pastor el papa Francisco, acompañados por nuestros obispos y sacerdotes, un millón de jóvenes se han levantado para acudir con premura y diligencia al encuentro con Jesús, que nos sigue llamando hoy a ser sus testigos, que nos envía al mundo entero para prender en el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo el fuego del Evangelio que nos adentra en el corazón de Dios y nos hace experimentar en nuestra vida la novedad del Reino que Jesús ha abierto para todos con su vida, predicación, pasión, muerte y resurrección.
En el Campo de Gracia de Lisboa, las “gracias” que el Espíritu Santo ha derramado en nuestros corazones harán germinar frutos de santidad en la Iglesia para la salvación del mundo.