22/05/2019
Las adicciones rompen la vida de las personas, dejan de ser ellos mismos y se convierten en esclavos de esa sustancia, ya sea el alcohol o las drogas, el teléfono móvil o el juego. En los 15 años de vida de Proyecto Hombre en Salamanca han sido testigos de ello, con nombres y apellidos, altas terapéuticas o abandonos, con sus luces y sombras en el proceso, pero con un mensaje de esperanza y perdón detrás de todo ello. Así lo transmite el presidente de esta organización, Manuel Muiños, sacerdote diocesano que lo puso en marcha y que siempre lo ha asociado a su época de formación y de seminario: “El trasfondo es muy del Evangelio desde un lenguaje laico, ya que esta ONG es aconfesional, pero es próximo cuando hablas de comunidad, de familia, de esfuerzo… y de que la persona por encima de todo, de amor responsable”.
En Proyecto Hombre, añade, “hablamos de perdón y de misericordia, y los grupos de terapia son como auténticas confesiones, pero sin pasar por el confesionario, y las mayores confesiones de mi vida las he escuchado aquí”, subraya Muiños.
A este sacerdote, Proyecto Hombre le ayuda a vivir su fe y compromiso como sacerdote y creyente, “te brinda oportunidades diarias de sentir esa realidad”. Bajo su punto de vista, “todas las parábolas del Evangelio, en esta organización se hacen realidad, con nombres y apellidos, con corazón y ese rostro encarnado de Cristo sufriente y resucitado”. Manuel Muiños cree que en Proyecto Hombre “somos resucitados y resucitadores”, pero mutuamente, “las miserias de los otros son las mías y me sitúan en la realidad, me ayudan a crecer como persona”.
Para él ha sido “un regalo de Dios” asumir esa responsabilidad “y poder estar aquí sirviendo a la Iglesia de servicio”. El balance de estos 15 años para Muiños es “positivo y esperanzador”, en concreto, en relación a la respuesta que han dado, y se muestra preocupado en el presente y el futuro “en el mundo de las adicciones y las dependencias”. Porque como resalta, “no es la sustancia ni la adicción en sí, detrás de ella hay seres humanos con problemas, dificultades, falta de sentido de la vida, vacíos existenciales tremendos…”. En cuanto a los casos actuales, este sacerdote asegura que no disminuyen, “se mantienen”.
Por destacar alguna cifra de todos estos años, calcula que unas 6.000 personas han participado en los diferentes programas que se han ido sumando a lo largo de estos años, “ha pasado por aquí mucha gente”.
Y la sociedad va evolucionando al mismo tiempo que lo hace el mundo de las adicciones, como concreta Manuel Muiños, “antes la destrucción era más visible, ahora es más interna, de madurez personal, antes lo veíamos en la calle y hoy ya no, está de puertas para adentro, donde hay dolor, sufrimiento y violencia”. Y a la adicción de drogas y alcohol ahora se ha sumado la de la tecnología y las ludopatías, “y no son conscientes de ello”.
En resumen, precisa que ha cambiado el perfil del consumo y del consumidor, “aunque el fondo en lo esencial es lo mismo, con sus carencias y dificultades”.
Proyecto Hombre comenzó con el programa de acogida, pero fue creciendo y oferta otros recursos, como el centro de día, la asistencia a domicilio, la prevención, el trabajo con las familias, en la cárcel de Topas… En el ranking de adicciones, hace 15 años sobresalía la del alcohol y las drogas, “pero en este momento ha ganado terreno las ludopatías y las nuevas tecnologías”.
Testimonios de Roberto y Juan Miguel, usuarios de Proyecto Hombre en Salamanca:
* (Puedes leer el reportaje completo en la edición impresa de #Comunidad (708), la revista oficial de la Diócesis de Salamanca).
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