02/04/2020
Ante la actual situación de confinamiento, todos los padres queremos que los niños y adolescentes vivan estos días con la máxima normalidad posible. No es fácil, pues los tsunamis emocionales van y vienen con intensidad, poniendo en riesgo nuestra estabilidad emocional: miedo por los mayores, frustración y rabia por la pérdida de libertad física, tristeza y ansiedad por no poder abrazar a seres queridos y amistades, ansiedad por la pérdida de control, miedo a la crisis económica, miedo al futuro, etc. No podemos elegir no sentir esto, pero sí podemos gestionar lo que hacemos cuando sentimos esto. Por ello, Luis Alberto Mateos Fernández, profesor de Psicología del Desarrollo en la Facultad de Educación de la Universidad Pontificia de Salamanca, comparte algunas pautas orientativas generales que son esenciales para que podamos ayudar a gestionar el tiempo de forma óptima:
Abrigarles bien y abrir las ventanas para que les dé el aire y el sol (para fabricar vitamina D), “como si” estuviesen en un parque. Su tarea es jugar y disfrutar. Las rutinas ya se encargan los padres de mantenérselas.
Con naturalidad, explicarles lo que pasa o alguna explicación que les sirva para no salir (p.ej. con 3 años: “Están arreglando las calles”; de 4 en adelante: “hay un bichito malo que si no nos ve salir se acabará yendo”). Jugar mucho con ellos, especialmente con la imaginación, (ir de aventura por casa, contar cuentos, marionetas, etc.) siguiéndoles a su ritmo. En general, rutinas dirigidas, pero con más flexibilidad.
Explicaciones más realistas del porqué del confinamiento; cronogramas de tareas pero con flexibilidad pues las adultos también necesitamos algo de flexibilidad. Variedad de tareas, incluidas las pantallas, pero con moderación. No reñirles si abusan de las pantallas: ofrecerles con entusiasmo otras alternativas. Por ejemplo, aprovechar para rescatar los juegos tradicionales que compensan la escasez de interacción social (oca, parchís, ajedrez, etc.).
Darles autonomía para la gestión de sus deberes, aunque a veces sean inconsistentes. Evitar culpar, chantajear, etc. La mejor motivación es el diálogo respetuoso, afectuoso, con amor y humor. No olvidar que necesitan red social con las amistades, luego tendrán que usar más las videoconferencias, etc.
Mantener un ritmo de rutinas similar al que se venía haciendo; hacer videollamadas con los seres queridos; tomar el aire; intentar tener un contacto con la naturaleza (aunque sea con documentales); cantar, bailar y tocar instrumentos musicales para expresarse emocionalmente a diario; hacer ejercicio diario; jugar mucho; reír lo necesario; cocinar, pintar, leer y escribir, etc. Soñar con qué haremos después del confinamiento. Si se puede, colaborar con actividades solidarias. Evitar todos los excesos: de pantallas, de pasividad, de información, etc. Sabernos vulnerables y unidos a los otros, paradójicamente, nos hace mucho más fuertes.
Por suerte, los niños tienen mejor resiliencia para adaptarse que los adultos y eso juega a favor de todos. La casa no es una cárcel sino la mejor protección que tenemos para la salud familiar. No nos olvidemos de aplaudir diariamente a nuestros héroes… a nuestros niños, adolescentes … y a nosotros mismos.
Por otro lado, el Servicio de asistencia psicológica sanitaria de la Universidad Pontificia de Salamanca ha abierto una ventana de atención a la sociedad salmantina atendida por terapeutas a través de videoconferencia y previa solicitud a través del correo saps@upsa.es.