07/05/2020
Don Ángel Rodríguez era natural de Vecinos e hijo de maestro. Fue coadjutor de San Juan de Sahagún y también coadjutor de San Pablo, y, más tarde encargado de esta parroquia.
Fue además profesor en el Seminario, de Filosofía y de Dogma en Teología en el Seminario Mayor, en la tradicional línea escolástica de la época. También fue profesor en el Instituto Lucía de Medrano. Fue nombrado canónigo en 1969. Censor de oficio en 1972 y deán del Cabildo Catedral en 2004, estando en esta presidencia 10 años.
Tenía muy acentuado su sentido sacerdotal y diocesano, y, un estricto y muy fiel servicio a la Catedral. Siendo deán del Cabildo se abordó, con la colaboración del Ayuntamiento, la actuación sobre la Torre de la Catedral Nueva y también la celebración del V Centenario de la misma. También, la restauración de las salas capitulares y el cambio de visitas turísticas a la Catedral, consiguiéndose el fondo económico que necesitaba la Catedral.
De un carácter muy personalista y bastante cerrado, le gustaba hacer las cosas ajustándose estrictamente a su entidad. Era coloquial y cercano, pero con la retranca de quedar resguardado y seguro el contexto eclesial de las cosas.
Debido a su salud, delicada, dejó de asistir a la Catedral y al Cabildo, quedando en un cierto aislamiento cercano a la parroquia de Sancti Spiritus. Últimamente, fue a residir a Calatrava, donde siguió su misma línea. Conservó sus facultades hasta el último momento, detallando su voluntad para las actuaciones post mortem en el sentido acostumbrado.
Descanse en paz.
En pleno confinamiento, una llamada telefónica me puso al corriente de una muerte, una más, de las que estos días son noticia en nuestro mundo y en particular en nuestra diócesis. Mi querido y admirado don Ángel Rodríguez había fallecido.
En ese momento pasaron por mi mente algunos de los momentos que compartí o compartimos con él. Me acuerdo de los cafés que tomábamos los que los domingos acudíamos como acólitos a la Catedral, me refiero a José Manuel Casado, Coque Arce y el que esto escribe.
En aquellos momentos nos considerábamos unos privilegiados. Nos juntábamos con canónigos como don Gabriel Pérez, don Victoriano García, don Ángel Galindo, don Francisco García, don Marciano Sánchez, don Ángel Rodríguez, …
Lo que allí escuchábamos, lo que allí se hablaba, no se nos olvidará en la vida. D. Ángel, aunque de vez en cuando nos contaba anécdotas pasadas, como cuando fue coadjutor de San Juan de Sahagún con el célebre don Santos, o sobre el incendio del Colegio de Calatrava, nos daba pruebas todos los domingos de que vivía la Catedral, que amaba la Catedral.
Recordamos que siendo nombrado deán de la misma, las pérdidas económicas amenazaban la institución. Él, con la ayuda de algún canónigo más, y la incomprensión de algún compañero de la diócesis, convirtió la Catedral en el sitio más visitado, y nos mentalizó que tenía que ser el primer lugar de la pastoral de la diócesis, detalle este que se olvida.
Don Ángel: los tres laicos que le acompañaban a tomar el café no le olvidaremos. Creo que Dios Misericordioso le oirá, como nosotros, hablar del pasado, presente y futuro de nuesta Catedral, nuestra diócesis o de los obstáculos que tienen nuestras creencias en el mundo actual.
Nosotros le aseguramos, que como a los que estuvieron en aquellas tertulias y ya fallecieron, le recordaremos con nostalgia; pero su recuerdo nos ayudará para hablar, con algo de pasión, que aprendimos de ustedes, de la Catedral. El Señor, no dudo, nos ayudará a seguir su ejemplo.
Amigo y maestro don Ángel descanse en paz.