14/03/2024
JOSÉ ÁNGEL ÁVILA, RECTOR DEL SEMINARIO DIOCESANO DE SALAMANCA
Quiero invitar a la comunidad diocesana a mirar este momento difícil de escasez vocacional como un momento de gracia y una oportunidad para nuestra propia conversión personal y pastoral.
En la Cuaresma estamos contemplando a un Dios que no abandona a su pueblo a pesar de su infidelidad, sino que renueva constantemente su alianza (Jr 31,31). Y es en el misterio de la Pascua de la muerte y resurrección de Jesucristo, donde Dios establece una nueva y definitiva alianza con su pueblo, mostrando en la entrega de su Hijo en la cruz un amor único, desbordante, apasionado, incondicional y fiel. Y no tengamos duda de que Dios no se cansa de venir a nuestro encuentro permanentemente para mostrarnos su amor, y por eso sigue llamando a algunos al ministerio sacerdotal para que sean signo de Jesucristo, Buen Pastor, que continua cuidando a su rebaño cumpliendo la promesa de permanecer con nosotros hasta el fin del mundo (Mt 16,20).
Nuestro Dios, movido por el amor que nos busca y no nos abandona, pide, no obstante de nosotros la oración y la conversión para que sea posible que algunos escuchen la llamada y respondan a la misma.
Por un lado, desde el lema de esta campaña “Padre, envíanos Pastores”, se nos invita a rezar sin desfallecer, cumpliendo el mandato de Jesús de orar (Lc 10,1-12). Para ello, hemos enviado unas peticiones a todas las parroquias y a los monasterios de vida contemplativa, para que, cada día, en la liturgia de las horas, en la eucaristía y, en especial, en los Jueves sacerdotales en la adoración, y el domingo, se rece intensamente al Señor de la mies para que envíe sacerdotes a nuestra diócesis.
Por otro lado, la conversión personal de los sacerdotes es necesaria para mostrar la belleza de esta vocación desde el testimonio de una vida que haga más transparente la presencia de Cristo, el Buen Pastor, que sigue llamando con su Palabra, apacentando con los sacramentos y conduciendo al Pueblo de Dios, desde una vocación de servicio y entrega incondicional a la Iglesia.
También necesitamos una conversión de nuestra pastoral situándola en “modo primer anuncio y discipulado” para que nuestras comunidades parroquiales sean capaces de engendrar cristianos, de donde puedan surgir más fácilmente vocaciones sacerdotales. Esto no es simplemente un sueño o deseo sino que ya es una realidad que se está dando en tantas parroquias de nuestra geografía que están apostando por nuevas experiencias de evangelización, en donde florece la vida cristiana y surgen vocaciones. ¡Apostemos en la Diócesis de Salamanca por una nueva evangelización!
Pidamos al Padre, en la campaña del Seminario de este año, no sólo por nuestro seminarista, los formadores y por las vocaciones sacerdotales sino también por los sacerdotes y todo el pueblo de Dios que camina en la Diócesis de Salamanca. Que Él encienda en nuestros corazones el ardor apostólico para que podamos emprender juntos nuevos caminos de evangelización.
José Ángel Ávila, rector del Seminario Diocesano San Carlos Borromeo
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