25/01/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
La piedad de la parroquia de San Pablo, Nuestra Señora de las Angustias, ha recuperado su policromía original, del siglo XVIII. La talla está atribuida a José de Larra Domínguez, y pertenece a la Congregación de Nuestro Padre Jesús Rescatado, quien puso en manos de la restauradora, Isabel Pantaleón, su recuperación.
En un primer momento, la imagen llegó a su taller para realizar tareas de limpieza superficial, “sobre todo la zona de abajo estaba con mucho polvo, y grasa, que viene de cuando se va tocando con las manos la talla”, señalaba Pantaleón en la presentación de la restauración.
Nuestra Señora de las Angustias también presentaba algunas grietas pequeñas que han sido eliminadas, que según el hermano mayor de la Congregación de Jesús Rescatado, Emilio Sánchez Tabernero, “puede deberse al peso de la Cruz que lleva la imagen en su espalda”.
Cuando Isabel Pantaleón comenzó la limpieza, en la parte del manto comprobó que era más complicado porque tenía varias capas de pintura por debajo: “No era normal que una policromía se fuera tan fácilmente con cualquier tipo de material, y consultando con Emilio, el hermano mayor, me dijo que siempre se ha hablado de que la Virgen estaba repintada”.
Entonces decidieron realizar unas catas, “en una zona muy escondida”, y fue cuando aparecieron dos policromías, como relata Pantaleón, “una un poco más rojiza, y debajo, que era la más antigua, estaba la de color malva”. Para decidir si se recuperaba la policromía original, la Congregación creó una comisión específica para tomar la decisión más adecuada, y tras deliberar, “todos estuvieron de acuerdo en que se hicieran las catas por toda la superficie para ver cómo se encontraba esta pintura”.
Y al ver su excelente estado de conservación por toda la talla, tanto en la túnica como en el manto, o en el interior del mismo, de color verde-agua, “se decidió seguir con la eliminación de los repintes”, matiza la restauradora. Este proceso ha sido bastante laborioso, desde que Nuestra Señora de las Angustias llegara al taller en el mes de julio, a golpe de bisturí y muchas horas de precisión.
En el manto fue más sencillo, como argumenta Isabel Pantaleón, pero algo más complicado en la túnica, “al haber dos tipos de repinte”, pero como ella misma admite, “fue cuestión de tiempo y de echarle horas, y poco a poco se fue eliminando capa a capa”. Esta restauradora reconoce que la persona que realizó los repintes (uno de ellos en 1927, como dejó escrito en la peana), “había sido muy meticuloso porque había llegado hasta las zonas más internas para que no se notara nada el repolicromado”.
En la parte de la carnadura se ha hecho una limpieza del polvo, y también se ha eliminado el repinte de las rocas de la talla, “porque mucho de los volúmenes estaban tapados por masillas”. En cuanto al resultado, Pantaleón considera que ha sido bueno, “se le ha quitado el aspecto tan oscuro que tenía, y una policromía que no se correspondía con la datación de la obra, y así ha recuperado su aspecto original”. Como argumenta la autora de la restauración, ahora se aprecian mucho más los pliegues de las vestiduras, “y ha salido un azul en el manto espectacular”.
Por último, Isabel Pantaleón aconseja que no se toque con las manos la imagen, “comprendo que a todos se nos van las manos porque tenemos mucha devoción, y que si no la tocamos parece que no hablamos con ella de la misma manera, pero hay que intentar no tocarla, orar ante ella y verla, y pensar que tiene que quedar para generaciones futuras”.
Por su parte, el hermano mayor de la Congregación de Jesús Rescatado, Emilio Sánchez Tabernero, reconocía que la imagen de la Virgen en un principio salió de la parroquia de San Pablo para realizar una limpieza y eliminar unas pequeñas grietas, pero una vez en el taller quisieron comprobar si se conservaba su policromía original. “Quisimos ver qué había debajo, porque toda la vida he escuchado que la virgen por debajo era roja y tenía curiosidad”, admite.
Y para Sánchez Tabernero la sorpresa fue que apareció debajo un color malva que nos pareció importante recuperarlo. “Pero el proceso ha sido largo porque algo tan importante lo tienen que aprobar todos los hermanos de la congregación, y para eso se creó una comisión y se convocó una asamblea extraordinaria“, explica. Además, desde el primer momento se puso en conocimiento del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico a través de su responsable, el sacerdote, Tomás Gil.
Al igual que la restauradora, el hermano mayor de la congregación reconoce que ahora se aprecian mucho más los detalles del manto y la túnica, “y lo único que ha quedado y no es original es la cenefa del manto porque creemos que resalta más los colores”.
El director del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, Tomás Gil, recuerda ante la obra ya restaurada, la importancia de contar con profesionales como Isabel Pantaleón, con mucha experiencia en este campo, y de contar con este servicio de la Diócesis de Salamanca para el acompañamiento y asesoramiento a la hora de recuperar una obra. “Y así lo hemos comunicado tanto a cofradías, como parroquias, movimientos u órdenes religiosas, que estamos para acompañar y asesorar, aunque después la última palabra la tienen sus los responsables, pero nosotros ayudamos a tomar el criterio más acertado de restauración”.
Asimismo, indica las influencias de esta talla con una pintura que se encuentra en la iglesia de La Purísima en la parte superior del altar mayor, realizada por José de Ribera, “que tiene la misma disposición, con las piernas flexionadas de Cristo, y la cabeza vuelta hacia arriba”. Y al igual que la de la parroquia de San Pablo, en el cuadro, “María también se coloca de perfil, con esa mano que señala al costado abierto de Cristo, y la otra, con ese detalle tan precioso de meter su mano debajo de la de Cristo, en una imagen tierna de maternidad”.
Este responsable del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico asegura que esta imagen está hecha para la contemplación y para la evangelización.