02/01/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, presidió este lunes, 1 de enero, la eucaristía de la solemnidad de Santa María Madre de Dios y de la Jornada Mundial de la Paz, en la Catedral Vieja. En su homilía recordó “el gran regalo que es el Niño Dios hecho hombre por nosotros, el Príncipe de la Paz, que nos ofrece y regala su misericordia y amor”.
El pastor de la Diócesis de Salamanca inició su predicación con una cálida felicitación a los fieles presentes en el templo. Don José Luis expresó un deseo convertido en oración, invitando a todos a recibir el nuevo año con la confianza en la bendición divina. Citando el salmo 66: “El Señor tenga piedad y nos bendiga”, y la primera lectura del libro de los Números: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”.
“Pedimos que Dios nos proteja, nos sonría, se fije en nosotros con cariño y nos conceda su favor y su paz”, manifestó el obispo al tiempo que pidió al Señor la bendición para todos: parroquias y comunidades religiosas, presbíteros, familias,… y especialmente, para los más pobres y necesitados.
Mons. José Luis Retana recordó el significado de esta solemnidad con la que se inicia el año, Santa María Madre de Dios, que es celebrar “la gracia de la maternidad divina” y presentar a la Virgen como “modelo de vida cristiana”. Destacó la constante apertura de María a la voluntad de Dios, invitando a la asamblea a adoptar su misma actitud y seguir el plan que el Señor “ha soñado para cada uno de nosotros”, un plan que conduce hacia “la plenitud” y “la alegría”. El obispo subrayó la importancia de vivir con fe, esperanza y caridad, siguiendo el ejemplo de María, la primera discípula de Cristo.
Antes de concluir y refiriéndose a la Jornada Mundial de la Paz que se celebraba conjuntamente ese día, Mons. Retana reflexionó sobre la responsabilidad de promover activamente la paz. “Sólo tenemos paz cuando la promovemos. Debemos ser personas que trabajan por la paz”, manifestó.
También recordó la importancia de no desperdiciar el tiempo, animando a convertirlo en “un don para los demás”, empleándolo para “amar, servir, crecer, sembrar paz y felicidad”. Afirmó: “el Señor nos regala un año nuevo”, y sugirió propósitos para este 2024, como dedicar más tiempo al encuentro con Dios, fortalecer la vida interior y un mayor compromiso en el seguimiento de Cristo. Además, alentó a compartir momentos con la familia y los amigos, con el objetivo de “hacer felices a los demás”, contribuyendo así a construir “a nuestro alrededor un mundo más humano y habitable”.
El pastor diocesano finalizaba su predicación invocando la bendición de Virgen María para el año nuevo, “que ella como buena Madre nos guíe y nos proteja” y “sea el modelo que nos vaya orientando para vivir cada vez mejor nuestra a Cristo”.
La celebración finalizó con la veneración a la imagen del Niño Jesús.