20/12/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
A punto de cumplirse el tercer año de la llegada de Mons. José Luis Retana a la Diócesis de Salamanca, el próximo 9 de enero, el obispo quiere felicitar la Navidad a la comunidad diocesana y recordar el sentido hondo de su celebración: “Dios es una cosa impensable; Dios, por el amor que nos tiene, se hace niño pequeño en la debilidad de la carne humana”, recuerda.
Y como argumenta en su felicitación navideña, lo hace para estar cerca de nosotros, “para ser el Emmanuel, para decir que nos quiere, para decir que contemos con él porque está siempre junto a nosotros”.
Para Mons. José Luis Retana, lo importante es que Dios se ha hecho uno de nosotros, “uno de nuestra carne humana”, y que está inmensamente cercano, “que es el Emmanuel, que no es enemigo del hombre y que desea nuestro bien“.
Además, recuerda que nosotros sabemos por qué celebramos estas fiestas, por qué las calles se engalanan y por qué el corazón del hombre parece que hace un alto en el camino de violencia para mirarnos a los ojos y crear una mayor cercanía y ternura. “Os invito también a contemplar el verdadero sentido de la Navidad cristiana y a tener presente a los pobres, a los pobres de todas las pobrezas, que no solamente son las pobrezas de la cartilla de ahorros”.
El obispo confirma que la pobreza tiene muchos rostros: “Los tenemos cerca”, y la Navidad puede ser un tiempo para tomar conciencia de esto, “y que nos comprometamos en nuestra relación con ellos”. Mons. José Luis Retana felicita a todas las familias que celebran una Navidad verdaderamente cristiana, “con la alegría de saber que Dios no quiere dejarnos solos y desea recorrer con nosotros el camino de la vida”.
Por último, felicita de un modo especial la Navidad a todos los que tienen algún motivo importante para no disfrutar de esta alegría: “Los enfermos, los ancianos solos, las familias rotas, las personas sin trabajo, y a cuantos sufren de cualquier modo y por cualquier causa, recordad que Dios os quiere y camina con vosotros”. El obispo les asegura que el Señor “viene para abrazar vuestro dolor y vuestra dificultad”.