26/02/2021
“Kaolaola” significa “reciclaje” en hawaiano, y así se denomina una de las últimas iniciativas de Molokai, el proyecto de voluntariado que ofrece a los jóvenes la posibilidad de hacer un itinerario pastoral de encuentro con la gente más empobrecida, “con aquellos que más lo necesitan”, apunta una de sus coordinadoras, la religiosa de los Sagrados Corazones, Noemí García. Además, se trabaja el crecimiento personal, de búsqueda, “y de encuentro con Jesús de Nazaret”. Molokai pertenece a la Diócesis de Salamanca, y forma parte del equipo de la Pastoral Juvenil y del grupo joven de Cáritas diocesana, y su nombre hawaiano se debe a la isla donde el Padre Damián fue a vivir y combatir la vida con los leprosos , “y por eso utilizamos todos esos nombres, para hacer memoria de esa manera de entender el servicio a los más empobrecidos”.
García confirma que han surgido dos nuevos proyectos en el contexto de la pandemia, “que se han iniciado con la idea de seguir abriendo horizontes y responder a las necesidades que se dan en nuestro entorno salmantino”. El caso de “Kaolaola”, que significa reciclaje o ecología en hawaiano, es un proyecto que quiere nacer en el contexto de cuidar el medio ambiente, “cuidarlo de manera integral, porque somos parte de esta casa común, de esta tierra, y así sumarnos a la iniciativa del Papa Francisco para hacernos conscientes de que colaboramos contra la pobreza en la medida en la que cuidamos la tierra y la naturaleza”.
El otro proyecto se llama “Teléfono amarillo”, porque, como aclara Noemí García, “en esta situación de pandemia hemos sabido que hay mucha gente que está sola, que no recibe visitas, que no sabe qué hacer con ese silencio con el que de repente tienen que convivir”.
Y se plantea: “¿Qué pretendemos?: generar un grupo de jóvenes que llamen a esas personas que lo desean, y ofrecer una palabra de ánimo, un momento de conversación y un recordatorio, que aún en tiempo de pandemia no estamos solos”. Desde Molokai consideran que “juntos somos más, y así podemos crear lazos de fraternidad”.
Asimismo, se plantean dos objetivos. Por un lado, “que todos aquellos que quieran hacerse voluntarios puedan ponerse en contacto con nosotros a través de las redes sociales o por el correo electrónico: molokaisalamanca@gmail.com. Y por otro, los que quieran ser llamados, “que pueden ponerse en contacto por los mismos canales o a través de Cáritas”. El “Teléfono amarillo” está destinado a la población en general que se sienta sola, sean jóvenes, adultos o personas mayores, como subrayan desde Molokai. Una vez tengan el listado de personas a las que se llamará, “marcarán una franja horaria para contactar con ellos”, determina esta responsable.
Javier de Dios es uno de los jóvenes voluntarios de Molokai y el coordinador de “Kaolaola”, e indica que el proyecto surgió con la idea de querer llegar a más gente, “y hacerlo a través de la naturaleza, que nos conecta con todos, y hemos empezado por un proyecto de ecología y cuidado del medio ambiente”.
El primer grupo que se creó fue de 12 voluntarios, “fuimos a limpiar la zona del río con muchas ganas, y tuvimos que volver otro día para terminarlo”. Este joven precisa que fue una experiencia tan buena que han repetido ya en varias ocasiones. “Ahora mismo hemos formado un grupo de 36 jóvenes, a los que también se están sumando colegios, grupos Scout, de la pastoral, etc.”, añade.
La idea de “Kaolaola”, como argumenta De Dios, “es no quedarnos ahí, sino que también queremos colaborar con otros proyectos de Salamanca para que nos enseñen, porque enseñamos valores, pero hay otras asociaciones que pueden aportar otras cosas”. Su actividad no solo se basará en la recogida de basuras en diferentes puntos de la ciudad, sino que ya tienen proyectado la reforestación de árboles, o una dinámica en un huerto ecológico, entre otras.
Esta iniciativa está abierta a todos los jóvenes y en la actualidad, estos voluntarios tienen entre 17 y 27 años. Los interesados pueden contactar por sus redes sociales o el correo electrónico antes mencionado. “Es importante que los jóvenes cambien por una Salamanca más limpia y bonita”, subraya. Y asegura que el cambio “tiene que empezar por la educación”.