ACTUALIDAD DIOCESANA

29/09/2019

Mes Misionero Extraordinario, una llamada del papa Francisco a toda la Iglesia

Durante el Ángelus de la jornada misionera mundial (DOMUND) de 2017, el Santo Padre anunció un Mes Misionero Extraordinario para octubre de 2019, y lo comunicaba en una carta de esa misma fecha al Cardenal Filoni, prefecto de la Sagrada Congregación para la Evangelización de los Pueblos, indicando que había querido esta celebración “con el fin de despertar aún más la conciencia misionera de la missio ad gentes y de retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida y de la pastoral”. La ocasión para esta convocatoria la ofrece el hecho de que este año se conmemora el centenario de la Carta Maximum illud de Benedicto XV, la primera gran carta misionera de los tiempos modernos.
Al anuncio del Papa le han seguido dos cartas del Cardenal Fernando Filoni sobre el tema, dirigidas en primer lugar a los Obispos de la Iglesia Católica y a los Superiores Generales, la primera del 3 de diciembre de 2017, y la segunda del 8 de abril de 2018. Esta segunda carta ha sido enviada a los obispos y a los superiores religiosos, y, además, a los responsables de los movimientos eclesiales y a los rectores de los seminarios mayores dependientes de Propaganda Fide.
Desde el principio, la intención que ha guiado a los organizadores del mes misionero extraordinario ha sido la de promover iniciativas desde la base, para no imponer desde lo alto proyectos ya confeccionados, pero que probablemente están lejos de adecuarse a la realidad local.

Una ocasión extraordinaria para la Iglesia

La iniciativa que el Papa ha querido es una ocasión extraordinaria para la Iglesia, también a nivel local, para renovar la fe y el celo misionero. La cuestión es la siguiente: ¿Cómo injertar la dimensión misionera en la pastoral ordinaria, que es también el gran objetivo de la Evangelii gaudium, la encíclica programática del Papa Francisco?
Según el Papa, el ámbito misionero es un campo privilegiado para manifestar la relación de enriquecimiento recíproco entre la Iglesia universal y la Iglesia local. Si es verdad que la Iglesia universal se encuentra concretamente en la Iglesia local, también es verdad que la Iglesia local no puede existir sin la Iglesia universal. Entre ellas rige esa relación que impide a la Iglesia local encerrarse en sí misma y convertirse en una Iglesia nacional. Cuanto más se abre a la misión la Iglesia local, más descubre que es una Iglesia universal, abierta a las necesidades de todos los hombres.
En esta amplia visión se comprende cómo la actividad de la animación y cooperación misionera ad gentes puede ayudar a la vida pastoral de una Iglesia local. El ministerio papal, que es el máximo responsable de la acción misionera, está al servicio de la unidad de las Iglesias particulares, en una caridad católica que las abre hasta los extremos más lejanos de la tierra en su deber bautismal-eucarístico de anuncio y testimonio de la salvación cristiana.
En esta línea de actuación, si es verdad que dando se recibe, todo lo que se da para la misión -personas, energías, fondos- se convierte en una bendición y regresa para bien de la Diócesis en forma de dinamismo, testimonio de vida y compromiso, sobre todo vocacional.

Naturaleza misionera de la Iglesia

Todos sabemos que la dimensión misionera le interesa mucho a nuestro Pontífice. Aún más, en varias ocasiones el Papa ha subrayado que la actividad misionera es el paradigma para todas las actividades de la Iglesia (cfr. EG 15). Todo esto no es nuevo, porque ya el Concilio y los Papas que le han seguido han corroborado la naturaleza misionera de la Iglesia. Evidentemente, naturaleza no significa sencillamente una dimensión, sino la esencia: si no es misionera, la Iglesia no es ella misma. El mes de octubre de 2019 se inscribe en esta perspectiva, y por eso el Papa Francisco subraya una relación entre missio ad gentes e impulso misionero de la pastoral: “con el fin de despertar aún más la conciencia misionera de la missio ad gentes y de retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida y de la pastoral”.
Estamos llamados a volver a descubrir esta relación. A veces, sobre todo en estos tiempos de dificultades, se puede tener la tentación de pensar en la misión como una dimensión más, mientras que es importante entender el vínculo entre pastoral ordinaria y pastoral misionera. La sensibilización misionera no es una cosa aparte respecto a la pastoral, sino que, de alguna manera, es su cumbre. Es decir, el mes misionero puede ayudar a la pastoral ordinaria a encontrar más fuerza, porque la lleva más allá. Si la pastoral ordinaria sirve para despertar la fe y educar la fe, la misión no es más que la continuación de la dinámica de la fe que madura. Debemos tomar en consideración este vínculo íntimo entre fe y misión, entre educación a la fe y misión, porque la fe misionera no es más que la culminación de una fe madura.

Octubre misionero, una oportunidad pastoral

Es verdad que la misión está allí, lejos, pero también aquí. Es un único dinamismo que tiene su origen en Dios, que viene a nosotros en Cristo, y que nos envía en nombre de Cristo para ser sus testigos. Dada esta continuidad, no se ve oposición entre misión y missio ad gentes específica, sino fecundación recíproca. Por eso, el Octubre Misionero puede transformarse en una oportunidad pastoral para volver a descubrir la belleza de la fe y hacer de nosotros sus anunciadores.
Siempre en la línea del Concilio, que ha reconducido la missio ad gentes a la responsabilidad de cada bautizado (cfr. AG 5), y en la línea de cuanto hemos dicho hasta ahora, con razón el lema y el tema escogido para el próximo mes misionero extraordinario es “Bautizados y enviados. La Iglesia de Cristo en misión en el mundo”. El Papa ha escogido este tema que encierra en sí los elementos esenciales que hay que tener en cuenta en la programación y vivencia de tal iniciativa. Bautizados y enviados: en el bautismo hemos recibido la vida divina, y gracias a eso somos profetas, es decir, anunciadores del misterio de Cristo, por Él enviados. Y Cristo que nos envía es también el contenido esencial de la misión: la Iglesia no transmite un mensaje propio, sino que transmite lo que de Cristo ha recibido, es decir, su misma persona. Es lo que proclama el Santo Padre cuando –con las mismas palabras del Papa Benedicto– dice que la Iglesia no hace proselitismo: la Iglesia no tiene una ideología propia, no tiene un producto que proponer, sino que anuncia un misterio, el de Cristo.

Un resumen de todo este contenido puede encontrarse en el Mensaje del Papa para el DOMUND del presente año. Ahí aparece claramente que el Papa quiere, con el gesto del Octubre Misionero Extraordinario, hacer de cada Iglesia particular y de la Iglesia universal una Iglesia en salida, es decir una Iglesia verdaderamente misionera.

¿Te gustó este artículo? Compártelo
VOLVER
Actualidad Diocesana

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies