11/05/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El clero diocesano se ha reunido en torno a su patrón, San Juan de Ávila, en el día de su festividad. Este día se dedica de forma especial a los sacerdotes que cumplen los 25 y 50 años de ministerio, que fueron ordenados en 1998 y 1973, respectivamente. En esta ocasión son ocho, cuatro de oro: Joaquín Tapia, Amado Mateos, Luis Ignacio Durán y Domingo Montero; y otros tantos de plata: Miguel Martín Yuste, Jorge García, José Luis Miguel (Jerry) y Carlos Arnanz.
La jornada comenzó con la proyección de un vídeo con el testimonio de los homenajeados en el aula Virgen de la Vega de la Casa de la Iglesia. Y después, a las 12:45 horas, se celebró la eucaristía en la capilla mayor, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana, y concelebrada por el clero diocesano. Junto al pastoral, en el altar, se encontraban los ocho presbíteros que cumplen sus bodas de oro y plata como sacerdotes.
En su homilía, quiso comenzar dando las gracias a Dios por todos ellos, “por vuestras personas, por el don de vuestra vocación y ministerio sacerdotal, por vuestra entrega fiel a Jesucristo”. Mons. José Luis Retana resaltó que esa jornada también sirve para estrechar los vínculos de fraternidad del presbiterio, “a manifestar visiblemente la unidad de nuestro sacerdocio, participando del único sacerdocio de Jesucristo, a acoger a todos los hermanos, a darlos la mano, a eliminar etiquetas…”.
El prelado insiste en que los sacerdotes, “hemos sido elegidos, ungidos y enviados para ser pastores y guías del Pueblo de Dios en nombre y representación de Jesucristo”. Y que no deben de olvidar, “que somos pastores del rebaño de Cristo, Cabeza y Pastor”. Y por ello, “estamos llamados a actuar en su nombre y con su autoridad”.
Asimismo, interpela que para actuar en su nombre, “es necesario que el sacerdote se configure con la persona y los sentimientos de Jesús“. Mons. José Luis Retana añadió que en un mundo como el nuestro, “hemos de vivir nuestro sacerdocio con una dimensión de totalidad, como una vocación de entrega absoluta y a tiempo pleno, sin reservarnos tiempos y espacios para nuestra vida privada”.
El obispo también se dirigió a los sacerdotes que celebran sus bodas de plata y oro en el ministerio: “Cada uno de vosotros sois hechura de las manos de Dios, que con su gracia ha ido tejiendo en vosotros una vida al servicio de aquellos a los que habéis sido enviados”. Para el pastor de la Diócesis de Salamanca, son el reflejo “de una creatividad del Espíritu y de la misión de la Iglesia, en la que habéis ejercido el ministerio”.
Antes de concluir su homilía, les invitó a todos a que cuiden la cercanía, “la intimidad con Dios, el tiempo de oración personal, porque desde esta relación podremos obtener las fuerzas necesarias para nuestro ministerio”. Y de nuevo, agradeció la entrega de los sacerdotes, “vuestro ejemplar, fiel y generosa entrega a Cristo y a la Iglesia en los diversos oficios y servicios pastorales desempeñados”.
También quiso tener un recuerdo especial para los hermanos enfermos, “y por los que nos han dejado, especialmente, los que lo han hecho desde la última fiesta de San Juan de Ávila, cuyo hueco sentimos como un dolor”.
En nombre de los sacerdotes que han cumplido 25 y 50 año de ministerio, pronunció unas palabras el sacerdote, Joaquín Tapia, a modo de acción de gracias: “De hijos bien nacidos es ser agradecidos”.
Antes de la bendición final, el clero y los fieles presentes entonaron el canto de despedida, el Regina Caeli, y el Himno a San Juan de Ávila: “Apóstol de Andalucía, el clero español te aclama, y al resplandor de tu vida, en celo ardiente se abrasa”.