27/01/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Los prelados de las provincias eclesiásticas de Toledo, Madrid, Valladolid y el Ordinariato Castrense, entre los que se encuentra el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, iniciaron su cuarto día en Roma con una eucaristía en la basílica de San Pablo Extramuros, “siempre a los quicios de las columnas de la Iglesia”, apuntó el pastor salmantino.
El primer encuentro de la mañana fue en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. “Hemos estado hablando de la situación de los laicos, como que no es algo desarrollado, y que hay déficit en la participación en la vida pública”, argumentó. Sobre la familia, han hablado a cerca de la tasa de nupcialidad, “que ha descendido mucho”, o la natalidad, “sobre las leyes, que son todas contrarias a la vida y a la familia”. Los prelados creen que hay una especie de desinstitucionalización del matrimonio, “simplemente se convive y hay un debilitamiento grande de la familia”, afirmaron en esta reunión en palabras de Mons. Retana.
En este dicasterio también hablaron de los movimientos, “de la importancia del obispo y de los sacerdotes para acompañar, y que siempre vivan en comunión”. También han mencionado a la juventud, y sobre los laicos han dejado claro que “no como servidores de los sacerdotes, que son Iglesia, y no son sujetos solo de nuestra evangelización, y por lo tanto, necesitan también formación, y tienen la obligación de vivir su vida laical en la sociedad”.
La segunda visita de la jornada ha sido al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que depende directamente del Santo Padre, “y que está en diálogo permanente con la comunidad europea“, matiza el obispo de Salamanca. En este órgano del Vaticano están preparando un documento de trabajo para todos, “se buscan las buenas prácticas: servir a los más vulnerables -sobre todo lo hemos estado viendo en la pandemia-, trabajan en la ecología, en el mundo de la agricultura, de los derechos humanos o en la plataforma de acción Laudato Si”. En resumen, en palabras de Mons. José Luis Retana, “trabajo para todos, comida para todos y casa para todos”.
En ese dicasterio el trabajo es coordinado para todo lo que sea “la promoción humana, cuidando también mucho la orientación espiritual de las personas y de los departamentos que trabajan allí dentro”. Otra característica es la misión de evangelizar, “y parten siempre del informe FOESSA”.
Por la tarde, los prelados se han reunido con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, donde han hablado de recobrar el sentido mistérico de la eucaristía, “hemos perdido mucho la música sacra, y nos han dicho que cuidemos nuestras celebraciones, cómo celebramos, el arte de presidir al servicio del misterio”, matiza el prelado.
Sobre las celebraciones en ausencia de presbítero, cuando no se puede asegurar la presencia del sacerdote se suple con esta celebración, han indicado que parece ser que las naciones que más lo pidieron, “ahora son las más reticentes, porque resulta que se parece lo más posible a una misa, y no es lo que la gente los pide”, subrayaron.
En ese sentido, creen que hay que cambiar de esquema, “por ejemplo, rezar Laudes o el Rosario dando la comunión, es decir, nos pedían que no es bueno hacer el mismo esquema siempre”.
También han hablado sobre los catequistas, “que no es el catequista que da la catequesis a los niños”, sino, “el colaborador pastoral del presbítero“, algo que “en los países de misión están más acostumbrados”. Al respecto, en esta Congregación han pedido a los prelados que las Conferencias Episcopales deberían de determinar “cuáles son sus funciones, que no es un catequista al uso como nosotros lo entendemos”.
Por último, en la Secretaría de Estado se ha hablado de la nueva embajadora, así como de la visita del presidente a la Conferencia Episcopal, o de asuntos de educación, de la cultura, “en que se intenta que la Iglesia sea reducido su trabajo a la sacristía, sin entender que con el Estado tenemos una independencia, pero también una colaboración”. En ese encuentro dejaron claro que la Iglesia “no quiere privilegio, sino lo mismo que tienen otras instituciones de la sociedad”.