06/02/2022
A todos y a todas nos llega algún momento o varios momentos a lo largo de nuestra vida, en los que nos preguntamos ¿por qué estoy donde estoy?, ¿por qué hago lo que hago?, ¿he tomado buenas decisiones?, ¿me habré equivocado?, ¿sería más feliz dedicándome a otra cosa, viviendo de otra manera? En el fondo, son las preguntas por el sentido, por el propósito de nuestra vida.
En el Evangelio de hoy (Lc 5, 1-11) se nos presenta una escena en la que Pedro y sus compañeros llevan toda la noche trabajando y no han pescado nada. Están cansados, desanimados. Les imagino preguntándose si no estarían mejor dedicándose a otra cosa.
Y entonces Jesús les dice que vuelvan a intentarlo. Supongo que Pedro pensaría: ¿qué me va a contar a mí sobre pescar, que llevo toda la vida haciéndolo? Pero a pesar de todo, se fía y el resultado es una pesca descomunal.
Llevándolo a nuestra realidad, cuántas veces estamos cansados, esperamos resultados que no llegan, nos dedicamos a lo que es nuestra vocación y las cosas no salen bien. Pero cuántas de esas veces, ponemos toda la confianza en nuestras propias fuerzas, vamos solos, de autosuficientes, y las redes están vacías y nos desanimamos.
La lectura de Lucas nos sugiere unas pautas que pueden sernos útiles:
Todo esto no nos asegura el éxito, la pesca abundante en sentido de balance de beneficios, pero sí contribuir al proyecto de Dios para el mundo, con la alegría, con la esperanza de los inocentes y con pasión, dando color a los días grises y horizonte abierto al día a día.
Ánimo y a seguir a la escucha, con confianza sabiéndonos acompañados y sostenidos.
Feliz Domingo.
Belén Santamaría, laica, CVX y trabajadora de Cáritas Diocesana.