21/08/2019
Cerca de 50 piezas componen la exposición ‘Mysterium fidei’ (‘Este es el misterio de la fe’) con las que se realiza un recorrido de la eucaristía a través del arte. Hasta el próximo 25 de agosto se podrá visitar este espacio de martes a domingo, de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas. La recomendación es dedicar al menos 30 minutos para verla y 27 más a la proyección sobre las andas eucarísticas que ha elaborado el grupo diocesano de Fe y Arte.
La muestra se divide en cuatro capítulos que recorre toda la simbología de la eucaristía, “como celebración y como presencia”, apunta el párroco de Ledesma, Emilio Vicente de Paz. Y todo ello con un sentido teológico. El primer capítulo lleva por título ‘Epíclesis’, que es el nombre que se le da a la extensión de manos del sacerdote sobre el pan y el vino para que sean transformados en el cuerpo y la sangre de Cristo. En esta parte de la exposición destaca el retablo dedicado a la Virgen del Mar, del siglo XVI, de un discípulo de Juan de Flandes, “con una calidad pictórica grande”, apunta uno de los responsables de la muestra, Roberto Velasco. De las seis tablas del retablo, tres están dedicadas a los padres de la Virgen, quienes aparecen en los textos apócrifos. En el centro está representada la Virgen del Mar, también conocida como de la Pera, aunque en realidad, según detallan, es un higo.
El capítulo dos lleva por título ‘Conmemoración‘, ubicado en la capilla del museo de la iglesia de Ledesma. En esta ocasión se refiere a la acción litúrgica de la eucaristía como conmemoración del acto salvador de Dios por Jesucristo, “la muerte en la Cruz y la Resurrección”, describe Vicente de Paz. En esta sala hay objetos que son utilizados en la eucaristía, como cruces parroquiales, custodias, misales o un evangeliario, entre otros.
La imagen de San Juan Bautista está en el centro de la sala, una talla del siglo XVII, y el resto de piezas se reparte en dos arcos con vitrinas. En el primero se representa la eucaristía y están colocadas diferentes cruces, entre ellas, destacar una de altar, realizada por los Franciscanos, de nácar, de 1768, o las procesionales, de diferentes épocas, desde el siglo XV las más antiguas. Cabe destacar también el valor de las custodias, como la de Yecla de Yeltes, del siglo XVI, que sigue el esquema del estilo de Ciudad Rodrigo.
En el siguiente arco se han colocado vinajeras y cálices, entre los que destaca por su valor uno del siglo XVI, o los copones. Para Roberto Velasco, son grandes joyas, así como el cáliz de Aldeadávila, de herencia italiana, del siglo XVII. Asimismo, destacan en la sala dos sagrarios, uno plateresco, del XVI, donde aparece representado en el centro el paño de la Verónica, y en el otro, “se aprecia la dimensión sacrificial, con el mito del pelícano”, aclara Velasco. Debajo de ellos, también se exponen una serie de sacras con las que se adornaban los altares en los días de fiesta. En la última zona de esta sala está ubicada una vitrina con tres casullas, dos de Ledesma y una de Villaseco de los Reyes, de mediados del siglo XVI, donde se representa siempre María en primer lugar.
En el capítulo tres, que lleva por título ‘Comunión’, se puede apreciar la pieza que da sentido a la exposición: las andas eucarísticas de Ledesma, obra del orfebre salmantino Francisco de Ágreda, que se inauguraron en las fiestas del Corpus de 1719, es decir, hace 300 años. En el centro de la sala, la capilla del Rosario, se encuentran las andas, recién restauradas en los talleres de Las Edades del Hombre, donde se aprecia mucha simbología, como relata Roberto Velasco, “con elementos de transición del cuadro al círculo, porque según la escuela pitagórica griega, el cuadrado es la tierra, lo humano, y siempre se va ir cerrando en círculo, como elemento divino, y que siempre está bañado en oro”.
En toda la cartelería de la exposición se aprecia una ménsula de las andas eucarísticas, en concreto, la figura de un ángel. En los dos arcos de esta capilla se ha querido representar cómo se ha vivido la fiesta del Corpus en esta comarca, el primero, dedicado a Ledesma, y donde se encuentran objetivos vinculados a la primera cofradía del Santísimo, encontrado en el pajar de una casa, y donde se comprueba que fue una de las primeras cofradías de toda Salamanca en admitir como hermanas de pleno derecho a las mujeres, “a las que se denominaban cofradas”, explica Velasco. Asimismo, se pueden apreciar dos arquetas eucarísticas que se utilizaban el Jueves y el Viernes Santo para el monumento. La más antigua es del siglo XVI, y otras dos, del XVII. De estas últimas como detalle, se realizaron en México y son de carey de concha de tortuga que fueron donadas por la condesa de Ledesma. El elemento central es una custodia de altar que encargan en 1802 para el interior de la iglesia, para la adoración, “custodia de sol que llaman”, apunta.
En la segunda de las vitrinas se encuentran objetos de la fiesta del Corpus de Aldeadávila de la Ribera, como una bula papal del siglo XVI, con la que se favorece la creación de la cofradía, así como el libro de su fundación, o la custodia propia de allí.
En el último de los capítulos, el cuarto, titulado ‘Maranatha’, que significa ‘El Señor viene’, se ha querido representar el ministerio del memorial de la Pasión de Cristo, “representado con el ministerio de la eucaristía”, apuntan los responsables de la muestra. El Cristo de las Aguas, del siglo XIV inicia esta parte de la muestra, en el que destaca su costado abierto, “por donde fluye la sangre y el agua. Junto a la talla se encuentra un cáliz barroco con todas las alegorías de la eucaristía. Y a escaso medio metro de esta imagen se encuentra la de un resucitado, del XVII, así como la imagen de San Juan de Sahagún, patrono de la Diócesis de Salamanca y que pasó por Ledesma a predicar un jueves de Corpus. La última pieza del recorrido de la exposición es un cuadro, el del apocalipsis, “donde se representa todo lo que tiene que ver con el sentido escatológico”.