ACTUALIDAD DIOCESANA

12/02/2021

La vida tras el Covid: “He vuelto a nacer”

Juan Hernández es un feligrés de la parroquia de Topas que pasó cerca de dos meses en la UCI tras dar positivo en coronavirus. Con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo comparte su testimonio de vida

 

Juan Hernández tiene claro que “ha vuelto a nacer” tras permanecer en el hospital cerca de tres meses. Su rutina actual, ya en casa, es la de pasear de la habitación al salón con la ayuda de un andador. Tantos días encamado le han provocado las principales secuelas del Covid: falta de músculo y escaras.

Cada día se conocen nuevos datos de contagios y fallecidos de una enfermedad que ha paralizado nuestras vidas, como hizo con la de Juan, de 66 años, padre y abuelo. Pero apenas se habla de lo que significa para una persona permanecer más de dos meses inconsciente en la cama de la UCI.

“Lo he pasado muy mal, pero he salido para adelante y ahora estoy bastante bien”, admite. Los primeros síntomas de que algo no iba bien en su cuerpo los tuvo en el mes de agosto, días antes de cumplir los 66 años. “No tenía ganas de hacer nada, ni de comer, y luego me llevaron a hacer la prueba y di positivo”, relata. Pero Juan siguió empeorando y el médico le envió una ambulancia: “Cuando llegué al Clínico me dijeron que ya habíamos llegado, yo iba consciente, pero cuando me iban a bajar ya no lo estaba, y no recuerdo más”, lamenta.

Evolución de la enfermedad

Unas horas antes del traslado al hospital, él mismo confirma que estaba muy apurado para respirar… “y con mucha fiebre, desganado, casi no podía con mi cuerpo”.  Le ingresaron el 31 de agosto, dos días después de cumplir 66 años.

“Me quedé inconsciente en la ambulancia y ya no desperté hasta un mes y medio después”, admite. Después llegó el momento en el que le empezaron a despertar. Para su familia ha sido muy duro: “Lo pasaron muy mal porque estuve casi que me voy que me quedo, estuve tres días con 40 y medio de fiebre, y los médicos no sabían qué hacer”, reitera.

Del tiempo que pasó en la UCI no recuerda nada salvo un único sueño. “Soñé que había una cortina negra y que hacía mucho aire, y yo estaba en el sueño boca abajo, y el aire me arrastraba hacia un paredón que tenía un agujero, y al llegar allí, sentí una voz que me decía: usted no puede pasar que está curado”, detalla. En ese sueño notaba que el aire le daba vueltas, “pero antes de eso, en el medio de la pared había como una niña, y yo quería agarrarla, pero no podía”. Antes de despertar también recuerda que se veía dando vueltas por el aire, “y ver los pies de unos hombres, y cómo una ambulancia me cogía”.

De alta el 17 de noviembre

Después de su paso por la UCI, Juan fue trasladado a planta, en concreto, un mes en la primera, y cinco o seis días más en la segunda. “Me dieron el alta el 17 de noviembre”, confirma. Y aunque su familia lo ha pasado muy mal, se queda con el hecho de poderlo contar. “Ya voy mucho mejor, porque cuando llegué a casa no me movía, me tenían que agarrar y darme vueltas en la cama, pero gracias a Dios ya me puedo levantar y vestirme solo, y con un andador me recorro toda la casa”. Lo que peor tiene es el pie derecho, “que sigue dormido y no puedo hacer el impulso de levantarlo”.

Juan paseo con su andador por el pasillo de su casa.

Uno de sus seis hermanos, seis años mayor que él, también ingresó en el hospital por Covid un día después que él, “y ya está mejor, ya anda y va a rehabilitación”. El párroco de Topas, Juan José Calles, visitó a Juan cuando ya estaba en planta, “y cuando entró en la habitación no le conocía, pero luego al hablar sí, y se agradece”. Una vez ya en casa, el sacerdote le traía la Comunión los domingos y los días que había misa en el pueblo, “pero con esta nueva ola de contagios le he dicho que no venga por si acaso”.

De todo su proceso con Covid, Juan reconoce que de su paso en la UCI no recuerda nada, “y cuando desperté había perdido 30 kilos, me quedé sin músculo”. Ahora lo va recuperando, y de 125 kilos que pesaba ahora ronda los 100, “tengo ropa pues que antes no me entraba”.

La labor de los sanitarios

Este vecino de Topas se emociona al recordar la labor de los médicos que le atendieron, “el que estuvo conmigo es una bella persona”, al igual que otra chica de su pueblo, como describe, “que está allí de enfermera y todos los días iba a verme y hablaba con mi familia”. Él se siente afortunado después de todo, “porque algunos no lo pueden lograr y nosotros lo hemos hecho”, comenta refiriéndose a su hermano.

¿Y qué ha aprendido? Juan Hernández lo tiene claro: “Que no se pueden hacer tonterías con este virus, ni salir de fiesta… la gente que sale sin cuidado no tiene conciencia de lo que es. Es una enfermedad muy grave y muy mala”, admite. Este vecino de Topas es consciente de que ha salido pero que ha estado a punto de irse.

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