11/11/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Verónica León llegó a España hace 20 años. Una historia de superación y sacrificio que se repite en miles de emigrantes que dejan todo en su país para buscar una vida mejor, lejos de los suyos. Ella dejó en Ecuador a su hija, de apenas año y medio, pero a los diez meses de irse ya pudo traerla.
Tras vivir en varias ciudades españolas llegó a Salamanca hace dos años y medio, “fue en plena pandemia y después de estar confinadas no conseguía trabajo, y no tenía ninguna ayuda”. Finalmente, acudió a Cáritas diocesana, donde la ayudaron, “gracias a Dios, soy creyente”, y pudo cubrir los gastos de alquiler, de suministros, del día a día… “me ayudaron a conseguir trabajo”. Verónica cuidaba a Pepita, de 103, y lo hizo durante dos años, hasta que falleció. “Era una persona maravillosa, muy buena y respetuosa, tan amable, la llevo en el corazón”, reconoce emocionada.
De nuevo sin trabajo, y ante la falta de oportunidades, esta mujer ecuatoriana volvió a pedir ayuda a Cáritas hace unos meses, “soy una persona luchadora, pero como no conseguía nada, volví a ellos, estoy muy agradecida, y espero dejar esta situación pronto, pero siempre sé que puedo contar con ellos”, subraya.
Además, lanza un mensaje a las personas que pasan una situación similar a la suya: “A veces no se atreven a pedir ayuda porque les da vergüenza, pero es mejor eso que hacer algo malo ante la necesidad”. Y añade que la pobreza, “está en la mente y en el corazón, hay gente con dinero, pero no le sirve de nada, porque no tienen alma”.
Ella reconoce que a veces la gente “abusa” a la hora de pedir ayudas, y lo ve mal, “porque hay mucha gente que necesita ayuda”. Y a los que están en su situación, “les animo a salir a buscar trabajo, porque las oportunidades no vienen a casa”.
En la actualidad, Verónica León está inscrita en la bolsa de empleo de Cáritas, y a la espera de participar en algún curso formativo del área sociosanitaria, “para tener una herramienta más y poder trabajar de otras cosas”. Ella procede de un país muy pobre, como admite, “pero nunca pasaba hambre, aunque fuera un simple café o agua de panela, nunca me iba a la cama con el estómago vacío”. Pero se fue a España para buscar un mejor futuro para su hija, “y la situación ahora mismo en mi país es de tristeza y mucha delincuencia”.
Para concluir, Verónica León reconoce que la pobreza, “hay que saberla llevar”, porque como detalla, “hoy tienes mucho, pero puede que mañana no tengas nada, hay que saber balancear todo”. Ella admite que a veces se siente mal, te puede dar una depresión, “pero gracias a Dios tengo un techo donde ampararme, porque no tenerlo debe de ser horrible, y tampoco me falta un plato de comida, y me siento rica por tener todo eso”.
Pero ella sabe que esta situación pasará, “me he caído muchas veces, pero me he levantado, porque Dios me da fuerza para seguir adelante, me empuja, hay que tener mucha fe”.
Por su parte, el delegado diocesano de Pastoral Social, Jorge García, recuerda el origen de la celebración de la Jornada Mundial de los Pobres, “como regalo del papa Francisco a la conclusión del Año Jubilar de la Misericordia”, como una llamada “a que tengamos una mirada contemplativa, y al mismo tiempo, de acción de la realidad “.
Este responsable asegura que en el entorno de las parroquias viven hermanos que lo están pasando mal. Este sacerdote aclara que esta jornada tiene varios puntos de vista. Por un lado, desde lo celebrativo, “por eso en la eucaristía del próximo domingo traeremos a colación y oramos por todos los pobres de la de la comunidad parroquial y de nuestra diócesis”.
Por otra parte, habla de la dimensión social, “el papa Benedicto XVI decía que una eucaristía que no tiene esa dimensión social, es una eucaristía que está inacabada”, y Jorge García confirma que es verdad, “si nosotros celebramos la mesa del reino en la Eucaristía, estamos llamados a poner el mantel de la justicia en medio de nuestras comunidades, en medio de nuestros barrios, y eso es a lo que estamos llamados a vivir en esta Jornada Mundial de los Pobres.
Desde la Pastoral Social se ha programado una serie de celebraciones con motivo de esta jornada, entre ellas, este viernes, 11 de noviembre, una vigilia de oración que se celebrará a las 20:00 horas en la parroquia de Fátima. Y el sábado, 12 de noviembre, la diócesis se une a la iniciativa de Manos Unidas de Salamanca de “24 horas para iluminar el mundo”, que se desarrollará en la plaza de Santa Teresa a las 20:00 horas.
Por último, el domingo, 13 de noviembre, en todas las parroquias se realizará algún gesto vinculado a la Jornada Mundial de los Pobres, “no simplemente quedarnos en la eucaristía”, interpela el delegado de la Pastoral Social.
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