17/04/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
La cofradía decana de la Semana Santa de Salamanca cuenta con una imagen de gloria que este año cumple 400 años, La Inmaculada Concepción, tallada por Gregorio Fernández un 8 de diciembre de 1622. En la iniciativa #HazMemoria, repasamos esta semana la religiosidad popular, y nos acercamos a una imagen ubicada en el altar de la capilla de la Vera Cruz, junto al Campo de San Francisco. Desde hace unos meses, está ubicada a los pies del mismo, tras un arduo trabajo para bajarla desde su camerín.
Esta advocación mariana de una cofradía penitencial dedicada a la Vera Cruz, fundada en 1506, se debe a que en 1532 se fusiona a otra, la de Nuestra Señora de la Concepción. Según relata el presidente de la cofradía, Francisco Ballesteros, “se encargó para procesionar, pero que habitualmente preside el camerín que está en el frontal del altar de la iglesia”.
Ahora se puede admirar la talla de Gregorio Fernández de cerca, de la que destaca la posición de sus manos, “con el perfil los pulgares cruzados, diciendo que yo soy la Inmaculada Concepción de la Vera Cruz”. Al respecto, Ballesteros recuerda que otras inmaculadas posteriores que talló el artista no tenían ese detalle, “los tienen rectos”.
La imagen, tallada en madera, cuenta con una policromía, “muy bonita”, y siempre ha tenido un buen estado de conservación. Esta Inmaculada recoge un momento descrito en el libro del Apocalipsis: “Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna bajo sus pies y sobre su cabeza una corona con doce estrellas” (Ap. 12, 1).
Como detallaba en un “Evangelizarte” el director del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, Tomás Gil, “los rayos dorados, unos curvos por ser el fuego y otros rectos por ser la luz, rodean por fuera a la talla en una especie de mandorla, representando al sol de la gloria de Dios que envuelve a la mujer apocalíptica”.
A los pies, se aprecia con cierta dificultad la luna, “pues ha sido pintada con una corla oscura”. La cabeza tiene corona, decorada con pedrería de cristales de varios colores y esmaltes ovalados, “de la que salen rayos de luz rematados con las doce estrellas”. A su vez, la orla dorada del manto, pintada por Antonio González, tiene unos medallones dedicados a algunas de las letanías del Cantar de los Cantares: el pozo, porque María contuvo en su seno a la verdadera agua que da la vida; la torre de David, porque es la Madre del Mesías; la fuente, porque de ella ha brotado Jesucristo, aquel que calma para siempre nuestra sed; el ciprés, porque es la primera en participar en cuerpo y alma de la inmortalidad y resurrección de Cristo; la palmera, ya que es imagen del triunfo de la salvación de Dios; el sol, porque refleja mediante sus virtudes a su Hijo, el sol que nace de lo alto; y finalmente está pintada la serpiente del Paraíso con el fruto del pecado en su boca, “porque María es la nueva Eva, concebida sin pecado para acoger y darnos a Jesús, el Nuevo Adán y el fruto salvador”.
Gregorio Fernández dejó su sello personal en la imagen de la Vera Cruz de Salamanca, cubierta y enmarcada dentro de la forma de un triángulo áureo que conforma su manto. “Se trata de una alegoría a las tres personas divinas de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo”, añadía Gil. El manto de María es semejante a la bóveda estrellada del cielo, “donde habita Dios”.
El manto se abre por delante dejando a la vista una bella túnica blanca y dorada, decorada ricamente y atada sobre su cintura con un cíngulo que se vislumbra entre las mangas, “como corresponde a Madre que albergó en su vientre al Hijo de Dios”. Entre los pliegues, duros y metálicos, de nuevo, el pintor Antonio González supo desplegar su talento artístico. El espacio está dedicado a mostrar que María es Inmaculada, “por eso tuvo todas las virtudes para acoger a Cristo”.
El responsable del servicio de Patrimonio Artístico aclaraba que por eso aparecen las tres virtudes teologales y alguna virtud cardinal. “La esperanza, reconocible por el atributo del ancla; la caridad está rodeada de niños a los que protege y cobija con su amor maternal; y la fe sostiene el cáliz y la forma consagrada de la Eucaristía y la cruz del Señor, símbolos que condensan el credo cristiano”.
La Cofradía de la Vera Cruz ha diseñado un amplio programa de actos para conmemorar los 400 años de esta Inmaculada de Fernández. Entre ellos, un Congreso Internacional de Cofradías de la Santa Vera Cruz, que se celebrará en Salamanca del 29 de abril al 2 de mayo, y que está abierto a la participación de cualquier persona interesada, no solo a los cofrades.
La gala inaugural tendrá lugar en el Palacio de Congresos a las 20:30 horas, y se celebrará una recepción oficial y un concierto de la Royal Collage of Music London, en el colegio y hospedería de Fonseca. Las jornadas de conferencias, con ponentes nacionales e internacionales, comenzarán el día 30. El programa completo y las inscripciones pueden realizarse a través de su página web: https://veracruzsalamanca.org/
Dentro de ese programa cabe destacar, como apunta el presidente de la cofradía, la salida extraordinaria de la imagen, el 1 de mayo, tras más de 90 años sin salir a las calles de Salamanca. La Inmaculada irá acompañada por el Lignum Crucis, que es la insignia de la cofradía, y de la talla de Santa Elena.
La última vez que salió a la calle fue en 1932, “cuando se proclamó la Segunda República, y se prohibieron las manifestaciones religiosas en la calle”. Y como relata Ballesteros, “en aquella época, los hermanos que estaban en la cofradía decidieron que no volviera a salir”. Pero este año, “pretendemos recuperar tal procesión”, admitió. Además, la imagen de Santa Elena que acompañará en su salida a La Inmaculada, “no sale en procesión desde la década de los 80”.
En cuanto al recorrido de esta extraordinaria, como apunta el presidente, “será idéntico al que hace la procesión el Domingo de Resurrección, hacia la Catedral, donde tendremos una eucaristía, y posteriormente, tomaremos la calle de la Rúa hacia la Plaza Mayor, y otra vez vuelta a nuestra capilla”.