04/03/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Iglesia por el Trabajo Decente denuncia que la desigualdad, la explotación y la precariedad afecta especialmente a las mujeres en el ámbito laboral, y lo hace con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo. En Salamanca, se dedicará una jornada a la sensibilización de este tema, en concreto, el jueves, 6 de marzo, en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima.
A las 19:00 horas, tendrá lugar la presentación de la Iglesia por el Trabajo Decente, y a continuación, a las 19:30, comenzará la eucaristía, y tras ella, se procederá a la lectura del manifiesto de la Iglesia por el Trabajo Decente en el exterior del templo, sobre las 20:15 horas.
Esta entidad, formada por diferentes organizaciones de la Iglesia, recuerda que la economía sumergida, “impide que muchas mujeres accedan a empleos justos y equitativos, obligándolas a aceptar condiciones abusivas, sin contratos ni protección social”. Asimismo, apuntan que en España, se estima que el 18% del PIB proviene de la economía sumergida, “con una mayoría de mujeres afectadas, especialmente empleadas del hogar, jornaleras, cuidadoras y limpiadoras”.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, Iglesia por un Trabajo Decente insiste en que muchas trabajadoras en empleos informales, “se enfrentan a jornadas extensas, salarios bajos y despidos arbitrarios”. Y que la situación es aún más grave para las mujeres migrantes, “quienes, debido a barreras administrativas, racismo y xenofobia, se ven obligadas a aceptar empleos informales”.
Además, muchas enfrentan riesgos de trata y explotación sexual”, señalan las organizaciones que forman parte de esta iniciativa. Y ante esta realidad, Iglesia por el Trabajo Decente propone medidas concretas para erradicar la precariedad laboral de las mujeres.
Entre ellas, figuran la regularización laboral en sectores como el doméstico, agrícola y de servicios; el fortalecimiento de la inspección laboral para combatir abusos y explotación; la regularización de personas migrantes, garantizando derechos laborales y sociales; la formación y capacitación para mejorar el acceso a empleos de calidad; el acompañamiento pastoral y social, con un compromiso firme de la Iglesia en la defensa de las trabajadoras más vulnerables y la conciliación y corresponsabilidad, promoviendo políticas que equilibren la vida laboral y familiar.