18/01/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Julia Blázquez vivirá la primera Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero, siendo la responsable del Servicio diocesano de Ecumenismo y Relaciones Interconfesionales de Salamanca, aunque lleva varios cursos vinculada al mismo. Su vinculación a este campo comenzó hace años, en sus diferentes destinos y formando parte de varias entidades internacionales que trabajan en la unidad de los cristianos.
¿Quién es Julia Blázquez?
Una mujer, esclava del Sagrado Corazón de Jesús, apasionada de Jesús desde pequeña. Le conocí en Piedrahíta, y después, he vivido en distintas partes del mundo llevada por la misión y el destino que mi congregación me ha ido dando. Soy una mujer de horizonte amplio, entusiasta, enamorada de Jesús, deseando hacer bien a su Iglesia, y también, buscando que aumente la justicia en el mundo en su nombre. Y eso, que son palabras grandes, lo concreto en colegios, en el acompañamiento personal, en mi compromiso diocesano, en el trabajo por la creación, en buscar o intuir caminos para anunciar al mundo que Jesús es siempre contemporáneo de todos.
No es la primera vez que asume esta responsabilidad en una diócesis, ¿qué le supone?
Para mí ya es un mundo conocido y muy querido, buscar favorecer la unidad entre los cristianos, porque la historia ya desde el siglo XI ha ido produciendo distintas heridas que nos han ido dividiendo. Los ortodoxos, los protestantes, las Iglesias de Oriente,… muchas heridas que son rápidas de hacer pero que luego son difíciles de restañar. Yo pertenezco a distintas instituciones a nivel nacional, internacional y diocesano que tratan de vivir el ecumenismo espiritual, de orar juntos, el de la amistad, del compromiso solidario, y también, el ecumenismo de la verdad, que es ir buscando cómo las diferencias teológicas que nos han ido separando se pueden ir acercando.
En la actualidad, ¿a qué instituciones está vinculada?
Pertenezco a la IEF (Asociación Ecuménica Internacional), que es un organismo en el que laicos y religiosos trabajan por el ecumenismo, y en el que tratamos de vivir la Iglesia del futuro, y curar las heridas del pasado… En nuestras reuniones, que siempre son interconfesionales, y muy ricas, vivimos la Iglesia del mañana, compartiendo nuestra fe, oración, liturgia, e incluso pidiendo a nuestros distintos obispos que nos concedan la hospitalidad eucarística, que significa que podamos participar de la misma mesa del pastor del lugar. También pertenezco a la EIIR, una asociación ecuménica en la que todos los que formamos parte de ella somos religiosos.
¿Qué le atrapó del ecumenismo para estar siempre en primera línea?
Para mí, el ecumenismo es algo que deriva de mi pasión por Jesús. De las últimas cosas que pide al Padre en la Última Cena es que “todos sean uno, como tú y yo somos uno”. El dolor de vernos desunidos. Desde joven he trabajado mucho con la comunidad de Taizé en Francia, y siempre he tenido una atracción especial, porque su carisma conecta mucho con el de esclava del Sagrado Corazón: la reconciliación.
En Valladolid, que organicé la comunidad de Taizé, empecé a formar parte del equipo de pastoral diocesana, y en 2013, me propusieron que fuera delegada de Ecumenismo de la Archidiócesis. El trabajo por el ecumenismo a nivel diocesano me viene de una misión recibida, un nombramiento que se convierte en misión, en algo que me dinamiza interiormente para buscar caminos de misión.
¿Cuál es la realidad ecuménica de Salamanca?
En Salamanca, lo importante es que cada cristiano nos demos cuenta de que tenemos vecinos que son ortodoxos, porque han venido de distintos lugares de Europa del este, y también, vecinos o personas que trabajan con nosotros o que encontramos en nuestras calles que son evangélicos. Viven el sentimiento de Jesús de una manera distinta a como lo hacemos los católicos. Eso puede ser una riqueza, y, ¿cómo podemos empezar el ecumenismo?, a través de la vecindad y la amistad.
Un momento culmen es la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, donde tratamos de involucrar a las distintas confesiones de una manera delicada, también directa, para que podamos orar juntos por la unidad. Con motivo de la pandemia se están produciendo situaciones difíciles, y si los cristianos de las distintas confesiones nos unimos, podemos dar respuestas comunes desde Jesús a estas necesidades, que son de todos, y eso también es un camino de hacer ecumenismo.
En Salamanca, el grupo rumano que tiene su sede en la iglesia de Santa María de los Caballeros es el más organizado, un templo cedido por la Iglesia católica. Después, existe la Iglesia anglicana, o IERE, que está en la zona de la residencia Atilano Coco, etc. También voy a orar a la Iglesia evangélica del paseo de la Estación, y hemos intentado contactar con el pastor Kent B. Albright, de la Iglesia evangélica Bautista de Santa Marta de Tormes. He escrito una carta a todos los párrocos para que nos digan qué grupos cristianos no católicos hay en su territorio parroquial. Desde ahí iremos dando pasos.
¿Qué proyectos se plantea desde este servicio diocesano?
El primer reto es conocernos, ponernos cara y crecer en el ecumenismo de la amistad, porque todos somos amigos de Jesús. Un día escuchamos de él, “no os llamo siervos, os llamo amigos”. Sentir que pertenecemos a la misma familia de Jesús. Ha habido tantas heridas en el pasado que a veces no resulta fácil, hay prejuicios…
¿Qué momentos destacaría de la actividad ecuménica de Salamanca?
Los dos momentos estelares son la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18-25 de enero), que nos une a los cristianos de todo el mundo, y ahí es fácil de invitar. La Iglesia católica como es mayoritaria en Salamanca tiene que tomar la iniciativa. Y, el otro momento, es del 1 de septiembre al 4 de octubre, el Tiempo de la Creación, el dolor por un cambio climático en el que las víctimas son los más pobres y la Tierra, es algo que nos motiva a todos los cristianos, seamos de la confesión que seamos.
¿Cuál es el origen de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos?
Cuando Jesús dice: “Padre mío, te pido que todos sean uno”, lo dice para que el mundo crea, lo que quiere decir es que es un escándalo que los que seguimos a Jesús estemos divididos. Se han ido dando bastantes pasos desde el Consejo mundial de las iglesias, de la Iglesia católica, que empezó a formar parte de ello. El Abad P. Couturier, en Francia, propone celebrar una semana que sea para todo el mundo, para todos los cristianos, y empieza a funcionar en el año 1968. Desde entonces, interrumpidamente, se ha celebrado con distintos lemas cada año, y con distintos grupos cristianos que sean significativos, para ese momento, e interconfesionales, que lo han preparado.
El lema de este año es: “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”, ¿qué pretende comunicar?
Es un lema que está en coherencia total con el grupo que lo organiza, que es el de las Iglesias de Oriente próximo, del Líbano, Egipto, Irán o Siria, que han sufrido tanto, y que tan difícil les ha sido la relación con el mundo musulmán extremista. Es una comunidad muy amenazada, están casi desapareciendo, y están sufrimiento mucho los cristianos de allí. Esa Iglesia ha visto que tenían la responsabilidad de ser luz para su pueblo, y que el símbolo podría ser la estrella, y el texto evangélico de la adoración de los magos, que además es universal. Esa Iglesia tan amenazada, que está casi desapareciendo, dice que lo que queremos es ofrecer una luz, y decir al mundo entero, que vamos a adorar al Señor juntos.
¿Qué se trabaja cada día del octavario?
Cada día de la semana se dedica a un versículo del evangelio de Mateo del que está tomado el lema, el de la adoración de las los Magos, y cada día, se intenta profundizar en un aspecto. El material nos ofrece una reflexión, cuatro lecturas y un salmo para poder hacer oración personal, y si se puede, también de forma comunitaria.
El calendario de celebraciones que habéis preparado este año, ¿presenta alguna novedad?
La celebración interconfesional se va a celebrar al principio, en vez de al final, porque nuestro obispo se va a Roma a la visita “ad limina”. Esta oración interconfesional no será una eucaristía, porque es la meta del ecumenismo, y todavía no podemos participar de la mesa plenamente. Este año van a participar el grupo de los evangélicos de Asamblea de Hermanos.
Para hacer adoración hemos invitado al grupo de jóvenes que se reúne a hacer adoración eucarística los viernes en la Purísima (Hakuna), para que ellos motiven y animen también pidiendo la unidad.
Un mensaje para que la comunidad diocesana se una a esta semana de oración y a rezar por la unidad…
En todas las parroquias, comunidades religiosas y grupos se ha ofrecido el material de esta Semana de Oración, e invitamos a que en algún momento de esa semana se pongan en contacto con Jesús en la Última Cena, y que se sientan como interpelados. “Y yo, ¿qué puedo hacer?”. Si están en la ciudad y pueden participar en alguna de las actividades, fantástico, porque la amistad entre nosotros genera compromiso.