03/11/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
La Hora Santa comienza cuando las luces de la iglesia de La Purísima se apagan, y sobre el altar solo está iluminada la Madre de Hakuna y el nombre de este movimiento del que forman parte miles de jóvenes en España. En Salamanca tiene presencia desde 2017, y lo que comenzó con cinco o seis universitarios en la iglesia de San Sebastián, ahora llega casi al centenar los que se reúnen cada viernes a las nueve de la noche.
El coro es parte fundamental en Hakuna, con varias guitarras y un violín, a las que se unen las voces, “como un pilar de la evangelización“, como se definen al hablar de su carisma. “No son un adorno, ni tampoco son algo que se añade al cuerpo fundamental de su actividad, sino que están internamente vertebrando la actividad”.
Además, insisten en que en Hakuna, “la fe se aprende y expresa cantando”, lo cual, aseguran, “muestra el poder de transformación vital del evangelio”. Y tienen claro que las canciones sirven de vehículo de evangelización y de formación en la fe, “configura nuestra forma de vivir, de perdonar, de pedir perdón, de trabajar, de descansar… de crecer en la fe”.
Tras unos primeros minutos de silencio, suenan los acordes de “Todo” en la Hora Santa:
“Padre, pon tu Espíritu sobre mí
Aquí estoy, aquí me tienes Gracias por la vida Que la viva siendo todo yo…”.El silencio que invita a la oración, y las canciones, conforman la Hora Santa, seguida en silencio y en medio de la oscuridad, con la mirada puesta en el Santísimo expuesto en el altar, al cobijo de la imagen de la Madre de Hakuna. Suena “Me sobrepasa”, y su estribillo:
Lejos de tu aliento
A dónde escaparé de tu mirada Ahí estás Tú Allí te encuentro”.La Hora Santa tiene una duración aproximada de 45 minutos, donde sentir el silencio y las letras de las canciones es su finalidad principal, con la mirada puesta en el Santísimo.
Las canciones fueron sucediéndose, con “Huracán”, o “Bendito”, que dio paso al momento en el que el sacerdote se acerca desde el presbiterio hasta los fieles, situados en los bancos de la nave de la iglesia, para bendecir a todos con el Santísimo portado entre sus manos, ya con la luz encendida y todos arrodillados.
Siempre se despiden con una misma canción dedicada a la Virgen, “Madre de Hakuna”, ubicada a los pies del altar, una pieza de arena de mármol y resina, de 30 centímetros. Llega el momento más distendido del encuentro, donde se abrazan y cantan juntos la letra:
Inés Solano, de 25 años, forma parte del coro de Hakuna Salamanca, y relata el inicio de este movimiento en la ciudad. “Empieza con dos chicas que eran amigas y que conocieron a Hakuna en Madrid”, detalla. Ellas eran universitarias y decidieron implantarlo en Salamanca. Su primer paso fue hablar con un sacerdote para conseguir un templo, en ese caso, fue la iglesia de San Sebastián, “al principio solo acudían a las Horas Santas cuatro o cinco personas, y por ejemplo, a día de hoy, ya somos casi 50 a 60 cada viernes”.
A ella le animó a venir una amiga, y desde ese día, “no he fallado ningún día”. Para esta joven, ir a la Hora Santa es su momento de descanso en la semana, “para parar un poco y centrarme en lo que es verdaderamente importante”, “tener ese ratito a solas con Dios“. Desde el coro lo hace también como una entrega a los demás, “eso a mí también me ayuda a rezar”.
Manuel Carreto, de 21 años, también forma parte de Hakuna Salamanca, y reconoce que el hecho de venir le ha cambiado la vida de arriba abajo, “aquí he encontrado paz y sobre todo, una comunidad con la cual compartir mi fe”.
Este joven aclara que en las Horas Santas, “salimos al encuentro del Señor a través de la oración”, y agradece la labor del coro. Tampoco faltan tareas como el voluntariado, “para aumentar nuestra formación en nuestra fe”, y tratan de crear un buen ambiente para establecer buenas amistades.
Para él, cada viernes es un ratito de la semana “para estar tranquilo, relajado, orando todos juntos por las intenciones y porque el cristianismo siga llegando a todos los jóvenes y a toda la humanidad”.
Borja Sopeña es el responsable de las Horas Santas dentro de Hakuna Salamanca, y reconoce que lo descubrió en un momento en el que estaba alejado de la fe, “y me hizo tocar una tecla que considero que me faltaba y hasta hoy”.
Lo que más le ayudó a conectar de nuevo con Dios fueron las Horas Santas, “por el ambiente que se forma con la música y el ambiente de oración íntimo, que a mí me aporta muchísimo”. Por eso anima a otros jóvenes a que acudan a ese momento si tienen intención de enriquecerse en la fe, “y disfruten de ese momento íntimo con el Señor”.
Este joven resalta que la clave de la Hora Santa es tener expuesto al Santísimo, “acompañado de música y letras que te invitan a rezar“, además de tener en cuenta a la Virgen, “y analizar la relación que tenemos con el Señor”.
En Hakuna Salamanca también están presentes otros grupos, aunque el núcleo principal sean los jóvenes, sobre todo universitarios. El movimiento también cuenta con pequeñas secciones, denominadas, “Profesionales”, cuando esos estudiantes comienzan a trabajar, o “Frontera”, cuando se casan y forman una familia, o los de mayor edad, los “Senior”. Todos ellos acompañan a los más jóvenes, que son el germen de este movimiento.
Del último grupo forma parte Berta Fernández, casada y madre de familia, quien relata su participación en Hakuna. “Venimos a las Horas Santa y también hacemos alguna escapada”. Al igual que a los jóvenes, para ella el rato que vive cada viernes, “es un remanso de paz cuando termina la semana, y llegas para estar con el Santísimo, que está expuesto, tener así un ratito de oración y escuchar sus canciones, es como un regalo”.
Además de las Horas Santas, se organiza otro tipo de iniciativas para sus diferentes grupos, como los “God Stop”, dirigidos a universitarios y jóvenes profesionales, otros a matrimonios, “para sanar las heridas que puedan haber surgido”.
Otra iniciativa son los “Revolcaderos”, donde se reúnen un grupo de unas 10 personas que buscan crecer juntas en la fe, o las “escapadas”, donde celebran Horas Santas u otro tipo de actividades.