ACTUALIDAD DIOCESANA

30/12/2024

“Francisco nos pide que nos convirtamos en signos de esperanza para todas las personas”

La apertura del Jubileo de la Esperanza en Salamanca comenzó con una peregrinación desde La Purísima hasta la Catedral, donde se celebró la eucaristía, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

La Iglesia de Salamanca celebró este domingo, 29 de diciembre, la apertura diocesana del Jubileo ordinario de 2025 “Peregrinos de la Esperanza”, inaugurado por el papa Francisco el pasado 24 de diciembre.  El rito de apertura comenzó con la denominada “collectio” (reunión) del Pueblo de Dios en la parroquia de La Purísima. En este templo se realizaron los ritos introductorios de la celebración, junto a la imagen de un Crucificado, que en esta ocasión fue el Cristo del Amor y de la Paz, que abriría la peregrinación posterior.

El acto en la parroquia se inició con una alabanza, a la que el Pueblo de Dios respondía: “Bendito el Señor nuestra esperanza”, y tras ella, el obispo, Mons. José Luis Retana, pronunció una sencilla monición: “Abrimos el Año Jubilar para la Iglesia de Salamanca”. En su intervención, recordó que este rito, “es el preludio de una rica experiencia de gracia y misericordia”. Al respecto, evocó que debemos de estar dispuestos, “a responder a cualquiera que nos pregunte por la esperanza que hay en nosotros, especialmente en estos tiempos”. E invitó a los fieles a “caminar con renovada esperanza”.

Después de la proclamación del Evangelio, varios responsables de la Comisión diocesana para el Jubileo leyeron extractos de la bula de convocatoria “Spes non confundit”. Durante ese momento, también se mencionó el significado de uno de los símbolos del Jubileo, el ancla, presente en la celebración, colocado junto al Cristo del Amor y de la Paz, que también se llevó en peregrinación hasta la Catedral. Un símbolo que transmite un mensaje de esperanza: “Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia”.

 

Peregrinación a la Catedral

Al finalizar, comenzó la peregrinación hacia la Catedral con el Cristo del Amor y de la Paz abriendo el cortejo, “como signo del camino de esperanza del pueblo peregrino tras la cruz de Cristo”.  Detrás del paso, caminaba el obispo y los sacerdotes, con el acompañamiento musical de la Banda de música de Alba de Tormes. El ancla, como símbolo del Jubileo, también era portado por tres jóvenes cofrades, y junto a ellos, representantes de las cofradías de la diócesis y el Pueblo de Dios.

Tras recorrer las calles Compañía y Rúa Mayor, la peregrinación llegó a la puerta del obispo de la Catedral, donde Mons. José Luis Retana realizó otro símbolo de esta apertura, con una llamada al paso para levantar al Crucificado, exclamando las palabras: “Salve, cruz de Cristo, única esperanza”, a lo que el pueblo respondió cantando: “Victoria, tú reinarás, oh cruz, tu nos salvarás”.

Pasadas las seis de la tarde comenzó la eucaristía, con un primer gesto de bendición y aspersión con agua bendita del obispo hacia los feligreses, en un templo lleno para la ocasión.  El grupo de música diocesano, formado por cerca de un centenar de niños, jóvenes y adultos, fueron los responsables de los cantos durante toda la celebración.

Jornada de la Sagrada Familia

En su homilía, Mons. José Luis Retana, recordó que ese domingo, 29 de diciembre, se celebraba también la Jornada de la Sagrada Familia, bajo el lema: “Familia, fuente de esperanza”, que ha coincidido con la apertura del Jubileo ordinario, que se celebra cada 25 años, “un tiempo especial de gracia que nos invita a ser peregrinos de esperanza”.

El obispo elogió el papel de las familias, “como fuente de esperanza en una sociedad herida por el aislamiento, la soledad y la ruptura de los lazos comunitarios”. En este sentido, considera que la familia, “es la primera y fundamental estructura en la que se aprende el sentido de la solidaridad, la gratitud y el cuidado del otro”.

Por otra parte, recordó, en relación al Jubileo, que la Iglesia, “nos ofrece herramientas para que vivamos tiempos fuertes de gracia, que son los jubileos ordinarios”, el último celebrado en el 2000. El papa ha elegido el tema de la esperanza, “que hay que descubrir para que pueda ser comunicada a nuestros contemporáneos, que pasa por un testimonio de fe, pero también de caridad”. Mons. José Luis Retana insistió en que el Jubileo es un tiempo de gracia y conversión, “para reconciliarnos con Dios, pero también para salir al encuentro del hermano, para poner en práctica las obras de misericordia”.

Alimentar la esperanza

Asimismo, mencionó que el santo padre ha pedido que este Jubileo “pueda ser para nosotros un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús”, y que se viva como un camino de esperanza, “con momentos fuertes en que el encuentro con el Señor alimente y robusteza la esperanza”. Al respecto, el papa Francisco propone algunas acciones concretas para ser portadores de esperanza, como por ejemplo: la paz, impulsada con proyectos concretos; la apertura a la vida, cuidada desde su concepción; el acompañamiento a los privados de libertad; el cuidado de los enfermos; la cercanía a los jóvenes; la acogida a los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados, o la atención a los ancianos.

Por último, en su homilía también destacó que el papa llama a convertirnos, “en signos de esperanza para todas las personas que viven en especial dificultad, que dificultan los motivos para la esperanza”. Mons. José Luis Retana, pidió que el Año Jubilar que comienza, “sea un tiempo de gracia que nos permita redescubrir la belleza del amor familiar y la alegría de ser peregrinos de esperanza en el camino hacia el reino de Dios”.

La colecta de la eucaristía se destinará a proyectos sociales de Pastoral Penitenciaria. Entre las ofrendas que se llevaron al altar destacaron la mascota del Jubileo, “Luce” (luz en italiano), y un belén, portados por familias. Para cerrar la celebración, tras la bendición final, el grupo de música diocesano cantó varios villancicos, contagiando la alegría entre los fieles y animando a todos a ser peregrinos de esperanza, como reza el lema del Jubileo.

 

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