24/04/2020
En estos momentos, todo lo que ocurre en nuestro mundo está marcado por la situación creada por la pandemia del coronavirus.
Lo que menos podíamos pensar es que la epidemia fuera a influir en el mundo de los misioneros. Y ya lo creo que influye.
Los misioneros son gente que han dejado su tierra, su casa, su familia y un probable estado influyente dada su preparación, para pensar y trabajar por personas, pueblos y situaciones con necesidades humanas, religiosas y también materiales o sociales.
Por supuesto que el principal objetivo perseguido por los misioneros es el anuncio evangélico y la atención espiritual y religiosa. Pero desde la perspectiva cristiana el espíritu no está alejado de la atención humana y material de las personas. La atención al bienestar es una muestra del amor de Dios que llega a las personas concretas y manifiesta así esa cercanía y amor concreto en que se percibe la proximidad de Dios, el sentido paternal y la misericordia de un Dios que tiene rostro humano.
Pero la obra de los misioneros no consiste sólo en decir misas, perdonar los pecados, casar y enterrar, y administrar catequesis. Es muy significativo el trabajo social que se realiza en las misiones a través de escuelas, hospitales, centros de atención de mayores o de acogida de necesitados.
Estos centros misioneros se ven ahora amenazados por los efectos del coronavirus. En atención a esas necesidades previsibles, el Papa acaba de crear un fondo de atención a las iglesias jóvenes, y ha comenzado por dotar al fondo con 750.000 dólares. Ha encargado de la gestión y acrecentamiento de dicho fondo al Cardenal Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, a través de las Obras Misionales Pontificias.
El cardenal prefecto explica que el Papa se preocupa de la situación concreta de las iglesias misioneras. Dice el cardenal que “en su tarea de evangelización, la Iglesia está a menudo a la vanguardia ante las grandes amenazas al bienestar humano. Sólo en África”, explica el cardenal del dicasterio misionero, “hay más de 74.000 religiosas y más de 46.000 sacerdotes que dirigen 7.274 hospitales y clínicas, 2.346 hogares para ancianos y personas vulnerables, y se educa a más de 19 millones de niños en 45.088 escuelas primarias. En muchas zonas rurales son los únicos proveedores de atención de la salud y educación”.
Las Obras Misionales Pontificias, dependientes de la congregación para la evangelización, son el canal oficial de apoyo al Papa para atender a las más de 1.000 diócesis que cubren los territorios de misión especialmente en Asia, África, Oceanía y parte de la región del Amazonas y otros vicariatos apostólicos en las zonas más en las “periferias” de América.
D. José María Calderón, director de OMP España, se une a la petición del Santo Padre de crear un Fondo de Emergencia internacional para ayudar a los Territorios de misión, ante las graves consecuencias que la pandemia puede provocar en las zonas más pobres del planeta.
“Desgraciadamente la situación causada en España por el Covid-19 es terrible, en todos los aspectos: de muertos, de contagiados, de personal sanitario enfermo, de falta de material y de medios para trabajar con una cierta seguridad… ¡y la que nos viene encima a nivel económico!”, explica José María Calderón. “Sin embargo vamos viendo cómo esta pandemia está poco a poco haciéndose hueco en la vida de los países de África, Asia, Oceanía y América, que cuentan con muchos menos medios que nosotros, y en algunos sitios tienen unas graves dificultades para afrontarla y para poder vivir el confinamiento, la disciplina a la hora de las relaciones, ¡la forma de vivir los duelos y los entierros! Por eso, los misioneros ya nos están dando la voz de alarma… ¡van a necesitar mucha oración y muchas ayudas por nuestra parte!”, afirma. “OMP es el canal que el Santo Padre y la Iglesia tienen para hacerles llegar esa ayuda, tanto espiritual como material”.
A través de las Obras Misionales Pontificias, el instrumento que tiene la Santa Sede para sostener a las Iglesias más jóvenes, la ayuda con la que podamos colaborar con ese fondo de apoyo a las necesidades del coronavirus llegará a todas las comunidades afectadas en los países de misión a través de las estructuras e instituciones de la Iglesia. Este Fondo es internacional, y cuenta con la capilaridad de las Obras Misionales Pontificias, que llega a 1.111 Territorios de Misión, y sostiene el trabajo de los misioneros y de cada una de las parroquias en estas zonas.
Estos territorios representan un tercio de las diócesis del mundo, y en ellas vive casi la mitad de la población mundial. Allí la Iglesia hace un enorme trabajo de evangelización y promoción humana. De hecho, en ellas la Iglesia sostiene 26.898 instituciones sociales (hospitales, dispensarios, residencias de ancianos, orfanatos…), y 119.200 escuelas -más de la mitad de las que sostiene la Iglesia en el mundo-. En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto en misiones una media de 2 instituciones sociales y 6 escuelas al día.
Todo este trabajo que la Iglesia realiza necesita apoyo económico, y lo recibe de forma habitual a través de las Obras Misionales Pontificias, en campañas tan conocidas como el Domund. Pero en estas circunstancias tan especiales, ya hay peticiones de ayuda extraordinarias. El Papa ha pedido a los fieles y a las entidades de la Iglesia que tienen la posibilidad y lo desean, que contribuyan a este Fondo de Emergencia a través de las Obras Misionales Pontificias de cada país.