20/02/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
P.: ¿Qué balance hace del Congreso de Vocaciones?
R.: El balance ha sido muy positivo. Ha sido una gran fiesta, de alegría, de comunión y de encuentro. Hemos tenido ocasión de renovar nuestras llamadas personales en medio de la comunidad, de la comunión y de la Iglesia. Ha sido una verdadera inyección del Espíritu del Señor para renovar el “sí ” que cada uno que le damos al Señor en nuestro vivir de cada día.
P.: ¿Cuáles van a ser los próximos pasos desde la Pastoral Vocacional?
R.: El Dios que llama es el Dios que nos hace soñar en algo siempre nuevo. Por eso, ahora toca asumir el pasar de los sueños al trabajo, a los retos concretos en nuestra vida diocesana, en nuestra Diócesis de Salamanca.
El Congreso ha sido providencial para formar una mesa de trabajo que, desde septiembre, llevamos reuniéndonos cada mes dos horas o dos horas y media, de varias delegaciones: Enseñanza, de Pastoral Universitaria, de Pastoral Juvenil, Familia y Vida, Catequesis, Misiones, el Seminario y del Primer Anuncio, para trabajar el congreso.
Ahora toca que esa mesa siga trabajando, que impulse a cada una de estas delegaciones que ya, de alguna manera, están en marcha y funcionando con mucha fuerza. Pero ahora toca que los planes, los calendarios, los trabajos, sean en común y no en paralelo. Seguir orando al Padre para que no deje de llamar y que podamos escuchar su voz. Reavivar la conciencia vocacional de todo bautizado y fomentar una pastoral vocacional transversal que inunde todos los procesos, todas las actividades pastorales y toda la vida de la Iglesia diocesana. Ese es el reto: que todo lo inunde una verdadera transversalidad de la pastoral vocacional.
P.: En este Congreso de las Vocaciones se ha resaltado que la vocación es una misión en la Iglesia, más allá del camino sacerdotal o de la vida consagrada. ¿Qué papel desempeñan los laicos en esa vocación o misión de la Iglesia?
R.: Pues el papel que desempeñan los laicos es el papel que desempeña todo bautizado, incluidos también los consagrados. El papel de los sacerdotes, en cambio, es estar atentos a la vocación que sigue llamándonos para hacernos protagonistas de la historia de cada tiempo y de cada lugar.
P.: ¿Qué destacaría de las vocaciones de nuestra diócesis?
R.: Me gustaría destacar, sobre todo, respondiendo al lema, ¿Para quién soy? Pero se nos olvida la pregunta completa, que es, ¿para quién soy yo?. Yo respondería, – y creo que también refleja lo que es mi sentir vocacional de nuestra diócesis-, para Dios y para los demás. La llamada es un don que se recibe y un don que se entrega al mundo desde la fe, para el amor y la esperanza.
Un don que, si se acoge con disponibilidad, produce alegría en quien lo recibe y lo convierte también en una gran alegría para los demás. Un don que brota y se hace realidad en la amistad con Jesús, y que conduce a formar la familia de los llamados, que es la Iglesia.
Desde la Delegación de Pastoral Vocacional, invito a todos a vivir la vocación como núcleo de toda la vida cristiana, como un camino de amor, de esperanza y de comunión; a vivir la vocación como un fuego que transforme el mundo.
La misión de cada bautizado es transmitir ese fuego y hacer de su vida un signo del amor de Dios. Pues a eso es a lo que os invito a todos desde el poscongreso. Ahora hay mucho trabajo por delante, y convertir todo esto en tarea de cada día.