21/12/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Durante más de 60 años, Pedro Calama fue el sacerdote de El Cerro. En este municipio todo el mundo le conocía y le quería. Con ellos había celebrado bautizos, bodas y funerales de varias generaciones, y dejó una huella imborrable. Allí llegó con 30 años, en 1958, y fue testigo directo de la despoblación, en un municipio que pasó de 1.200 a 300 habitantes.
En El Cerro le organizaron varios homenajes por su dedicación pastoral, el último de ellos cuando se trasladó a la residencia diocesana de Salamanca. Pedro Calama ha fallecido este sábado a los 96 años de edad, después de una vida de vocación y servicio a los demás, de humildad que desprendía en cada una de sus palabras. Natural de La Alberca, donde nació el 29 de octubre de 1928, se formó en el seminario Coria, en Cáceres, donde se ordenó el 12 de junio de 1954.
Antes de incardinarse en la Diócesis de Salamanca, en 1958, tras su ordenación fue párroco de Ladrillar, El Cabezo y Riomalo de Arriba, en Cáceres. Hasta que fue destinado a El Cerro. En esa zona de la Sierra también fue responsable de las parroquias de Montemayor del Río, Lagunilla y Vadelageve.
En 2019, en El Cerro se colocaron dos placas con el nombre de este sacerdote diocesano, una en la entrada del templo, y otra, en la plaza de la iglesia, que desde ese momento lleva su nombre. Allí le describían como un hombre “sencillo y cercano”, que hasta sus últimos días en el pueblo no dudaba en subir las decenas de escaleras y pendientes que le llevaban a la iglesia para dar la eucaristía a sus vecinos. Tampoco faltaron las partidas de cartas. En su despacho parroquial en su casa de El Cerro, tenía enmarcada su partida de bautismo de La Alberca, y un montón de recuerdos de 60 años de vida en este municipio.
En alguna ocasión, Pedro Calama había reconocido que su vocación siempre ha sido “estar cerca del pueblo”, con una predisposición especial hacia el medio rural: “Todo el mundo te habla, te conoce y te dice algo”. Y su de algo presumía era de conocer a todos los vecinos de El Cerro, “son mis hijos espirituales“.
La capilla ardiente se ha instalado en la sala Jovellanos de la Casa de la Iglesia, y el funeral se celebrará mañana, 22 de diciembre, a las 17:00 horas, en la parroquia de San Nicolás de Bari de El Cerro, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana.
“El Señor es mi Pastor nada me falta, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo” Sal 22, 4