ACTUALIDAD DIOCESANA

30/10/2019

EvangelizARTE: La capilla dorada

El próximo 1 de noviembre celebraremos la solemnidad de Todos los Santos, por este motivo, nos vamos a acercar a la Capilla Dorada de la Catedral Nueva de Salamanca, que se encuentra situada a los pies, también denominada de Todos los Santos, por su ingente decoración escultórica de santos. Se trata de una de las primeras capillas construidas nada más empezada la seo en 1513. En 1520, el cabildo contrata a Juan de Álava edificar las tres capillas del lado de la epístola, junto a la Catedral Vieja, entre ellas nuestra Capilla Dorada. La capilla fue concluida en su arquitectura en 1523, como consta en una inscripción en la puerta que se realizó para comunicarse con la Catedral Vieja. En 1524, don Francisco Sánchez de Palenzuela, arcediano de Alba, compra al cabildo para su enterramiento esta capilla, el precio se estable en 200.000 maravedíes, los cuales servirán, según está recogido en el archivo catedralicio, para “obra y progreso de la Catedral Nueva” y para “dar ánimo a otros que, imitando a él, hiziesen lo semejante”.
Desde agosto de 1524 hasta diciembre de ese mismo año, es contratado para ser decorada a un tal “maestre Gil”, que vino desde Zamora. Las últimas noticias escritas que encontramos sobre esta capilla son de agosto de 1525, donde el arcediano de Alba encarga piedra de Villamayor, posiblemente para terminar la numerosa obra escultórica, nada menos que 110 esculturas de santos, además hubo que realizar los sepulcros del fundador y sus familiares.

Un recinto funerario y religioso privado

Estamos ante un recinto funerario y religioso privado. La capilla de Francisco Sánchez de Palenzuela se distribuye arquitectónicamente como las del resto de la catedral, sin embargo, es peculiar porque dispone de coro, que es sostenido por una cornisa con una bella y profusa decoración gótica de animales y plantas. Además, se conserva el órgano realejo para el coro de esta capilla, hoy en día visible en la Catedral Vieja, junto al ábside de la Epístola o sur. A esto se añade un púlpito para predicar, también con la típica decoración recargada del último gótico, en una cinta está inscrito el Salmo 116: “Laudate dominum omnes gentes”. Preside la capilla un conjunto escultórico sobre el altar, dentro de un gran arco carpanel, flanqueado por pináculos, posiblemente es de Juan de Gante, el mismo que esculpió el calvario de la portada principal. Bajo el Crucificado flamenco está la imagen de San Pedro en Cátedra. En la capilla predomina el gusto tardo-gótico del “horro vacui”, que lleva a cubrir los muros de ménsulas y doseles, que sirven de marco para las figuras bíblicas, desde Adán y Eva, hasta los santos de la Iglesia. Nos llama la atención que el canónigo Sánchez Palenzuela, que había residido en Roma desde 1504, no mande decorar una capilla al gusto “moderno” del Renacimiento, lo cual demuestra su preferencia por un estilo más conservador. Baste como ejemplo de pervivencia por el gusto medieval el expresionismo de la imagen del “Memento mori” (“Acuérdate que has de morir”), en la que aparece representado el cuerpo de mujer en descomposición, que carga con su ataúd y cuyo sexo es cubierto por un sapo en relación al pecado de lujuria.

Disponemos del sentido iconográfico de la capilla gracias al testamento del fundador: “a Dios todopoderoso, criador del cielo e de la tierra, que la crió, compró e remedió por su preciosa sangre, e a su gloriosíssima madre Sancta María siempre Virgen e a Señor Sant Miguel ángel e a los bienaventurados apóstoles Sant Pedro e Sant Pablo e a todos los santos e Sanctas de la corte triunfante celestial, e invoco la misericordia de Dios omnipontente, el cual por su infinita bondad e clemencia aya misericordia de mi ánima, suplícole que la quiera llevar a la su sancta gloria con los sus sanctos vienabenturados, e ruego e pideo por merced a la Virgen Sancta María su madre, a quien siempre tuve e tengo por abogada e señora, e a a Señor Sant Miguel ángel que me la guíe e lleve a buen lugar e sean rogadores por ella”. Esta invocación nos sorprende, sobre todo cuando es leída dentro de esta capilla, porque es justamente lo que aquí se representa. La sangre preciosa, la que derramó Cristo en la cruz, que se hace presente y se actualiza en el sacramento de la Eucaristía, celebrada en esta capilla bajo el Calvario, es la que lava los pecados y abre la puerta de la salvación al Cielo: “Han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero” (Ap. 7, 14); “tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios… por eso comparezcamos confiados ante el trono de la gracias para alcanzar misericordia” (Hb. 4, 14 ss.). Al entrar en esta capilla podemos contemplar anticipadamente con nuestros ojos la gloria del mismo Cielo, lugar a donde aspira llegar, detrás de seguir los pasos de Jesús, Francisco Sánchez de Palenzuela, su familia y toda la humanidad. Los que están allí representado en piedra policromada son los que Jesús declara bienaventurados por haber vivido su Evangelio en radicalidad y santidad (cf. Mt. 5, 3-12). La enorme cantidad de oro que cubre doseles, ménsulas, arcos, coro, bóveda… simboliza que estamos en un lugar trascendente, donde vive Dios, el Cielo, la meta de la humanidad redimida por Cristo.

Terminamos con la espléndida reja que cierra la capilla es obra de Esteban de Buenamadre, realizada en 1525, se trata de uno de los ejemplos mejores en los que se armonizan elementos góticos y renacentistas. Está coronada por el Crucificado, bajo la cual dos ángeles tenantes sostienen el escudo del fundador, esperando y confiando en la resurrección final.

 

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