27/03/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Era la hora tercera cuando le crucificaron (Marcos 15,25).
Jerónimo Prieto representa la Crucifixión bajo su particular mirada de la Pasión, donde crea personajes y detalles con un profundo significado. El segundo día del Triduo Pascual pone su mirada en la muerte de Jesús en la Cruz. Desde el Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, su responsable, Tomás Gil, profundiza en esta escena de una de las tavolettas que este artista salmantino pintó para la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz en 1998.
“Jesús en la Cruz no aparece distante de los personajes, está en el primer plano, y lo dispone así Jerónimo Prieto, pero está a la misma altura de aquellos que se le acercan”, detalla este sacerdote diocesano. Bajo su punto de vista, la Cruz, “no le aleja, sino que le hace cercano a la humanidad, que es a la que ha venido a salvar”. Y bajo los brazos del crucificado se reúne un grupo de discípulos de Jesús, “con el que da comienzo una nueva humanidad y la vida de la Iglesia”.
A la izquierda de Cristo, en esta tavoletta aparecen en la escena el discípulo amado, y detrás, María Magdalena. Y justo al otro lado, la madre de Jesús, María, y otra de las Marías, que aparece detrás de la primera. Tomás Gil subraya que hay distintos momentos de la Pasión que se recogen en esta obra de Jerónimo Prieto. “No es una escena que marque un momento, un instante de la muerte de Jesús en la cruz, sino que aparecen varias cosas que están basadas en el Evangelio”.
Por ejemplo, al lado del evangelista Juan aparece el costado abierto de Cristo. “Tradicionalmente, el costado se pone a la derecha, pero Jerónimo Prieto lo pone a la izquierda, consciente del texto del Evangelio de Juan, cuando el soldado le clava la lanza a Jesús en el costado, y sale la sangre y el agua, que son los sacramentos de la Iglesia, y San Juan dice que el que lo vio da testimonio de que esto es verdad, así que está haciendo referencia a él”, detalla Tomás Gil. Y con ese gesto, él conoce que es el discípulo amado Juan el que al pie de la cruz vio salir de ese costado sangre y agua.
Otro detalle significativo en esta pintura de la tavoletta es que, aunque haya muerto, “la mano derecha del crucificado es una mano abierta”, y señala hacia abajo, “hacia María, la madre, que tiene que ser acogida por el amado”. De hecho, en la escena se ve una mirada, “que aunque ha caído la cabeza de Cristo hacia la derecha, hay una mirada hacia el discípulo amado, para que acoja a María como su madre”.
El director del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico pone su mirada a otro detalle simbólico muy propio del universo pictórico de Jerónimo Prieto. “La pierna izquierda del crucificado no está clavada, está suelta, y con eso nos quiere decir varias cosas, como por ejemplo, que es el camino que los cristianos tenemos que hacer, hacia la cruz”. E insiste en que también la Cruz no es un lugar de término, “sino también de salida, un lugar donde Jesús entrega el espíritu, e inclina la cabeza tal y como aparece”.
Ese gesto, el pintor lo enfatiza con un mechón de pelo que cae lateralmente, con la inclinación de la cabeza, “para poder entregar el Espíritu, por eso la boca abierta de Cristo de la que nace, y a los que se reúnen en torno a sí, les tiene que convertir en discípulos misioneros en medio del mundo”, enfatiza Gil.
De toda la escena, para este responsable los pies descalzos al pie de la Cruz dan a entender que el crucificado es el que invita, con esa pierna adelantada, “y sin ser clavada en la Cruz”, “a que hay que hacer ese camino desde la Cruz también”. Tomás Gil concluye, que tras la Crucifixión, en la mañana de Resurrección, “se convertirá sin duda alguna en el lugar de partida desde donde la Iglesia tiene que hacer camino en medio del mundo anunciando a Jesús”.