ACTUALIDAD DIOCESANA

14/06/2019

EvangelizARTE: Custodia de las Carmelitas de Peñaranda de Bracamonte

La custodia de las carmelitas de Peñaranda fue realizada por el platero salmantino Manuel García Crespo a mediados del siglo XVIII. Sabemos que el platero fue padre de una de las religiosas carmelitas de este convento, lo cual influyó a la hora de ser elegido para ser su platero durante más de cuarenta años. Esta fue su última obra, realizada en 1766, año de su muerte. Se encontraba sin terminar en su taller salmantino, pero ya muy avanzada, por lo que tuvo que ser terminada por otro orfebre (José Joaquín Dávila). El coste total de la custodia ascendió a 15.000 reales; la marca o firma del artista está grabada en su peana (MNVUE/GARZA).
La custodia tipo sol sostenida por un ángel alcanza con Manuel García Crespo su más alta creación, hasta tal punto que le valió su reconocimiento artístico fuera de Salamanca. Así, nos encontramos varias custodias suyas repartidas por la geografía española. Sin embargo, la aceptación de este tipo de custodia se debió no solo a su belleza externa, sino a que recoge y expresa la fe sobre la Eucaristía, que corresponde en esta época a la doctrina del Concilio de Trento. El estilo de esta obra pertenece a un barroco final, al que se denomina rococó, de ahí su decoración cuidada, minuciosa y recargada. Se usan efectos teatrales para llamar la atención, como son esos rayos de luz o de fuego, o la banda movida por el viento que cubre el cuerpo del ángel.
Detrás de esta composición tan llamativa y deslumbrante se encierra un mensaje sobre la Eucarística, según las distintas imágenes y símbolos que la conforman.

La nube

El platero que hizo esta custodia respondiera a un gran desafío: ¿qué imágenes cinceladas pueden ayudar a los fieles a reconocer la presencia viva del Hijo de Dios en el pan consagrado de la Eucaristía? Algunos sermones de aquel tiempo utilizaban imágenes sacadas de la Escritura para demostrar la presencia del Cuerpo de Cristo en la forma consagrada, y fueron las que inspiraron a los artistas. Una de ellas era la nube del éxodo y de la trasfiguración. El Pueblo de Dios en el monte Sinaí y después los discípulos de Jesús en el monte Tabor reconocieron la presencia de Dios por medio de esa nube. Ahora es el momento de reconocer la presencia de Dios en el Cuerpo de Cristo. Si contemplamos bien, el artista ha rodeado a propósito el Cuerpo de Cristo en una nube misteriosa, que sigue circularmente la forma consagrada. Los rayos de luz y las llamaradas de fuego emanan con fuerza, tal y como nos relata el libro del éxodo (cf. Ex 19).
También dentro de esta nube, que es el símbolo del sacramento de la Eucaristía, aparece la gloria de Dios: “Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”. Las tres personas de la Santísima Trinidad son representadas en el interior de esta nube eucarística.

La cruz y el ángel

En esta custodia el orfebre ha querido representar otro aspecto de la Eucaristía: la entrega de Jesús, su sacrificio. La parte superior de la nube es coronada por una cruz. La Eucaristía, además de ser memoria de la Cena del Señor, actualiza su entrega Pascual. Por debajo aparece un ángel sosteniendo la gloria de Dios y la presencia eucarística. Sus manos y brazos elevan la ofrenda. La postura de su cuerpo y sus vestidos refleja el movimiento de una acción, y sus pies pisan sobre una esfera cubierta de nubes. ¿Qué significa esta imagen del ángel? La respuesta está en la plegaria eucarística, el sacerdote dice, después de la consagración: “Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el cuerpo y Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, bendecidos por tu gracia tengamos parte en la plenitud de tu Reino” (Plegaria Eucarística I). Antes era el Padre el que entregaba Jesús, ahora es la Iglesia la que pide al Padre entregarse con Jesús. Por eso, el ángel pisa el mundo, cubierto por la misma nube de la gloria de Dios. Gracias a la Eucaristía la Iglesia puede realizar su tarea de entregarse al Señor, a los hermanos y a los pobres: “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16).

Las espigas y las uvas

En la base de la custodia están representadas las espigas de trigo y racimos de uvas, apareciendo como frutos que nacen de la tierra. Las hojas de parra y los haces de espigas son elementos decorativos que dominan la parte inferior. No obstante, ya están entremezclados el trigo y las uvas con cabezas de ángeles, dando a entender que van a tener un fin superior. Al final los racimos y las espigas pasan a la parte superior de la custodia, donde está la nube de la gloria. La intervención de Dios Padre y de su Espíritu, hacen que se conviertan, después de ser transformados por la humanidad en pan y vino, en el Cuerpo y Sangre de Cristo.

Invitación final

Acabamos de admirar, agradecer y recibir los dones que contiene la Eucaristía por medio de los símbolos que grabó en su custodia García Crespo. Además de esto, para terminar, debemos tener en cuenta que la custodia fue creada no solo con el fin de la adoración del Señor, sino también para salir en procesión por el mundo, imagen de una Iglesia enviada desde la Eucaristía al mundo. El mismo Señor, presente en su cuerpo, encabeza y acompaña esta marcha. Tú también estás invitado a entrar en este camino de la presencia y entrega del Señor hasta que vuelva.

 

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