12/12/2021
Seguimos en tiempo de Adviento, en estas semanas que preceden a la celebración de la Navidad.
Este tercer domingo, las lecturas repiten, todas ellas, dos aspectos que son el núcleo de este tiempo: la invitación a alegrarnos y el recordatorio de que Dios está cerca, en medio de nosotros.
Pero el Adviento también es tiempo de confusión y debemos estar alerta. Es muy fácil quedarse en lo accesorio, alegrarnos porque toca, sin saber muy bien por qué, tener buenos propósitos porque una vez al año no hace daño y olvidarlo todo cuando llega el 7 de enero.
Este tercer domingo no sólo se nos invita a estar alegres, sino que se nos piden demostraciones concretas de que esto es así. Incluso se nos pide “Gritad jubilosos”. Se trata de una alegría que nada tiene que ver con los adornos, con las luces, con el nerviosismo en las calles por la compra de los regalos. Es una alegría profunda, la que nos da la seguridad de saber que Dios está de nuestra parte, que sus promesas siempre se cumplen y que quiere hacerse como nosotros, uno de los nuestros.
Una alegría que procede de un anuncio:
Entonces, ¿qué debemos hacer?. Ante esta misma pregunta, que le hicieron a Juan cuando anunciaba la llegada de un tiempo nuevo, la respuesta es muy clara y esto sí que no deja lugar a confusiones: el que tenga, que comparta, no exijáis más de lo que es justo, no os aprovechéis de nadie.
Esto es lo que celebramos y conviene que estemos alerta, para no caer en la confusión y el torbellino de estos días. Ojalá gritemos nuestra alegría, seamos conscientes de por qué estamos alegres, y nuestras acciones sean el signo que demuestre que Dios está cerca.
Feliz Domingo!
Belén Santamaría
Laica, CVX y trabajadora de Cáritas Diocesana.