ACTUALIDAD DIOCESANA

14/04/2020

Enseñanzas del coronavirus, desde el Convento de las Dueñas

La religiosa dominica Sor María Eugenia Maeso envía desde el Convento de las Dueñas un artículo con título: “Enseñanzas del coronavirus”, en el que nos invita a reflexionar sobre las lecciones positivas que puede dejarnos el covid-19. Además, relata cómo han vivido el Triduo pascual en esta comunidad de clausura.

ENSEÑANZAS DEL CORONAVIRUS

 

En esta etapa dura que estamos viviendo a causa del coronavirus, hemos de prensa que alguna lección positiva podemos y debemos sacar de esta pandemia que nos tiene atenazados:

Estamos en el siglo 21 cuando la ciencia ha avanzado increíblemente, cuando el hombre se ha creído un superhombre  todopoderoso  que no necesita a Dios para nada por lo que le ha excluido de la sociedad porque se vale por sí solo para todo.  El hombre ha conquistado el espacio, ha pisado la luna, ha creado satélites espaciales, ha dominado la tierra, el mar y  las galaxias.  De pronto aparece, no se sabe de dónde, un virus microscópico al que nadie hasta ahora ha logrado erradicar y tiene que inclinar la cerviz reconociendo su impotencia. Sí, esperamos que al fin será vencido pero porque Dios va a iluminar la inteligencia de los hombres que ha creado con la posibilidad del progreso. ¡Ojalá sea pronto!

Muchas personas que nunca rezaban ni acudían a Dios lo están haciendo ahora cuando la humanidad entera se siente impotente y desvalida.

En medio de este caos mundial van aflorando semillas de servicialidad y ayuda,  que aun las personas más frías tienen escondidas en su interior. Pensamos sobre todo en los sanitarios que  están agotados y jugándose la vida por  salvar a los afectados por la pandemia. Son dignos de toda admiración y respeto.  Nos están dando una lección de humanidad excepcional.

Otra lección nos la ofrecen las circunstancias ya que no sabemos valorar lo que es la libertad, el poder salir de casa para aspirar la caricia de la brisa al amanecer, el encontrarnos con los amigos y viajar para disfrutar de las bellezas que Dios ha colocado en esta casa común de la creación.  Todo esto sólo se valora cuando se pierde, cuando tenemos que vivir confinados en un  piso. Cuando lo disfrutamos nos parece la cosa más natural y no somos capaces de levantar la mirada hacia Dios para darle gracias por todo. ¡Recibimos tanto de Él! ….

Ojalá que esta época larga y dura que la humanidad está sufriendo nos sirva a todos para reflexionar,  levantar la mirada a nuestro Padre Dios, crecer en el amor fraterno y vivir en la alabanza y acción de gracias.   ¿No sería un hermoso regalo que el cielo nos depara para que la paz y la esperanza inunden nuestro corazón? Así lo deseamos y unidos lo pedimos.

¿Cómo han vivido este triduo pascual en el Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación?

Foto: Óscar García.

Las hermanas Dominicas, como tantas otras religiosas de vida contemplativa, están acostumbradas a vivir en clausura, sin poder salir de sus monasterios, pero la pandemia de coronavirus ha modificado sus rutinas. Su forma de celebrar el triduo pascual este año también ha sido diferente. Así lo señala Sor María Eugenia Maeso: “Estos días en los que el trabajo ha disminuido porque la repostería ha estado cerrada, hemos dedicado mucho más tiempo a la oración teniendo en cuenta las circunstancias especiales que todos estamos viviendo a causa del coronavirus”.

Durante el triduo las hermanas han estado haciendo vela por turnos ante el Santísimo y en este tiempo han intensificado su oración: “Es una suerte tener en casa un sagrario donde mora Él”, asevera

Las hermanas no son ajenas al dolor y sufrimiento que está provocando este virus, están sufriendo “en unión con Cristo, con nuestro Obispo y con cada uno de los hermanos clavados en la cruz de esta pandemia terrible. Porque cuando los hermanos de más allá de nuestras rejas están sufriendo, nuestro corazón también está desgarrado y sangra. Este año, junto a la Cruz de Jesús ha habido y hay otras muchas que también son redentoras”, afirma Sor Mª Eugenia.

LOS OFICIOS LITÚRGICOS DE SEMANA SANTA LOS HAN SEGUIDO POR TELEVISIÓN

Sin omitir los actos de piedad propios de estos días como la hora Santa del Jueves, el Viacrucis del Viernes y el Rosario meditado del Sábado, las hermanas Dominicas han vivido seguido los cultos propios del triduo Pascual en compañía del Papa Francisco “siguiéndolos de un modo íntimo y profundo” por la televisión, cómo millones de fieles.  “¡Qué impresionante contemplar las naves de la basílica de San Pedro vacías!  (…) Se percibían el silencio y las lágrimas”, señala Maeso.

En el Monasterio de las Dueñas tan solo se ha celebrado la eucaristía el Domingo de Pascua de Resurrección “que vino un Padre de San Esteban para consagrarnos unos copones ya que la Madre Priora nos daba la comunión (y nos la sigue dando todos los días) y las formas se acaban”.  En estos días continúan siguiendo la eucaristía a través de la televisión.

“Sabemos que esta pandemia que puede parecer un castigo no lo es”, afirma Sor María Eugenia. “Dios saca de todos los males cosas muy buenas y positivas porque es el Dios del amor”, entre ellas resalta el espíritu de solidaridad y fraternidad que ha desencadenado también esta crisis. “Ahí tenemos la respuesta de los sanitarios, los voluntarios, los guardias, los sacerdotes y un largo etc. de personas que están dando un fuerte testimonio de solidaridad y fraternidad”, recuerda. “Cuando llegue la hora de Dios, Él mandará callar y enmudecer  estas olas tenebrosas. El mal no tendrá la última palabra”.

 

INTENSIFICAR LA ORACIÓN

Las religiosas oran incesantemente por las personas que están padeciendo esta enfermedad, por quienes les asisten y sobre todo también por los que fallecen en aparente soledad, como describe Sor María Eugenia: “Toda la Iglesia y las personas de buena voluntad estamos orando con Pedro a la cabeza y eso nos da la firme esperanza de que los que al parecer morían y se encontraban solos, los que vivían aislados en sus casas, estaban acompañados de María la mejor de las Madres. Seguro que habrá enjugado sus lágrimas y recogido su último suspiro hasta introducirlos en la gloria eterna para cantar con los santos el “Aleluya” Pascual. Así se lo pedimos a diario con la oración compuesta por el Papa Francisco, y una Madre nunca puede fallar”.

 

Foto: Óscar García

 

 

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