25/07/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
“En la vejez no me abandones” (cf. Sal 71,9), es el lema escogido por el papa Francisco para celebrar el próximo domingo, 28 de julio, la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Esta jornada, instituida en 2021 por el santo padre, se conmemora el cuarto domingo de julio, cerca de la memoria litúrgica de los santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús. Una ocasión para poner de relieve el valor y la dignidad de las personas mayores, recordando su papel fundamental en la familia y en la sociedad.
El Papa ha concedido la indulgencia plenaria a los fieles que participen en las misas dedicadas a los abuelos y mayores o visiten a los que viven en más soledad. Un gesto que busca promover el acompañamiento y la cercanía hacia ellos, combatiendo así la soledad y el aislamiento que muchas veces sufren.
Como preparación al Jubileo de la Esperanza, Francisco se ha inspirado en el salmo 71 para elegir el tema de su mensaje para esta IV Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores, que se refiere a la invocación de un anciano que relata su historia de amistad con Dios. Un mensaje en el que ofrece palabras de consuelo y esperanza, destacando que “Dios nunca abandona a sus hijos”, ni siquiera “cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean” y la vida se vuelve “menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil”.
El Papa denuncia que “la soledad y el descarte se han vuelto elementos recurrentes” en la vida de muchos ancianos, destacando que esta situación no es inevitable ni casual, sino el fruto de decisiones “políticas, económicas, sociales y personales, que no reconocen la dignidad infinita de toda persona”. En este sentido, señala que “estamos perdiendo cada vez más “el sabor de la fraternidad” e incluso nos cuesta imaginar algo diferente”.
El Santo Padre recuerda que la Biblia nos muestra a un Dios que siempre está cerca en cada etapa de la vida, incluso en la vejez y el dolor. A través del relato de la historia de Rut y Noemí, Francisco invita a desafiar las costumbres y a acompañar a los ancianos, resaltando que “vivir solos no puede ser la única alternativa”. Y hace un llamamiento a seguir los pasos de Rut, quien no abandonó a la anciana Noemí, sino que permaneció a su lado, demostrando que a la súplica “¡no me abandones!” es posible responder con un firme “¡no te abandonaré!”. Para el Papa, “la libertad y la valentía de Rut nos invitan a recorrer un camino nuevo” y a no tener miedo “de cambiar nuestras costumbres y de imaginar un futuro distinto para nuestros ancianos”. Porque, como afirma, estando cerca de ellos, reconociendo “el papel insustituible que estos tienen en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, también nosotros recibiremos muchos dones”.
Para concluir, dirige una bendición especial a todos los abuelos y mayores, así como a aquellos que los acompañan y cuidan. Y pide que en esta jornada, “no dejemos de mostrar nuestra ternura y cercanía” a los mayores de nuestras familias, y que “visitemos a aquellos que están desanimados o que ya no esperan un futuro diferente”. Frente a la actitud egoísta que lleva al descarte y a la soledad, Francisco exhorta a que “contrapongamos el corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir ‘¡no te abandonaré!’ y de emprender un camino diferente”.
Puedes leer el mensaje íntegro del Papa aquí y consultar el Decreto de la Penitenciaría Apostólica.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha preparado un “kit pastoral” con diferentes materiales para que la comunidad eclesial celebre esta IV Jornada Mundial de los Abuelos, “sin soledad”. Además del mensaje del papa Francisco para esta jornada, el kit contiene una serie de indicaciones pastorales, una catequesis sobre la vejez, una oración, la homilía del Papa para ese día, así como el decreto de la indulgencia plenaria, que puedes descargar aquí.
“La atención a los abuelos y a los mayores no es sólo un deber de gratitud y afecto, sino una necesidad para construir una sociedad más humana y fraterna”, señalan desde el Dicasterio. Y explican que “no se trata de celebrar un aniversario una vez al año, sino de hacer que los mayores se sientan parte integrante de nuestra familia cristiana y de nuestra vida en común”.