09/04/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
“¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!”, es la gran noticia que ha resonado en la Vigilia Pascual que ha presidido el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, la noche del Sábado Santo en la Catedral Vieja.
Una celebración solemne que se inició en la puerta de Santa Lucía, puerta jubilar en este Año Santo Teresiano, con la bendición del “fuego nuevo” del que prendió el cirio pascual, que representa la “Luz de Cristo, que resucita glorioso”, y del que los fieles encendieron también sus velas.
Tras bendecir el cirio y entonar la antífona “Luz de Cristo, demos gracias a Dios”, el pastor de la Diócesis de Salamanca ha accedido al interior de la Catedral, solo iluminada con la luz del cirio pascual y de las velas de los sacerdotes concelebrantes, el catecúmeno José Alberto Díaz acompañado de sus padres y padrinos y que durante la vigilia iba a recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, así como el pueblo de Dios allí congregado.
La ceremonia continuó con la proclamación del Pregón pascual, a cargo del canónigo emérito Jesús Terradillos, un canto que anuncia la Resurrección de Cristo, la victoria de la luz sobre la oscuridad y de la vida sobre la muerte; y que dio paso a la segunda parte de la Vigilia: la liturgia de la Palabra.
Varios lectores proclamaron lecturas del Libro del Génesis, del Éxodo y del profeta Isaías, intercaladas con salmos. Después, se entonó el Gloria, que se había silenciado durante la Cuaresma y los acólitos prepararon el altar. Dando paso a la lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos y a la proclamación del Evangelio según san Mateo 28, 1-10. Unas lecturas que narran “toda la historia de la salvación”, como precisó el obispo, Mons. José Luis Retana, en su homilía en la que se dirigió de manera afectuosa hacia José Alberto que recibiría en la vigilia el Bautismo, entrando a formar parte de la Iglesia.
Su homilía estuvo centrada en la resurrección de Jesús. “Esta es la gran noticia que nos llena de alegría. Nos alegramos con Cristo, que ha mostrado la fuerza del amor de Dios, y nos alegramos por nosotros, porque Jesús nos ofrece la libertad del pecado”, afirmaba el prelado al iniciar su prédica. Subrayando que “Jesús es alguien viviente. Una Presencia con quien podemos encontrarnos, transformando desde dentro nuestra vida“. Su resurrección “es el culmen de la Historia de la Salvación: Jesús ha vencido al pecado y a la muerte” y es también “el principio de nuestra justificación y de nuestra futura resurrección”. Por eso, en la noche del Sábado Santo se celebra “la fiesta de las fiestas”, destacaba Mons. Retana.
“¡Cristo ha resucitado! Y Nos dice a cada uno de nosotros: ‘He resucitado y ahora estoy siempre contigo. No tengas miedo’. Mi mano te sostiene, conmigo y desde mí puedes afrontar las dificultades de tu vida”, señalaba.
Para el obispo, el evangelio de la Resurrección proclamado en la vigilia es “una síntesis que recoge las actitudes personales y comunitarias que es bueno cultivar en nuestra vida: El Jesús crucificado y muerto lo podemos llevar en nuestra propia carne y vida“, así como en la de “muchos hombres y mujeres a los que conocemos en sus diversas y variadas fragilidades” que “somos hoy el sepulcro de Cristo muerto en espera de resurrección”. Por ello, alentó a los presentes a salir a “las zonas de muerte de nuestra vida, de la vida de nuestra familia, de nuestro barrio, de nuestro mundo en guerra… Con esperanza” y “con amor, que es más fuerte que la muerte”.
Mons. José Luis Retana precisó que la liturgia bautismal de la vigilia pascual “nos invita a considerar el valor del propio bautismo“. Y, dirigiéndose a José Alberto, recordó a las personas que le han acompañado en su camino de conversión: sus profesores Guillermo y Jesús; su amigo y sacerdote, Miguel, que además fue su padrino; la Pastoral Universitaria con sus responsables Ricardo de Luis Carballada y Mariano Montero; la Diócesis de Salamanca, con el sacerdote Tomás Durán, responsable del Catecumenado de adultos; su novia y su hermana, que fue su madrina. “Dios sigue actuando cuando en esa historia de la salvación tú vas a ser bautizado. Y el Bautismo es más que un baño de purificación”, precisó, “es más que la entrada en una comunidad. Es un nuevo nacimiento. Un nuevo inicio de la vida“. Y le dijo: “Es como si Cristo te abraza y te dice: ‘José Alberto, me perteneces, eres mío. Ocurra lo que ocurra tu vida ha cambiado”.
El pastor de la diócesis le explicó que “en el Bautismo nos entregamos a Cristo, Él nos toma consigo para que ya no vivamos para nosotros mismos, sino para que vivíamos con Él y así para los demás”. Tras felicitarle exhortó a la asamblea a “que cada uno valore hoy la dignidad de su ser cristiano” y “sienta en toda su belleza la alegría de ser hijo de Dios, de ser partícipe de la misión de Cristo”, alejando de nuestra vida “la tentación de vivir de forma pagana como si Dios no existiese y como si Cristo no hubiese muerto y resucitado por nosotros”. Este es el “júbilo de la Vigilia Pascual” que somos “liberados y nuestra vida ha sido renovada“, subrayó.
“Nuestra historia, con nombres y apellidos, ha sido abrazada por Cristo y esto nos llena de gozo”, recordó el prelado explicando que “por medio de la resurrección de Jesús el amor se ha revelado más fuerte que la muerte, más fuerte que el mal…”.
Don José Luis concluyó sus palabras con una oración: “¡Señor, baja a las noches de nuestro tiempo y de nuestro mundo y toma de la mano a los que esperan ser liberados de sus oscuridades. ¡Llévalos a la luz! ¡Estate también con cada uno de nosotros en las noches oscuras de nuestra vida y llévanos a la luz! ¡Ayúdanos a llevar la luz a las zonas oscuras de nuestros hermanos! Para que desaparezca el miedo y aumente la esperanza, la paz y el gozo”; y la felicitación: “Cristo ha resucitado. Resucitemos con él. ¡Feliz Pascua de Resurrección!”.
Al término de la homilía dio comienzo la tercera parte de la vigilia: la Liturgia Bautismal. Uno de los acólitos llevó el cirio pascual hasta la pila bautismal donde tras las letanías, la bendición del agua bautismal y la unción con el Óleo de los Catecúmenos el obispo bautizó a José Alberto Díaz, acompañado de sus padrinos y de la asamblea que fue testigo también de su inicio en la vida cristiana.
Tras imponerle la vestidura blanca, don José Luis entregó a los padrinos una vela prendida del cirio pascual, que representa a Cristo crucificado que iluminará su vida de fe y su misión como bautizado. Ellos a su vez se la entregaron al nuevo neófito que recibió también el sacramento de la Confirmación. Después todos los presentes, con las velas encendidas, renovaron sus promesas bautismales. Tras las renuncias profesaron su fe y el obispo asperjó sobre todos el agua bendecida al igual que aconteció el día de su bautismo.
A continuación, se celebró la Liturgia Eucarística, en la que José Alberto también recibió su Primera Eucaristía. La celebración ha concluido con la bendición del obispo y la despedida solemne de Pascua, en la que el sacerdote Jesús Terradillos ha entonado: “Podéis ir en paz, Aleluya, Aleluya” y la asamblea ha respondido: “Demos gracias Dios, Aleluya, Aleluya”. Finalizando con el canto del Regina Coeli.
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