09/12/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El obispo de la Diócesis de Salamanca, Mons. José Luis Retana, presidió este jueves, 8 de diciembre, la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María en la Catedral Vieja y en la iglesia de La Purísima de Salamanca, que celebraba además la fiesta de su patrona y titular.
En su homilía el obispo habló del pecado original “desprestigiado e ignorado en la actualidad, pero verificado constantemente en las grandes miserias de la humanidad”, y centró su atención en María Inmaculada, “concebida sin pecado original”, la primera en beneficiarse “de la victoria de Cristo sobre el pecado”, preservada “de toda mancha de pecado original”.
El pastor diocesano recordó que María “fue colmada de gracia desde el primer instante de su concepción, porque iba ser lugar de la encarnación de Dios“. Y añadió que la “concepción sin mancha de la Virgen María” es algo que el pueblo cristiano ha entendido siempre “como una gracia que particularmente se le concede a Ella, pero que luego redundará en todos los cristianos que forman parte de la Iglesia”.
Para Mons. José Luis Retana, la Madre de Jesús no es “sólo un referente”, también “una compañía amorosa y materna que nos sostiene en la fidelidad al proyecto de Dios“.
A pesar de nuestra condición pecadora “cada uno de nosotros podemos entrar en la santidad“, como subrayó el prelado, quien sostiene que todos “hemos sido redimidos de la culpa que a María se le evitó por la misma Redención de Cristo“, y compartimos con ella “la gracia para responder con idéntica fidelidad al plan que el Señor quiso trazar para nuestra felicidad”.
Y añadió que “cada llamada que Dios hace al hombre, es un don para el bien de los demás y María es un digno ejemplo de esta disponibilidad”. Mons. José Luis Retana se refirió a La Inmaculada como “la Madre que se nos confió y a la que fuimos confiados al pie de la Cruz”. Con ella “nos dirigimos hacia ese Paraíso al que fue asunta y donde con su Hijo y todos los santos nos esperan para la eternidad”.
Finalmente, el obispo de Salamanca encomendó a la Virgen “que nos siga acompañando y sosteniendo en nuestro particular Fiat y en el caminar de todas nuestras familias y de nuestra Iglesia salmantina”.