ACTUALIDAD DIOCESANA

12/06/2020

El obispo cree que es hora “de corazones abiertos y de miradas al bien común”

La Catedral Vieja ha acogido este mediodía la celebración solemne de la fiesta de San Juan de Sahagún, patrono de la ciudad y de la Diócesis de Salamanca, respetando la distancia social y los protocolos impuestos para la prevención del coronavirus

 

La talla de San Juan de Sahagún, con su hábito agustino, se encontraba a los pies del altar mayor de la Catedral Vieja, que en esta ocasión, este 12 de junio, festividad del patrono de Salamanca y su diócesis, ha estado marcado por las medidas de distanciamiento y aforo marcado por las autoridades sanitarias en los lugares de culto.

En cada banco han estado sentadas dos personas, en sus extremos, al 50%, unas 200 personas en total que han podido seguir la eucaristía. En las primeras filas se han sentado las autoridades, todos ellos ataviados con las mascarillas pertinentes, al igual que el resto de los asistentes y lo sacerdotes que han concelebrado.

En sus primeras palabras, el obispo de la Diócesis, Carlos López, recordó que vivimos unos momentos donde especialmente necesitamos “la cercanía y protección de San Juan de Sahagún”.

En su homilía ha recordado la figura de San Juan de Sahagún, quien asegura que “nos acompaña con su testimonio de vida y con su precisión, siendo luz para que caminemos en las circunstancias en las que nos toca vivir cada día a la luz del Señor”. En este sentido, ha indicado que el fraile agustino y patrón de la ciudad y de la Diócesis de Salamanca, “reconcilió las enemistades de nuestra ciudad con su predicación y con su vida cercana a los hombres desde la comunión con Dios”.

El prelado ha señalado algunos aspectos del santo, “alegre y de buen humor, libre en la defensa de la verdad, testigo fiel de la verdad del evangelio”, quien halló su “más radical expresión moral en el seguimiento de Jesucristo en la práctica de las bienaventuranzas”.

Defensor de los más pobres

Foto: Óscar García

López Hernández también indicó que Juan de Sahagún ingresó en la Orden los Agustinos “para vivir la pobreza con mayor radicalidad”, porque como resalta de su figura, “fue un solícito defensor y cuidador de los más pobres”. El patrono de la ciudad, “les entregaba lo suyo y pedía limosna para ellos a quienes tenían bienes. Importunándolos”.

De este santo agustino subraya también que “la mansedumbre y la misericordia de sus actitudes y actuaciones concretas no se vieron nunca alteradas por su encendida predicación de la justicia y de la paz, por las que trabajó con todo empeño y con la fortaleza, la sabiduría espiritual y la capacidad de convicción que le venían dadas por la gracia de Dios que actuaba en él”.

Asimismo, remarcó las persecuciones que sufrió por causa de la justicia, “pero él las asumió con la paz y la limpieza de corazón de quien veía a Dios, de quien físicamente veía a Jesucristo cada vez que celebraba la eucaristía”. Al tiempo, ha aseverado que nuestro santo patrón “es un regalo permanente de Dios para seguir mostrándonos de forma auténtica el camino del reino de los cielos y la grande recompensa que nos espera a quienes seguimos el alegre estilo de vida de las bienaventuranzas, es decir, el camino de los discípulos de Jesús, llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo en las circunstancias actuales”.

En su prédica, el obispo de Salamanca ha hecho referencia a la situación actual provocada por el coronavirus, “que nos ha descubierto la fragilidad de nuestra salud personal y del mismo sistema de organización social y económica”.

 

En la Catedral se han extremado las medidas de seguridad para la prevención del coronavirus.

“Los desajustes sociales y económicos que de largo venían padeciendo las no pocas personas excluidas del bienestar general, nos han resultado muchas veces indiferentes, como invisibles porque en nuestros ojos, centrados en nosotros mismos, no querían verlas”, indicaba.  Y ahora, las circunstancias dramáticas, apostillaba, “han hecho que estos desafíos se manifiesten de forma más provocadora, más cercana, también en nuestras familias, amigos, compañeros de vivienda o de trabajo, e incluso en nosotros mismos”.

En lo relativo a la salud, el obispo aseguraba que “todos hemos sido afectados por la enfermedad misma, por la muerte de seres queridos y por el confinamiento impuesto por necesidad de proteger la salud”. Pero, remarcaba, “las consecuencias económicas de la crisis han afectado de forma muy desigual a unos y otros”, porque, las personas más frágiles “han experimentado de una forma más rápida e intensa como empeoraban y se hundían sus condiciones de vida al perder el empleo y consumir los exiguos recursos que tenían”.

Al respecto, Carlos López Hernández enumeró parte de los análisis de Cáritas Española referidos al ámbito general de España, “que muestran que la paralización de la economía ha provocado una rápida subida del desempleo, el incremento del conjunto de la sociedad española ha sido del 2.5%, pero ha alcanzado el 20% en la población más frágil,  la acompañada por Cáritas”.

Foto: Óscar García.

Remarcando algunos datos en su homilía indicó que la tasa de paro ha provocado que en 3 de 10 hogares acompañados por Cáritas “no tengan ahora ningún ingreso”, y eso son aproximadamente 450.000 personas que no ingresan ni un solo euro en estos momentos“. También las familias con ingresos han visto como estos se reducían en un 33% desde el inicio de la crisis. Así, la pobreza severa que ya existía “se ha incrementado en un 30% y alcanza en estos momentos a un millón de personas entre estas familias más pobres acompañadas por Cáritas“. Es decir, más de 700.000 personas “no disponen de dinero para sostener el coste del alquiler y de los suministros de sus viviendas”, insistió.

Reconstrucción social y económica tras el coronavirus

“Las graves consecuencias que están padeciendo tantos hermanos y el incierto futuro que les espera han de motivarnos en esta fiesta de San Juan de Sahagún a fijar más la atención en la llamada a la perfección de la caridad y en el seguimiento de Jesucristo, según nos ha mostrado hoy su Palabra”, alertó el prelado. Nos ha recordado que la obra de la justicia será la paz, “nos ha exhortado a bendecir a los que nos persiguen, a no devolver a nadie mal por mal, a procurar el bien, o ante toda la gente, a mantenernos en paz con todo el mundo, incluso, nos ha dicho, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer”. E insistió en sus palabras, “no te dejes vencer por el mal, antes bien, vence al mal con el bien”. Todo eso se resume en la frase del evangelio, la exhortación por Jesús: “Amad a vuestros enemigos, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial”.

Foto: Óscar García

En este programa evangélico, interpela, “tendríamos los criterios fundamentales y  las motivaciones más auténticamente sociales para llevar a cabo la reconstrucción social y económica que las consecuencias de la crisis de la pandemia institucionalmente proclamada, en la que todos estamos llamados a colaborar”. Porque cree que la paz económica “no es el mero resultado del ajuste de los ingresos por el consumo global en sus diversas modalidades en el producto interior bruto de un país”.

“Pero no deberíamos dejar de plantearnos la necesidad de mayor sobriedad en nuestros más o menos copiosos consumos para compartir con quienes apenas tienen la capacidad de consumir lo más imprescindible”, anunció. El obispo asegura que todos hemos de colaborar, “cada uno en la forma que le corresponda en la construcción de la paz económica, que es obra de la justicia distributiva, de la justicia laboral, todo ello encaminado a la integración cada vez más plena de todos los ciudadanos, especialmente de los más desfavorecidos”.

Y también, tenemos que tener presente, “que la justicia alcanza la meta superior de la equidad fraterna, cuando la justicia está vitalizada, suavizada, endulzada, con la caridad evangélica”.

Recuperar el diálogo social

Y ante esta situación actual, el obispo de la Diócesis de Salamanca advierte que “no es hora de egoísmos particularistas, es hora de corazones abiertos y de miradas al bien común”, y este anhelo, “hemos de hacérselo llegar también a nuestros gobernantes y a los representantes de los diversos parlamentos. En este sentido invita a rogar a Dios por ellos, “para que los ilumine en su camino, en sus difíciles decisiones a tomar y a la vez nos sentimos legitimados para reclamarles un comportamiento ejemplar en sus actos de gobierno y en sus discursos y mensajes públicos, en particular, es necesario y urgente recuperar el clima de diálogo, del diálogo institucional, en el respeto a las personas, a las instituciones y a las normas que las regulan”.

Juan de Sahagún, modelo de diálogo

Por último, Carlos López Hernández, ha pedido al Santo Patrón “que nos ayude y enseñe a ser en nuestras circunstancias, constructores de nuevas relaciones sociales y económicas para la reconstrucción de nuestra ciudad en la paz, en la paz integral que nace de la justicia vivificada por la caridad”.

 

Foto: Óscar García
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