06/01/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, presidió este sábado, 6 de enero, la celebración de la solemnidad de la Epifanía en la Catedral Vieja. En su homilía, resaltó la manifestación de Cristo a los gentiles, simbolizados por los Magos de Oriente. Recordó que la Epifanía es la fiesta “de la manifestación de Dios al hombre” que se ha dejado ver a todos “en Jesucristo”. Don José Luis habló sobre la iniciativa divina en el proceso de fe, señalando que “la fe es ante todo un encuentro personal con Dios”, y que la iniciativa siempre viene del Señor, quien “anticipa sus pasos a los nuestros”.
Y utilizando el relato de los Magos, proclamado en el evangelio de Mateo, reflexionó sobre las diversas respuestas que ofrece el hombre a la luz de Cristo, desde la “acogida gozosa y comprometida” hasta la “duda, la indiferencia, el rechazo e incluso la persecución”. En este sentido, detalló la transformación que sufrieron los Magos al acoger la luz de Cristo, cuya vida “cambió por completo”, animando a los fieles a seguir su ejemplo. Ellos “se llenaron de inmensa alegría y se convirtieron en testigos de la luz entre los suyos”. Por eso, don José Luis señaló que la Epifanía es también “una fiesta misionera”.
El prelado describió a los Magos como hombres de fe, abiertos a la búsqueda, al encuentro y a la conversión. Y aludiendo a la sociedad contemporánea, afirmó que “ya no vemos las estrellas y las que vemos no nos dicen nada”, animando a la búsqueda de Dios y a adorarlo, con “admiración, amor y entrega”, para evitar perderse lo mejor de la vida. Recordó que para adorar a Dios de verdad “es necesario detenerse ante el misterio del mundo y saber mirarlo con amor”.
Don José Luis también aludió a los regalos ofrecidos por los Sabios, y advirtió sobre la pérdida en nuestra sociedad del verdadero significado de regalar. Exhortó a que los regalos sean una manifestación de afecto y ternura”, pero que sean “sobrios, sencillos y significativos”, y que hagan a los niños “sensibles y solidarios”.
El obispo concluyó su homilía con una invitación a vivir como testigos de la luz de Cristo, señalando que quien “sigue la estrella se convierte en estrella”. También expresó la necesidad de “muchas estrellas, porque hay oscuridad sobre la tierra” y pidió al Señor la gracia de saber ser misioneros, “cada uno en el ambiente en el que vive y trabaja”.
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