24/04/2019
Carmelo de Mancera de Abajo | Ya hace mucho desde que la Santa Madre Teresa de Jesús fundó San José, esa primera estrella de este manto del Carmelo con que pronto nuestra Madre Santísima cubrió España y el mundo.
Ya el próximo 30 de abril se cumplirán los setenta y cinco años, desde que otra Santa Madre, en este caso, Maravillas de Jesús, plantará esta viña de Mancera tan querida del Señor.
El nuevo convento fue edificado en el mismo lugar que Don Luis de Toledo, Señor de Mancera y de las Cinco Villas (Salmoral, Naharros, San Miguel, Montalvo y Gallegos) había labrado en 1569 un Monasterio, conforme a su profesión, pequeño, para el Padre Antonio de Jesús y Nuestro Padre San Juan de la Cruz, que el año anterior habían fundado en Duruelo la primera casa de los Descalzos Carmelitas.
Cuenta nuestra Madre Santa Teresa en el capítulo XIV del libro de las Fundaciones «cómo el Señor les dio agua que se tuvo por cosa de milagro. Estando un día después de cenar el Padre Fr. Antonio, que era prior, en la claustra con sus frailes hablando en la necesidad de agua que tenían, levantóse el prior y tomó un bordón que traía en sus manos e hizo en una parte la señal de la cruz, a lo que me parece, no me acuerdo bien si hizo cruz; mas, en fin, señaló con el palo y dijo: “Ahora, cavad aquí”. A muy poco que cavaron, salió tanta agua, que aun para limpiarle es dificultoso de agotar; y agua de beber muy bueno, que toda la obra han gastado de allí, y nunca -como digo- se agota». A estas palabras de nuestra Santa Madre añade la relación antigua de aquella casa, que: «fue tan grande el caudal de agua, que por todo el claustro se derramó, que temiendo no hiciese daño a los flacos cimientos, dixo a voces el P. Fr. Antonio: “Señor, agua os pedimos, pero no tanta”».
Nuestra Santa Madre Maravillas eligió Mancera para la fundación por su tradición carmelitana, aunque ya desde 1600 se habían ido los Padres Carmelitas a Ávila y había pasado a poder de los Frailes Mínimos que estuvieron aquí hasta la exclaustración de Mendizábal. A la sazón era propiedad del matrimonio formado por Don José González y Doña Teresa Martínez, que al principio se resistían a vender el terreno por tener en él su casita, pero al enterarse del destino que quería dársele consideraron un honor el que su casa fuese para las Carmelitas.
El día 29 de septiembre de 1943, Nuestra Madre Maravillas hizo su primera visita a este lugar, un pueblecito típicamente castellano, medio escondido entre pardas tierras que lo rodean, austeras y secas gran parte del año y solo verdeadas por los campos de trigales y cebada.
Esta casa fue levantada por el fuego del corazón enamorado de la Madre Maravillas que junto a las que le acompañaron en amor y fidelidad no tenían otro deseo que ser bálsamo que repara el Corazón de Cristo. El Cerro, de donde era priora en aquella época, se quedaba pequeño para amar a Dios. Y como se extiende la Sangre desde el Corazón se extendía a este lugar sembrado ya de santidad por los Santos Padres.
Mucho es el dolor que a Nuestra Madre le produjo el dejar su amado Cerro y a aquellas hijas tan queridas. Sin embargo, no puede disimular el consuelo que lleva en su alma: un conventito humilde y pequeño, en un lugar solitario y escondido; un rinconcito donde, olvidada de todos, “podrá prepararse para la venida del Señor”. Ella, que no quería la vida sino para imitar a Cristo, y que no buscaba más que vivir en el último lugar, pensaba con satisfacción que aquí sus deseos se verían colmados.
Pero los planes del Señor eran muy otros, y en sus amorosos designios había escogido a Nuestra Madre Maravillas para realizar una gran empresa; sembrar de pequeños “palomarcitos de la Virgen” la geografía de España, donde muchas almas, inmoladas y escondidas a los ojos del mundo, atraigan un torrente de gracias para la Iglesia de Dios y para todos los hombres.
Desde este lugar afirma Nuestra Madre el 19 de mayo de 1944: “Parece que aquí no hay más remedio que ‘estarse amando al Amado’. ‘Quisiéramos empaparnos de la doctrina de Nuestro Santo Padre hasta el fondo.’ Y más tarde: ‘Que sepamos aprovechar esta gracia, que aunque el lugar no da la santidad, mucho obliga el pensar cómo vivirían aquí aquellos primitivos y, sobre todo, nuestro Santo Padre’.
Estos setenta y cinco años, ciertamente, han sido muy fecundos: en 1947 de aquí salieron nueve monjas para restaurar el Monasterio de Duruelo; en 1958 salió un grupo de Hermanas para fundar el Carmelo de Aravaca (Madrid); más tarde, otras fueron a Cuenca, en el Ecuador, para ayudar en un monasterio Carmelita, y otras también al Carmelo de El Escorial.
En 1962 recibió la visita del brazo de Nuestra Madre Santa Teresa, por ser el cuarto Centenario de la Reforma y el 21 de noviembre de 1998 pasó unos días con nosotras la imagen peregrina de la Virgen de Fátima que fue recibida por el pueblo en masa, con pancartas llevadas por los niños, muchos jóvenes ataviados con los trajes típicos charros y amenizado todo por la música de los ‘dulzaineros’. Las reliquias de Santa Teresa del Niño Jesús estuvieron en nuestra Capilla en septiembre del 2003; las de San Juan de Ávila el 7 de agosto del 2015 y las de Santa Margarita María de Alacoque el 31 de octubre del 2018.
Otro momento de gran emoción para nosotras, sobre todo para las que habían convivido con ella, fue la llegada de un precioso relicario con un pequeño hueso de Nuestra Santa Madre Maravillas después de su Beatificación, en Roma, el 10 de mayo de l998 por su Santidad San Juan Pablo II. Nos parecía tenerla viva otra vez entre nosotras, e hicimos un recorrido con la reliquia por todo el convento, hasta dejarla depositada en el Coro bajo, donde nos acompaña en nuestros rezos.
La primera Misa del día de la fundación la celebró en la intimidad el Padre Valentín de San José, Provincial de los Carmelitas Descalzos, que no pudo nunca olvidarla. Las monjas temían si no podría terminarla pues las lágrimas no le dejaban seguir adelante. Revivía emocionado el recuerdo de Nuestro Padre San Juan de la Cruz y de aquellos primitivos Descalzos en este lugar, hace más de cuatrocientos años.
Llenas de gratitud al Señor por todo lo que antecede, se celebrará Dios mediante en nuestra Capilla una Misa de acción de gracias el próximo día 30 de los corrientes, presidida por el Emmo. Sr. Cardenal Don Antonio María Rouco Varela, Arzobispo emérito de Madrid.
Tiene Mancera tantos encantos, para el alma que busca a Dios, aquí le hallaron ya muchos Santos, pues le buscaron de corazón.
Si vienes a Mancera, ven como peregrino, hallarás el camino encontrarás a Dios. Aquí le halló Teresa, le encontró Maravillas, aquí Juan de la Cruz, su senda les mostró.
Aquí no hay nada que al mundo llene, todo es silencio y soledad, todo pobreza y escondimiento, aquí se vive en la eternidad, como vivió esa Familia pobre y humilde de Nazaret, José, Jesús, su Madre bendita, queriendo sólo a Dios complacer.
El caminito es el de las nadas, para que todo lo llene Dios, entonces encontrarás el Todo, sentirás lleno tu corazón.
Oh tú que vas buscando siempre, esa alegría, que el mundo no te ha dado, y nunca te dará, pon los ojos en Cristo y este Crucificado y entonces tu alegría nunca terminará.
Mira a la Virgen, es tu Modelo, Ella es la Esclava de su Señor, Dios hizo en Ella sus maravillas, pues en sus Manos se entregó.
Que nuestro paso por esta vida, sea como Ella de Redención, y cuando acabe nuestro destierro, Cristo será nuestro galardón.