07/08/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN/ LISBOA
A las seis y media de la mañana, los peregrinos que durmieron esa noche tras la vigilia en el parque do Tejo (Campo da Graça), entre ellos, los 112 de Salamanca, se levantaron con la música electrónica del sacerdote portugués, Guilherme Peixoto, subido con su mesa de mezclas en el escenario y altar. El primer tema para despertarlos fue un “Aleluya” electrónico, pero tampoco faltó temas como “Jerusalema”, con su sello personal, o su versión del himno de la JMJ.
Entre tema y tema se podían escuchar frases que el papa Francisco ha compartido con los jóvenes en estos días, e incluso, de mensajes de las encíclicas ‘Fratelli tutti’ y ‘Laudato si’’.
A las nueve de la mañana comenzó la eucaristía, concelebrada por cientos de obispos, entre ellos el de Salamanca, Mons. José Luis Retana, y miles de sacerdotes (11 de ellos de la Diócesis de Salamanca). El papa Francisco comenzó con una cita de Mt. 17,4: “Señor, ¡qué bien estamos aquí”, que le dijo el apóstol Pedro a Jesús en el monte de la Transfiguración, “y también las queremos hacer nuestras después de estos días intensos”, apuntó.
También recordó que era hermoso lo que estábamos experimentando con Jesús, “lo que hemos vivido juntos, y es hermoso cómo hemos rezado, y con tanta alegría de corazón“. Y fue entonces cuando invitó a los jóvenes a preguntarse: “¿Qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?”.
El papa quiso responder a este interrogante con tres verbos, siguiendo el Evangelio que habían escuchado. “¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo“.
La primera, resplandecer. “Jesús se transfigura, el Evangelio dice que su rostro resplandecía como el sol» (Mt 17,2). Hacía poco que había anunciado su pasión y su muerte en la cruz, y con esto rompía la imagen de un Mesías poderoso, mundano, y frustra las expectativas de los discípulos. Ahora, para ayudarlos a acoger el proyecto de amor de Dios sobre cada uno de nosotros, Jesús toma a tres de ellos —Pedro, Santiago y Juan—, los conduce a un monte y se transfigura. Y este “baño de luz” los prepara para la noche de la pasión”.
El santo padre recordó a los jóvenes, que hoy nosotros, “necesitamos algo de luz, un destello de luz que sea esperanza para afrontar tantas oscuridades que nos asaltan en la vida, tantas derrotas cotidianas para afrontarlas con la luz de la resurrección de Jesús, porque Él es la luz que no se apaga, es la luz que brilla aún en la noche”.
Recordó una frase del sacerdote Esdras: “Nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos”, porque como insiste, “nuestro Dios ilumina, ilumina nuestra mirada, ilumina nuestro corazón, ilumina nuestra mente, ilumina nuestras ganas de hacer algo en la vida, siempre con la luz del Señor“.
Asimismo, subrayó que nos volvemos luminosos, brillamos, “cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor“.
“No te engañes, amiga, amigo, vas a ser luz el día que hagas obras de amor. Pero cuando en vez de hacer obras de amor hacia afuera, mirás a vos mismo, como un egoísta, ahí la luz se apaga”.
El segundo verbo que resaltó en su homilía de la misa de envío fue la de escuchar. “Escuchar a Jesús, todo secreto está ahí. Escuchás qué te dice Jesús. “Yo no sé qué me dice”. Agarrá el Evangelio y leé lo que dice Jesús y lo que dice en tu corazón. Porque Él tiene palabras de vida eterna para nosotros; Él revela que Dios es Padre es amor”.
Y añadió que Él, “nos enseña el camino del amor, escúchalo a Jesús. Porque, por ahí nosotros con buena voluntad emprendemos caminos que parecen ser del amor, pero en definitiva son egoísmos disfrazados de amor. Tené cuidado con los egoísmos disfrazados de amor. Escúchalo, porque Él te va a decir cuál es el camino del amor. Escúchalo”.
La tercera palabra del santo padre es, no tener miedo: “No tengan miedo”. Una palabra que en la Biblia se repite tanto, en los Evangelios, “no tengan miedo”. Y confirmó que estas fueron las últimas palabras que en este momento de la transfiguración Jesús dijo a los discípulos: “No tengan miedo”.
Lo vivido este día por miles de jóvenes, para el papa Francisco ha sido un “gozo”, y añadió que también, “una gloria”. “Este encuentro con nosotros; a ustedes que cultivan sueños grandes, pero a veces ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, que a veces piensan que no serán capaces, un poco de pesimismo se nos mete a veces; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse quizás fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo —y está bien que quieran cambiar el mundo— y que quieren luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan [como] la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, [Jesús] hoy les dice: “No tengan miedo”. En ese momento, los jóvenes allí congregados rompieron el silencio con un sonoro aplauso para el santo padre.
Y les invitó a reflexionar sobre ello en un momento de silencio, “para que cada uno repita para sí mismo, en su corazón, estas palabras: No tengan miedo“.
Para concluir sus palabras en esta misa de envío de la JMJ, el papa Francisco reconoció que quería mirar a los ojos a cada uno de ustedes y decirles: “no tengan miedo. No tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso, ya no soy yo, es Jesús mismo quien los está mirando en este momento. Nos está mirando. Él los conoce, conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce el corazón de ustedes. Lee vuestros corazones y Él hoy les dice, aquí, en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: “No tengan miedo”. Anímense, “no tengan miedo”.
En su despedida, tras la eucaristía, el papa Francisco quiso dar las gracias (Obrigado), “a los voluntarios por su gran servicio”, y a los que desde el cielo han rezado por la JMJ, “los santos patronos, y especialmente, a San Juan Pablo II, que dio vida a estas jornadas”.
Y aseguró que los jóvenes se van de aquí, “con lo que Dios sembró en vuestro corazón“. El santo padre les hizo una recomendación: “Mantengan presente en su mente y corazón los momentos más hermosos, para así, cuando lleguen los momentos de más cansancio, y de desánimo, que sin inevitables, o tal vez la tentación de dejar de caminar, con el recuerdo reaviven la gracia de estos días”.
Mandó un recuerdo especial a los jóvenes que no han podido estar presentes. “En el mundo son muchos las guerras y los conflictos, y siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo tanto”, resaltó. El papa Francisco compartió su sueño: “El de la paz, el de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz, y construyen un futuro de paz”.
Antes de despedirse de los jóvenes, quiso dar las gracias (obrigado en portugués) por nuestras raíces: “A nuestros abuelos, que nos transmitieron la fe, el horizonte de una vida, son nuestras raíces…”. Y les animó a rezar por la paz, “un testimonio de como diferentes lenguas y nacionalidades pueden unir en lugar de desunir”. “Sigan adelante”.
El santo padre también anunció desde el Campo da Graça, el lugar donde se celebrará la próxima Jornada Mundial de Juventud en 2027, en Seúl (Corea del Sur). También invitó a los jóvenes del mundo a participar en el Jubileo de los jóvenes en Roma, en 2025.