31/05/2020
Hoy es Pentecostés. Invocamos al ESPÍRITU DE LA VERDAD, del que Jesús anunció que “nos ayudará a comprenderlo todo”. Es lo que necesitamos, mientras guardamos el luto nacional por los miles de muertos por covid. Decía hace poco el Papa Francisco: “La pandemia vino como una inundación, pero ahora estamos despertando”. Despertar a la verdad de lo ocurrido. El Espíritu nos dará una nueva lucidez y nos ayudará a asumir la realidad, para desde ahí abrirnos al futuro.
Hoy festejamos y reconocemos al ESPÍRITU CREADOR, que se posó sobre los apóstoles como “Señor y dador de vida”. En medio de la pandemia, seguimos escuchando multitud de testimonios de vida: sanitarios y cuidadores que -sin sentirse héroes- lo han dado todo y más, familias que han compartido como nunca momentos buenos y malos y salen reforzadas, vecinos que se han ayudado más allá del miedo y han cuidado a los que estaban solos, madres y padres que con tesón combinaron el teletrabajo con el cuidado de los hijos, trabajadores y autónomos dispuestos a luchar y reinventarse, personas que colaboran solidariamente con dinero o alimentos para apoyar a los nuevos empobrecidos… Si muchos han sido los problemas, mayor ha sido la fuerza de vida y los gestos solidarios, signos de la presencia del Espíritu.
Hoy estamos llamados a difundir estas historias y escribir otras nuevas. Podremos hacerlo si nos abrimos al ESPÍRITU MISIONERO, del que Jesús había dicho: “Os dará la fuerza para ser mis testigos… hasta los confines del mundo”. Es un signo poderoso: DEL CONFINAMIENTO A LOS CONFINES DEL MUNDO. Lo que parece imposible para nosotros, es posible para Dios. Es tiempo de salir del confinamiento interior y poner las bases para la reconstrucción que viene: social, laboral, familiar, parroquial… Ante este desafío, Jesús nos dice: “La paz con vosotros, recibid el Espíritu Santo”. Con el Espíritu, hay futuro.