03/02/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica presentes en la Diócesis de Salamanca se congregaron este domingo, 2 de febrero, en la iglesia de La Purísima para celebrar la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en el día que la Iglesia conmemora la fiesta de la Presentación del Señor. Esta jornada, instituida en 1997 por el papa Juan Pablo II, es una ocasión especial para reconocer y agradecer la vocación de quienes han entregado su vida por y para Dios, viviendo su misión en el seno de la Iglesia y al servicio de los demás.
La eucaristía, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana, y concelebrada por sacerdotes diocesanos y religiosos, reunió a numerosas comunidades de la diócesis en acción de gracias por la vida consagrada, “que enriquece a la Iglesia con sus virtudes y carismas y le muestra al mundo el testimonio alegre de la entrega radical al Señor”, como reconoció el obispo en su homilía. Mons. Retana alentó a los consagrados a seguir siendo signo de esperanza en un mundo que necesita de su testimonio y servicio generoso.
La celebración comenzó con la bendición de candelas, símbolo de Cristo, luz del mundo, y de llamada de las personas consagradas a ser luz en medio de la Iglesia diocesana. Durante la celebración los consagrados renovaron públicamente su compromiso de fidelidad al Señor y su entrega a Dios, a la Iglesia y a los hermanos. Mons. Retana valoró su servicio en la evangelización y en la vida de la Iglesia, “soy consciente de que sois una parte muy importante en la tarea de la evangelización en nuestra diócesis y esto lo reconozco y lo valoro. Os agradezco lo que sois, lo que hacéis y lo que significáis para la vida de la Iglesia”.
El obispo recordó a Simeón y Ana, quienes «reflejan la vida consagrada de estos tiempos de un modo peculiar y constituyen modelos de peregrinos y sembradores de esperanza”, aludiendo al lema de la XXIX Jornada de la Vida Consagrada.
En su mensaje, el pastor de la Diócesis de Salamanca destacó los desafíos de la vida consagrada en la actualidad, como la disminución de vocaciones y el envejecimiento de las comunidades, los problemas económicos y sociales, como la globalización, el relativismo y la irrelevancia social. Unas dificultades, que como reconoció “no son exclusivas de la vida consagrada”, y es donde «se levanta nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor». Por ello, animó a los consagrados a “no ceder a las tentaciones de la cantidad o la eficiencia”, sino a mantenerse firmes en la esperanza que se fundamenta en Dios.
Los consagrados, peregrinos y sembradores de esperanza
Asimismo, señaló que los consagrados han de ser «peregrinos y sembradores de esperanza en misión profética», denunciando las injusticias y acompañando a los más débiles y desfavorecidos.
Otro de los aspectos que resaltó Mons. Retana en su homilía fue la relación fraterna dentro de la vida consagrada, “impulsada por el convencimiento de que salir de sí mismo para unirse a otros hace siempre bien y es siempre un bien”. Y animó a los consagrados a que no se cansen nunca de “sembrar relaciones nuevas” y “esparcir semillas de novedad en las relaciones que precisan del impulso que solo puede dar el amor de Cristo y la reconciliación con el Padre y con los hermanos”.
Para finalizar, Mons. José Luis Retana les exhortó a seguir siendo testigos del Reino de Dios en el mundo, “vuestra consagración sea agua que consuele y luz que ilumine la vida de nuestros hermanos en la vida de la santidad».