12/02/2024
Queridos diocesanos:
Una vez más, nos sale al encuentro la Pascua del Señor. La Iglesia, para prepararnos a recibirla, nos ofrece este tiempo de Cuaresma, considerado como el “signo sacramental de nuestra conversión”, que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.
Hemos de dejarnos sorprender por un Dios que nunca se repite y abrirnos al regalo que el Señor quiere regalarnos. Vamos a comenzar esta Cuaresma pidiendo que acojamos el ayuno y la abstinencia como un auxilio en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. La batalla siempre abierta, ya que los enemigos de la luz y de la verdad no descansan. No podemos relajarnos ante los desafíos de la vida; vivir de rentas no es una opción válida.
El día del Bautismo, para nosotros, comenzó la aventura entusiasmante de seguir a Cristo. Nosotros seguimos a Cristo. Somos sus discípulos, y Él es Señor de nuestra vida. Es Cristo quien nos llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por su Gracia.
En este sentido, es importante comprender que la Cuaresma es un momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, que son expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo.
En el mensaje del Papa para la Cuaresma 2024, titulado “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”, nos indica que: “Es tiempo de actuar, y en Cuaresma, actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios y detenerse, como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso, la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan”.
Por ello, quisiera ofreceros unas pistas para el camino cuaresmal diocesano.
La Cuaresma es un tiempo de detenerse en oración para acoger la Palabra de Dios. El leccionario dominical del Ciclo B puede ser un precioso camino de oración personal y comunitaria. Os invito a orar y a crear grupos de oración al estilo de la Lectio divina con las lecturas de los domingos. Este método de lectura orante “es verdaderamente capaz de abrir al fiel no solo al tesoro de la Palabra de Dios sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente” (Benedicto XVI, Verbum domini, 87). Pueden unirse parroquias para ello, así como grupos de catequistas y de liturgia. Preparemos también la Liturgia de la Palabra de cada domingo. “Al considerar la Iglesia como «casa de la Palabra», se ha de prestar atención ante todo a la Sagrada Liturgia. En efecto, este es el ámbito privilegiado en el que Dios nos habla en nuestra vida, habla hoy a su pueblo, que escucha y responde (Cf. Benedicto XVI, Verbum domini, 52).
La Cuaresma es tiempo de detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. Os invito a realizar este camino de solidaridad samaritana:
La Pastoral Penitenciaria llama nuestra atención ante tantos hermanos y hermanas privados de libertad. Como menciona el Papa en el mensaje antes citado: “El grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos: ¿nos llega también a nosotros? ¿nos sacude? ¿nos conmueve?”. Los responsables de la Pastoral Penitenciaria me han solicitado que os informe que están dispuestos a proporcionar información en parroquias, comunidades, colegios concertados, cofradías y hermandades, así como en la Pastoral Juvenil y Universitaria, sobre la situación en las cárceles y la vida de los hermanos que se encuentran en ellas.
Es un tiempo precioso, la Cuaresma, para invitarlos a las eucaristías dominicales, a reuniones parroquiales, a actividades juveniles o, dentro del ámbito escolar, para lograr, como me solicitan ellos “una tarea más permanente en el antes, en el mientras o en el después de la cárcel, con quienes quieran unirse en esta misión tan evangélica en el cuidado y acompañamiento de las personas privadas de libertad”. Animaos a acoger esta realidad, es un buen ejercicio cuaresmal para seguir los pasos de Jesús sufriente.
Estos días, los agricultores y ganaderos se manifiestan en nuestra tierra, en toda España y en Europa. No podemos ser insensibles a sus justas demandas, expuestas de manera cívica. El campo es una forma de vida muy digna. No podemos por menos que pensar en los jóvenes agricultores y ganaderos jóvenes de nuestro mundo rural. Las trabas administrativas, los bajos precios, la productividad controlada y subvencionada no reconocen, en muchos casos, la dignidad de estas personas, de sus familias y de su trabajo. Su grito desesperado no debería pasar desapercibido para la comunidad, porque no es el problema de unos pocos sino de todos. Son un colectivo de nuestra diócesis que no podemos abandonar en sus justas reivindicaciones y en la atención pastoral que requieren. En el ofertorio de cada Eucaristía, momento para acoger “los gozos y fatigas” de la humanidad, tengámoslo en cuenta, pues el Pan de la Vida y el Cáliz de Salvación que comulgamos son “fruto de la tierra, de la vid y del trabajo del hombre”, convertidos en Cuerpo y Sangre del Señor por la efusión del Espíritu Santo.
Por último, animo a toda la comunidad diocesana a prepararnos para celebrar el Triduo pascual poniendo nuestra mirada en la liturgia de esos días. Durante la Cuaresma, “Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones” (Francisco, Mensaje para la Cuaresma 2024). Todos, ya sean parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones, cofradías o hermandades, iniciamos un camino que va desde la ceniza (Miércoles de Ceniza) hasta el Agua viva de la Vigila pascual, donde renovaremos las promesas de nuestro Bautismo. Vivámoslo con “mayor entrega a la alabanza divina y al amor fraterno” (Prefacio I de Cuaresma).
Os pido un detalle, cuidad mucho la oración ante el Santísimo el Jueves Santo. Una cultura centrada en la primavera vacacional, una participación en las procesiones que a veces nos hace olvidar esta oración eucarística y la sensación de soledad que a menudo experimentan los pueblos, pueden llevarnos a descuidar y olvidar ese momento entrañable ante el monumento, dejando solo al Señor. Preparad con esmero una oración tanto personal como comunitaria ante el Santísimo. Tened muy presente en ella a la Iglesia diocesana y a las vocaciones sacerdotales para nuestro Seminario, así como a la humanidad sufriente en las guerras, el hambre, la indiferencia y los demás sufrimientos del mundo.
En síntesis, el itinerario cuaresmal, que nos invita a contemplar el misterio de la cruz, tiene como objetivo llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios, liberarnos de nuestro egoísmo al superar el instinto de dominio sobre los demás y abrirnos a la caridad de Cristo.
El período cuaresmal es un momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger con una sincera revisión de vida la gracia renovadora del sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.
Os bendigo a todos en vuestro camino cuaresmal. Vuestro obispo,
+ José Luis Retana
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