19/08/2023
Queridos hermanos y hermanas:
Todos conocéis las noticias publicadas en estos días en los medios de comunicación. En primer lugar, me remito al Comunicado publicado desde la diócesis y no tengo nada que añadir por el momento. En mi comunicación de hoy quiero ser pastor y padre para hablaros al corazón y que me ayudéis con la oración.
¿Dónde poner la mirada, en primer lugar, en estos momentos? En la misericordia del Padre, de cuyo amor manifestado en Cristo no puede apartarnos nadie (Cf. Rom 8,39). Os invito, junto conmigo, a un gesto muy sencillo. En este domingo, en la eucaristía vamos a rezar con fuerza el “Yo confieso…”, en el acto penitencial. “Yo confieso ante Dios Padre… que he pecado mucho… Por mi culpa… Por eso ruego que intercedáis por mí, ante Dios nuestro Señor”. Todos estamos bajo la culpa, pero todos estamos aún más bajo la gracia y la misericordia el Padre. Os invito, a pastores y pueblo de Dios, a hacer esta confesión ante el amor desmedido del Padre que “nos entregó” a su Hijo por nosotros, en vez de nosotros. Y hagámoslo con las oraciones de los paganos. De la mujer cananea del evangelio de este domingo (Mt 15,21-28): “Ten compasión de mí, Señor”.
Mirad, hermanos, la Iglesia lleva muchos años luchando contra la lacra extendida en la sociedad, y dentro de ella, de los abusos sexuales y de poder. Pero en palabras de Benedicto XVI a la Iglesia en Irlanda, no siempre lo hemos hecho bien: “Se han cometido graves errores en la respuesta a las acusaciones… Todo esto ha socavado gravemente vuestra credibilidad y eficacia. Aprecio los esfuerzos que habéis llevado a cabo para remediar los errores del pasado y para garantizar que no vuelvan a ocurrir. Además de aplicar plenamente las normas del derecho canónico concernientes a los casos de abusos de niños, seguid cooperando con las autoridades civiles en el ámbito de su competencia” (Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, 11. 19 de marzo 2010). Debemos mostrar un firme compromiso con la transparencia y actuar con determinación contra todo hecho que conozcamos, poniéndolo en conociendo de las autoridades judiciales. Pedimos perdón si no hemos sabido hacerlo bien.
Sé que muchas comunidades cristianas, parroquiales; familias; catequistas, animadores; padres de familias, niños y jóvenes estáis sufriendo al conocer los hechos narrados en el Comunicado diocesano de este viernes. Queréis a los sacerdotes y sufrís por ello. Pero todo esto puede ser una oportunidad de gracia para saber que todos somos de barro, frágiles, y que el pecado anida en nuestro corazón. También esta debilidad nos alcanza a los sacerdotes, a mí, a todos. Por ello, os invito a otro pequeño ejercicio en la eucaristía dominical. Recemos el Gloria con intensidad en las palabras que se dirigen a Jesús: “Porque solo tú eres Santo, sólo tú Señor, solo tú altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la Gloria de Dios Padre”. Esto es muy saludable para nosotros, los sacerdotes, para evitar todo protagonismo pastoral o “endiosamiento” clerical; y para el pueblo de Dios, pues solo es digno de fe y seguimiento Aquel que ha dado la vida por nosotros.
Nuestra apuesta debe ser decidida por las víctimas. Ahora las palabras del papa Francisco nos ayudan a ello: “El abuso sexual a menores por parte del clero y su mala gestión por parte de los líderes eclesiásticos han sido uno de los desafíos más grandes para la Iglesia de nuestro tiempo… La incapacidad de actuar correctamente para detener este mal y ayudar a sus víctimas ha desfigurado nuestro mismo testimonio del amor de Dios. En el Confiteor nosotros pedimos perdón no solo por los errores cometidos, sino también por el bien que no hemos hecho” (Francisco, Discurso a la Comisión pontificia para la protección de los menores. Roma, 5 de mayo 2023). Ayudadme a que acoja, y acojamos, tanto dolor y sufrimiento de las víctimas. Quiero estar abierto a escuchar a todos, acoger con amor de madre los dolores de las víctimas, y también de las comunidades que sufrís, familias, y juntos acercarnos a aquel que solo nos puede sanar y consolar. Y también rezad para el Señor me otorgue el don de “acompañar con misericordia activa”, a los “sacerdotes que se encuentran en peligro o que han fallado en algo” (Christus Dominus, 16).
Depositemos nuestra confianza en el proceso abierto en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, siguiendo todos sus indicaciones. Y todos, pastores y pueblo de Dios, unidos, caminemos en fraternidad, oración, ayuda, y evitando todo juicio precipitado. Os invito a un tercer ejercicio dominical: en las parroquias que podáis, abrid lo templos una hora, para invitar a todos a orar ante el Santísimo Sacramento del Altar con la oración litúrgica de Vísperas.
Os deseo un feliz domingo a todos.
Con mi afecto y bendición. Vuestro obispo.
+ José Luis Retana, obispo de Salamanca.