03/06/2022
¡Querido amigo, hermano en Cristo y en breve hermano en la fraternidad presbiteral, Ciriaco!
Este domingo, solemnidad de Pentecostés, en la Catedral Vieja de Salamanca viviremos juntos con gran alegría la celebración de la eucaristía y tu ordenación presbiteral.
Actualmente estás realizando los ejercicios espirituales como preparación al momento culmen de tu ordenación. Imaginamos tu rostro feliz y tu corazón pleno de amor. Cómo no estarlo si el paso que vas a dar expresa un gesto de inmenso amor y confianza en respuesta a la llamada del Señor Jesús. De esta manera le entregas tu juventud, tu vida, tu mirada confiada y aventurera, tu corazón colmado de su misericordia, y tus pies dispuestos para el camino de la misión hasta los confines del universo.
En el rito de tu ordenación, cuando cantemos las letanías de los santos y santas del Señor, quizás pase por tu corazón la película de tu vida con agradecimiento, quizás también entre lágrimas emocionadas en tus ojos. Cuando estés postrado en el suelo, en señal de tu disponibilidad y servicio, escucharás cómo te encomendamos a tantos amigos del Señor que hicieron de su vida una entrega fiel y valiente. Ten presente el abrazo de todo el presbiterio y de nuestro obispo, será una caricia sonriente del Señor Jesús.
Vas a recibir el don del sacerdocio en momentos que no son fáciles. Muchos jóvenes se debaten entre el desaliento, la frustración por la falta de empleo, de horizonte, de esperanza, etc. Que te vamos a decir que no sepas por propia experiencia: es lo que ves y comentas con tus amistades, con los jóvenes que conoces y te encuentras a diario. Es una sociedad líquida que los envuelve y arroja a la prisa desmesurada, a la espuma y efectividad, a la rapidez de planteamientos en los que palabras como “siempre” llevan consigo plazos de relatividad. No, no son tiempos fáciles, y seguramente nunca lo fueron. Pero este es el mundo que has de amar como lo ama Jesús y en el que has de proclamar, como alegre mensajero, la Buena Nueva del Reino de Dios.
En las situaciones difíciles, que las habrá, pues todos pasamos por ellas, has de buscar en el ejercicio de tu ministerio la fuente de la verdadera espiritualidad sacerdotal. No vayas detrás de atrayentes sucedáneos, acomodadizos y pasajeros. Para ello, como bien sabes, has de continuar con la formación permanente, vida de oración, Eucaristía, diálogo y el consejo sincero en las comunidades donde vas a ser enviado y de la fraternidad sacerdotal.
Si algún día te sientes débil, tienes un termómetro para conocer tu estado de salud espiritual, es el que marca la entrega a los más pobres y tu dirección hacia la cruz. Reaviva el don que hay en ti por la imposición de las manos del sucesor de los apóstoles. Sigue madurando humanamente. No abandones la oración. Buscan en nosotros referencias espirituales. Sigue estudiando para dar razón de la fe y no dejes de comprometerte con todos, especialmente los últimos en la caridad pastoral.
Hoy como siempre hay jóvenes que escuchan la llamada de Jesús a ser sacerdotes y dejan lo que tienen, como hicieron los Apóstoles. Entre los jóvenes hay una capacidad de donación generosa, una ilusión por los ideales nobles y una seriedad para asumir un compromiso para toda la vida. Tú eres un ejemplo de ello.
La tarea vale la pena porque tienes el don de Dios. ¡Vívela con pasión de apóstol!. Recuerda que nunca estarás solo, el Señor, buen Pastor, y nosotros hermanos presbíteros estamos a tu lado.
Y a vosotros, padres de Ciriaco, considerad una gran bendición de Dios la vocación sacerdotal de vuestro hijo. Unidos a vosotros y a todos los miembros de la Iglesia que peregrinamos en Salamanca, nos alegramos y damos gracias a Dios por este don y buena noticia.
¡Muchas Felicidades, Ciri! Oramos por ti y porque otros jóvenes sigan respondiendo generosamente a la llamada del Señor a la vocación sacerdotal.
Un abrazo fraterno en Cristo, “buen Pastor”.
Tomás Gil y Juan Andrés Martín, sacerdotes solidariamente