ACTUALIDAD DIOCESANA

01/11/2020

Caridad diocesana en tiempos de pandemia

El obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López Hernández, presentó el pasado 22 de julio el primer fondo diocesano social destinado a las familias más afectadas por el covid-19

 

 

“Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo” es el lema del Día la Iglesia Diocesana que se celebrará este año el 8 de noviembre. Para dar testimonio de la vida de la Iglesia en Salamanca y su labor en diferentes ámbitos, como familia, iniciamos el primero de los reportajes en profundidad. Se trata de recordar la puesta en marcha del primer fondo social diocesano destinado a ayudar a las familias más afectadas por la pandemia, de 500.000 euros, y que está gestionado por Cáritas.

El pasado 22 de julio, el obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López Hernández, anunció la creación de un fondo con el que se pretendía dar respuesta a la petición de ayuda de numerosas familias que tras el inicio de la pandemia se han quedado sin ingresos ni empleo, y por todo ello, no pueden hacer frente a los gastos básicos, como el alquiler de vivienda o el pago de suministros.

En su presentación, el prelado insistió en que el fondo se trata de “una manifestación del orden de prioridades en el uso de los bienes económicos de la diócesis, que consideramos más conforme a la fe y la misión de la Iglesia en las circunstancias actuales de emergencia laboral y económica que afectan a tantas familias”. Para López Hernández, “la caridad con los hermanos en grave ausencia de medios económicos es ahora más importante y urgente que otras relativas necesidades”.  El obispo diocesano también evocó las palabras del Papa Francisco para referirse a este fondo diocesano: “Queremos una Iglesia pobre y para los pobres, y, si tenemos que vivir en más sobriedad pues lo asumiremos”.

Incremento de las ayudas básicas

José María Rodríguez, secretario general de Cáritas diocesana de Salamanca

Desde el inicio de la pandemia, en el mes de marzo, Cáritas diocesana de Salamanca ha incrementado sus ayudas básicas con respecto a años anteriores. El secretario general de la organización, José María Rodríguez, confirma que el primer importe recibido del fondo social fue de 150.000 euros, “principalmente se destina a dos tipos de ayuda, de apoyo”. Por un lado, en la atención de las necesidades básicas que las familias presentan, como la alimentación, el alquiler o el pago de suministros; y por otro, “destinada a cubrir necesidades personas para la promoción de las personas”, subraya este responsable.

El fondo, desde que se activa en julio de 2020, “nuestros gastos de apoyo a las familias en la primera línea de necesidades básicas han sido de 349.432 euros, prácticamente el 70% del fondo ya gastado”. Rodríguez confirma que el primer ingreso del fondo diocesano ya está gastado, “y justificado en esa atención”. En Cáritas diocesana subrayan que las necesidades básicas en las familias han aumentado en todo este tiempo, “de una forma alarmante”.

En cuanto a los datos, la diferencia que hay de gasto de Cáritas para cubrir necesidades básicas desde que comenzó la pandemia hasta finales de septiembre, ha sido de 884.611 euros, que supone un 90% más que lo que fue en ese periodo de 2019. La explicación es clara, como señala el secretario general, “las familias no tenían un espacio de referencia para poder acudir a la atención a las necesidades básicas, y Cáritas hace un esfuerzo grande de apoyar económicamente de apoyar a las familias”.

Una situación de “agravamiento”

Esta organización diocesana cree que la situación actual es de “agravamiento”, y que seguirán necesitando de la colaboración e incrementar el fondo solidario, “porque el gesto que inicia la diócesis tiene que darse continuidad desde otras entidades o personas que quieran”. Asimismo, esta entidad recuerda que, durante estos meses, incluidos los del confinamiento de la población, cumplieron con el lema que marcó su trayectoria, “La caridad no cierra”, y siguieron atendiendo a las personas vía telefónica, tanto en el servicio de acogida como en sus diferentes centros, algunos de ellos que permanecieron abiertos.

Carmen Calzada, directora de Cáritas diocesana.

Por su parte, la directora de Cáritas diocesana de Salamanca, Carmen Calzada, considera que este fondo ha sido doblemente importante, “primero por lo que supone de ánimo y esperanza de que la institución a la que pertenece haya hecho este apoyo”. En este sentido, valora la presencia de diócesis, “ante la realidad de sufrimiento y de dolor que está pasando la sociedad en general, y la salmantina en particular”. Para esta responsable, se trata de un gesto de “fraternidad” muy importante.

El fondo social diocesano quedó abierto a que se pudieran sumarse con nuevas contribuciones de instituciones o de particulares, que hasta el día de hoy ha obtenido una respuesta cifrada en 8.523 euros. “Hacemos una llamada, pero nos parece que no es que esté parado, es que la realidad es muy dura para todos”, admite Calzada. La directora de Cáritas diocesana reconoce que su organización se ha tenido que reinventar, “pero no solo por el covid, sino porque tenemos que estar atentos al contexto, porque el mundo de la pobreza y la exclusión son rostros humanos”.

La puerta de entrada de la organización

La responsable del servicio de Acogida de Cáritas es Oliva Martín, quien detalla que en este momento, “una de las cosas que más observamos es la cantidad de familias nuevas que acudieron al recurso y no habían sido jamás usuarias de servicios sociales”. Como ella misma admite, “la situación sanitaria dio lugar a unas consecuencias económicas que todos conocemos, principalmente de ERTES, aunque también algunas de despidos, y eso hizo que algunas familias que vivían bien, pero al día, se encontrasen sin un colchón de ahorro suficiente para todos los meses que ha acontecido esta situación”.

Esta responsable señala que algunas pudieron subsistir los primeros meses, “otras tiraron de familiares que pudieron ayudarlas, pero llegó un momento que tuvieron que acudir a Cáritas”. Asimismo, aclara que las familias que acudían de forma puntual a la organización, “han venido desgraciadamente manteniéndose en el tiempo y necesitando varias ayudas”.

A lo largo de este año en torno a 2.000 familias han acudido a Cáritas, y el número de ayudas, según reitera, “es mucho más elevado porque hay familias que han necesitado más de una ayuda y en diferentes conceptos”. Oliva Martín asegura que la mayoría del presupuesto se va en vivienda, “pero es verdad que hemos aumentado también las ayudas de alimentación y suministros“. Por último, esta técnico de la organizción diocesana relata que detrás de cada cifra, “están las situaciones de cada persona y de cada familia, que son rostros de mucho sufrimiento”.

Una nueva forma de trabajar

Una de las trabajadoras sociales de Cáritas en el servicio de acogida es Virginia Fernández, quien confirma que con la llegada de la pandemia se vieron obligadas a cambiar su forma trabajar, “de una labor presencial, a telefónica, de estar con la gente cada una desde nuestras casas”. Para todo el equipo ha sido un aprendizaje, “y aunque desde la distancia, siempre con cercanía”, con un volumen alto de atención de llamadas telefónicas. Las personas agradecían la atención y la escucha, “ya no solo por el tema económico, sino también por esa situación de incertidumbre y de miedo a la enfermedad y la soledad”.

Esta técnico de Cáritas argumenta las nuevas realidades surgidas a raíz del confinamiento y la pandemia, como por ejemplo, las personas que habían solicitado protección internacional, “que quedaron paradas y ahora se han resuelto y nos encontramos con un volumen grande de familias que han tenido la denegación de la solicitud y que se quedan en España en una situación administrativa irregular”. Esto quiere decir que no pueden acceder ni a un recurso económico, ni a un empleo, ni a determinadas acciones formativas.

El rostro de los usuarios

Khadija Farass ha requerido la yuda de Cáritas en este tiempo de pandemia.

Khadija Farass ha sido una de las personas atendidas por Cáritas en este tiempo de pandemia. En su caso, madre de tres hijas, de una familia monoparental, tras superarse de su marido. Esta joven, natural de Marruecos, de 33 años, pidió ayuda a esta organización diocesana tras sufrir un ERTE en el trabajo de hostelería que tenía, “la nómina estaba baja, de unos 400 euros, y me daban el 70%, y ese ingreso con tres niños era muy difícil afrontar los gastos”.

Ella conoce a Cáritas desde hace tiempo, ya que, tras llegar a Salamanca, hace ya siete años, se formó y consiguió un trabajo en La Encina. En pleno confinamiento, Khadija Farass fue a pedir ayuda a su parroquia de referencia, “pedí ayuda sobre todo de alquiler, que es donde más se gasta el dinero, y llevamos así desde marzo y hasta junio”. Para ella y su familia han sido unos meses complicados, “cobraba 300 y pico al mes, y era muy poco para sacar adelante a tres niños, y Cáritas me ha ayudado muchísimo”. Esta joven también valora el apoyo “emocional”, más allá del económico.

¿Te gustó este artículo? Compártelo
VOLVER
Actualidad Diocesana

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies