20/01/2021
Desde Cáritas diocesana de Salamanca recuerdan que los voluntarios del proyecto Molokai tienen la experiencia de varios años, “el frío en Salamanca no es novedad en estas fechas, y cada noche acuden a su cita para recorrer las calles de la ciudad en busca de aquellos que necesiten café, calor, conversación, escucha…”.
Con motivo de la borrasca intensificaron esas salidas, en coordinación con otras entidades y con el Ayuntamiento para intentar no dejar a nadie fuera. “Después de cuatro años respondiendo a las situaciones de mayor frío, «rastreando la ciudad» para atender a los que lo necesitan, los jóvenes se han encontrado las noches de este fin de semana con doce personas en la calle. No imponemos a nadie que se mueva, lo importante es verles y preguntarles si necesitan algo, con libertad”, afirma Noemí García Carlos, coordinadora del proyecto Molokai y educadora en la casa de acogida Padre Damián de Cáritas Diocesana de Salamanca.
Se han habilitado espacios y recursos para que ninguna persona que no quiera tenga que pasar la noche a la intemperie, detallan, “porque las circunstancias sobrevenidas a raíz de la pandemia mundial provocada por la COVID19 nos han resituado en un nuevo mapa histórico, en el que emerge una sociedad mucho más frágil y vulnerable con una hoja de ruta más llena de incertidumbres que de certezas”, describen.
Como individuos y colectividad se ha vivido una experiencia de fragilidad compartida, “al sentirnos amenazados por la enfermedad, el miedo, el dolor y el sufrimiento causado por la muerte de nuestros seres queridos”. Los voluntarios que cada noche ofrecen su tiempo recuerdan que son personas que no han tenido tanta suerte como otros, solo necesitan ser escuchados sin prejuicios: “Saldremos como buscadores en la noche a acercarnos a los que tienen que hacer de la calle su hogar y del cielo su techo. Seremos buscadores de corazones que no han tenido tanta suerte como nosotros, y ahí poder ofrecerles aquello que también les toca tener, un cobijo, un café compartido, una escucha sencilla, un estar gratuito. Sin temores ni rechazos.” Porque como recordaban en la última campaña de personas sin hogar: “No tener casa mata. ¿Y tú qué dices? Di basta.”
Cáritas dispone de dos recursos complementarios en la atención a las personas sin hogar: el centro de acogida ‘Padre Damián’ y el centro ‘Espacio Abierto’, que a su vez confluyen en un trabajo en red con otros servicios de la entidad para tratar diferentes realidades. Padre Damián y Espacio Abierto son dos espacios físicos diferentes pero con los mismos objetivos: acompañar procesos de cambio y trabajar por la dignidad de las personas.
El proyecto Padre Damián ofrece una acogida digna a las personas. Desde el centro, más allá de la necesaria asistencia, se dan medios que potencian la inserción de las personas en la sociedad. Se realiza un acompañamiento para favorecer su promoción personal, social, cultural y laboral, y con ello, aumentar su autonomía personal.
Se lleva a cabo un trabajo en red con otros recursos de la institución, a través del área de inserción laboral: mediante cursos de formación, orientación, etc. Recursos de recuperación personal, como es el centro de día de atención a las drogodependencias o el centro de salud mental ‘Ranquines’ y, a su vez, ofrece una acogida a las personas privadas de libertad que salen de permiso del centro penitenciario de Topas.
Es un proyecto asistencial, educativo y motivacional dirigido a personas con alto grado de vulnerabilidad social y en situación de pobreza y exclusión social. Funciona como Centro de Día y se caracteriza por ser un recurso de “baja exigencia” o “alta flexibilidad” pensado para aquellas personas que, por diversos motivos, les resulta difícil responder y adaptarse a los requerimientos que plantean programas y procesos más complejos y estructurados.
Su propósito principal es proveer, a quienes así lo demandan, de medios que satisfagan sus necesidades básicas no cubiertas y favorecer el cambio positivo en sus vidas. A través de una intervención educativa y motivacional, incluyendo la orientación y la derivación a recursos más especializados, se pretende promover el inicio de procesos de mejora personal.
Dentro de este proyecto está el grupo de voluntarios ‘Pándano’, que sale desde hace seis años por las noches para acompañar, escuchar, dar café y calor a las personas que se encuentran en la calle.