31/05/2019
El jueves, 6 de junio, se celebrará la memoria litúrgica de la santa salmantina Bonifacia Rodríguez de Castro (Salamanca, 6 de junio de 1837 – Zamora, 8 de agosto de 1905). Ese día, la capilla del Colegio Sagrada Familia de las Siervas de San José, en la calle Marquesa de Almarza, abrirá sus puertas para acoger la celebración de la fiesta de su fundadora, precisamente en el lugar que alberga su sepulcro. La eucaristía dará comienzo a las 19.30 horas, y será presidida por el sacerdote Domingo Martín Vicente, delegado diocesano para el Clero, y a ella están invitados a participar todos los salmantinos para dar gracias a Dios por el coraje que tuvo Santa Bonifacia para vivir según el Evangelio buscando la santidad hasta las últimas consecuencias.
La Catedral Vieja de Salamanca fue testigo del Bautismo y la Confirmación de Bonifacia Rodríguez de Castro, la primera salmantina en ser canonizada, y allí se celebró por primera vez, hace ya siete años, su fiesta un 6 de julio de 2012. En los años sucesivos pasaría a celebrarse en la capilla del Colegio de las Siervas de San José, donde descansan sus restos mortales frente a los de Isabel Méndez Herrero, otra Sierva de San José también salmantina, natural de Castellanos de Moriscos de quien el Papa Francisco ha aprobado el reconocimiento de sus “virtudes heroicas”, primer paso hacia su santidad. La fiesta de Santa Bonifacia va teniendo cada vez más arraigo popular en la ciudad de Salamanca y cada año congrega a numerosos fieles, entre los que se encuentran sus familiares, descendientes de la Familia Picón de Castro, quienes en 2017 descubrieron una placa homenaje a la Santa por su dedicación a los más necesitados.
Bonifacia fundó en Salamanca la congregación de las Siervas de San José juntamente con el jesuita P. Francisco Javier Butiñá, un 10 de enero de 1874. La referencia para ella fue Jesús viviendo en Nazaret. Hija de artesanos, hizo de su vida un servicio callado y de su casa un taller donde se compartía la vida, la oración y el trabajo. Su proyecto congregacional estuvo orientado a la prevención de la mujer trabajadora, en sus “talleres de Nazaret” donde ofrecían trabajo a las mujeres pobres. Un proyecto que rompió los moldes tradicionales de la vida religiosa, al hermanar oración y trabajo proclamando la Buena Noticia. Como todo profeta fue incomprendida, marginada y olvidada. Y su respuesta fue el silencio, la humildad y el perdón. Muere en Zamora, el 8 de agosto de 1905, en el anonimato.
La Iglesia de Jesucristo, a la que tanto amó reconoció la santidad de su vida con su canonización, el 23 de octubre de 2011, y la validez del camino evangélico que transitó para todo cristiano. Hoy su obra y su memoria está presente a través de sus Hijas, las Siervas de San José, en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Filipinas, Italia, Papúa Nueva Guinea, Perú, República Democrática del Congo, Vietnam y España.