06/12/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El germen del Camino Neocatecumenal en Salamanca surgió de la escucha de unas lecturas sobre las catequesis de las primeras comunidades. A ella asistían, entre otros, Javier Juárez y Carmen Alcalde (Mari), el matrimonio que inició la primera comunidad de la iglesia de San Martín en 1973. No hubiese sido posible sin el apoyo del párroco, Andrés Fuentes, que tras su puesta en marcha pensó que era una forma de acercar a Jesucristo a sus fieles.
“Estuvimos leyendo las catequesis y eran tan emocionantes, tan interesantes y tan sorprendentes que enseguida fuimos a ver a Andrés para contarle, y decirle que tenía que pedirlo”, subrayaba Javier Juárez. Y tras una solicitud por carta, en enero de 1973, recibieron la visita de unos catequistas que les detallaron los pasos del Camino, y finalmente, en octubre de ese mismo año, comenzaron las catequesis.
La convocatoria se hizo en lo que se denomina “avisos”, que tienen lugar en las diferentes eucaristías, “que era una invitación abierta a todo el que escuchaba y a todo el que quería venir”, señala Juárez. Y algo muy similar sucedió en Cristo Rey, a través de otro matrimonio que también acudió a esas lecturas iniciales del Camino. En ese caso, el párroco era Valeriano González, quien también quiso acoger en su iglesia este novedoso itinerario de iniciación cristiana dirigido a personas adultas, a partir de 13 o 14 años.
En la primera catequesis de San Martín, como recuerda Javier, la sala del “palomar” se quedó pequeña y tuvieron que impartirla en el templo, “acudió mucha gente por curiosidad, interés, por lo que fuera…”. Esa primera comunidad fue de 40 hermanos, y en Cristo Rey, un total de 63 personas.
Las catequesis se ofrecían durante dos meses, dos días por semana, como aclara Juárez, “con una celebración penitencial durante la misma, y una convivencia de viernes a domingo como final de este proceso”. Y era en ese momento cuando decidían si se sumaban o no al Camino, y con los que decían que sí, se formaba la comunidad, de un mínimo de 30 a 40 personas.
En la actualidad, en San Martín hay cinco comunidades, habiéndose fusionado algunas que gradualmente reducían su volumen. A lo largo de estos 50 años, llegaron a existir hasta un total de ocho comunidades. Por otro lado, en Cristo Rey, también se alcanzó la cifra de siete, y en la actualidad solo quedan cuatro.
Durante los primeros años del inicio del Camino Neocatecumenal en Salamanca también abrieron sus puertas otras parroquias, donde todavía se mantienen, como Sancti Spiritus y San Juan Bautista, o en otras que finalmente desaparecieron, como es el caso de San Marcos, el Milagro de San José o Santa Teresa, entre otras.
También surgieron comunidades del Camino en la provincia, y algunas de ellas aún perduran, como en Peñaranda de Bracamonte y en Béjar, esta última de la Diócesis de Plasencia. Lo ideal era que en cada catequización se creara una comunidad nueva, “siempre que sea un número adecuado, que en los primeros años si se producía”, apunta Javier
Cada comunidad participa en dos celebraciones cada semana, una centrada en la Palabra y otra la eucaristía. Juárez destaca que “uno de los grandes descubrimientos del Camino Neocatecumenal es la pequeña comunidad, donde nos conocemos, nos queremos, nos cuidamos…”. En cada una de estas celebraciones tiene que haber un presbítero, un salmista, un acólito y un ostiario, que ayuda a preparar la sala, entre otras tareas.
Javier Juárez asegura que el Camino va abriendo “situaciones espirituales, religiosas, de relación con la Iglesia, con Jesucristo, con Dios Padre y con la Virgen María, y cada una de ellas es un impacto”. Porque como apunta, “el Camino está jalonado de pasos”, y siempre con la mirada puesta en el bautismo, “que es de donde sale todo lo demás”. Asimismo, resalta que tu vida, “está en la Biblia, tu historia es el Éxodo, o eres el cojo de Jericó, según el día”.
La mujer de Javier, Carmen Alcalde (Mari), fue la primera salmista de la primera comunidad de San Martín, y desde hace 50 años, todo lo vivido allí lo ha hecho junto a su esposo y sus seis hijos, ahora ya con 19 nietos. “Todo lo que él ha vivido, lo hemos vivido juntos, nunca hemos estado separados, y yo siempre le pedía a la Virgen que me diera un hombre que me quisiera”, relata.
José Carlos Rodríguez y Paula Diego pertenecen a la primera comunidad de Cristo Rey, que nació a la par que San Martín, en 1973. Con siete hijos y a la espera de su decimocuarto nieto, este matrimonio se conoció y se casó en el Camino Neocatecumenal. En los inicios en este templo del barrio Vidal, su párroco, Valeriano González, ya señalaba en el libro de registro de la parroquia que el Camino sería “muy fructífero para la Iglesia”.
La primera convivencia de la primera comunidad fue junto a la de San Martín, como evoca José Carlos, y de forma oficial, nació un 9 de diciembre de 1973. Sus primeros pasos fueron con 63 personas y tres presbíteros. “El Camino lo hemos hecho las dos parroquias al unísono, todas las convivencias de los distintos pasos se hicieron conjuntamente, y en el primer escrutinio fuimos a Villagarcía de Campos”, indica Rodríguez. Por aquel entonces tenían los mismos catequistas, “y la evolución ha sido la misma”.
En su caso, él ve la Iglesia en su comunidad, “y eso me hace amar a la Iglesia y a los hermanos de la parroquia”. José Carlos detalla cómo tuvieron el acompañamiento durante años del arzobispo emérito de Valladolid, Ricardo Blázquez, hasta que fue nombrado obispo auxiliar de Santiago de Compostela. Y considera que en estos años, “he aprendido a vivir a través del Camino y de sus pasos, a vivir sin estar anclado, y a saber que los bienes que necesito mes los da el Señor”. Y José Carlos, no concibe la vida “sin poder vivir del Señor”.
Este hermano de la 1ª comunidad de Cristo Rey también apunta a las vocaciones surgidas en el Camino, de sacerdotes o religiosos, así como de familias en misión, “que también surgen en nuestras comunidades”. Actualmente, cuentan con una familia en Viena, pero han tenido presencia en diferentes partes del mundo. También destaca “la cantidad de matrimonios jóvenes que han ido surgiendo en el Camino”.
La mujer de José Carlos, Paula Diego, conoció el Camino en su pueblo natal de Zamora, donde llegaron catequistas itinerantes. “Yo tenía unos 14-15 años, pero el anuncio que hicieron en la iglesia a mí me llamó la atención. Me prometieron que Dios me amaba tal y como era, que era una cosa que yo no veía”. Y en la actualidad, da gracias a Dios “por el Camino, por toda la historia que ha hecho conmigo y con nosotros”.
El próximo domingo, 10 de diciembre, las comunidades del Camino Neocatecumenal de Salamanca celebrarán una eucaristía de acción de gracias por sus 50 años de vida, que presidirá el obispo, Mons. José Luis Retana, a las 18:00 horas, en la Catedral Nueva.
Los iniciadores del Camino Neocatecumenal en España fueron Kiko Argüello y Carmen Hernández, en el año 1964, cuando ambos vivían su fe junto a los más pobres, en la zona de Palomeras Altas, en Madrid. La primera comunidad se formó entre los más humildes. Se trata de un camino de iniciación cristiana donde redescubren el bautismo y a su vez, evangelizan al hombre de hoy.
Para llegar a una parroquia tienen que tener el visto bueno del obispo, aunque ya tenga el beneplácito de la Iglesia universal, cuyos estatutos fueron aprobados por Benedicto XVI en 2002.
En ese documento se detalla el itinerario neocatecumenal, que comienza con el precatecumenado postbautismal, denominado “kenosis” para aprender a caminar “en la humildad“. Y a su vez tiene diferentes etapas, desde las catequesis iniciales al primer escrutinio de paso al catecumenado postbautismal, y que dura unos dos años. La Palabra de Dios, la eucaristía y la comunidad ayudan a los neocatecúmenos. Además, celebran un segundo escrutinio.
En la fase de catecumenado postbautismal, adquieren la que denominan “simplicidad“, y viven varios momentos clave, como la entrega del libro de la Liturgia de las Horas, y desde entonces, comienzan el día con la oración individual de los Laudes y del Oficio de las Lecturas. Además, son iniciados en la práctica de la “lectio divina” o “scrutatio scripture“.
Otro paso es cuando la Iglesia les entrega el Credo “Traditio Symboli“, y les envía a predicarlo, de dos en dos, por las casas de la parroquia. Y después, lo restituyen a la Iglesia “Redditio Symboli”, proclamando el Credo ante los fieles durante la Cuaresma. Y en una segunda iniciación de los neocatecúmenos, se les entrega el Padrenuestro, pero antes tienen que hacer una peregrinación a un santuario mariano, el de Loreto, y profesar su fe en la tumba de san Pedro, en el Vaticano.
La tercera fase del Camino es el redescubrimiento de la elección, donde se les enseña a caminar “en la alabanza”. Y finalmente, renuevan las promesas bautismales en la vigilia pascual, presidida por el obispo, donde visten las túnicas blancas en recuerdo del bautismo. Y en la cincuentena pascual, hacen una peregrinación a Tierra Santa como signo de las bodas con el Señor.
Por último, destacar que el Camino tiene una serie de concesiones dadas por la Santa Sede en la liturgia, entre ellas, la comunión bajo dos especies, pan (pan ácimo) y vino. O el “eco de la Palabra”, antes de la homilía, así como el abrazo de la paz antes del ofertorio. Por otra parte, celebran la vigilia pascual durante toda la noche, desde las once de la noche hasta las cinco y media de la madrugada.