ACTUALIDAD DIOCESANA

La ONG Carmelita celebra el Día de la Tierra con una liturgia e invita a orar a cada uno desde sus hogares y hacer algún gesto simbólico en este día

Hace 50 años la Asamblea General de la ONU estableció el día 22 de abril, como el Día de la Tierra. Una jornada que se celebra en multitud de países  y que pone su foco de atención en los problemas y preocupaciones que afectan al medio ambiente. Este año sin duda la jornada viene marcada por la crisis sanitaria del coronavirus.

El Día de la Tierra “puso voz a la emergente toma de conciencia de la ciudadanía sobre el estado de salud del planeta”, señalan desde la ONG Carmelita.

Lo que se pretende en este día es dar a conocer y reconocer el valor único que representa la tierra para la humanidad, pues ella es nuestra casa común (Laudato Si’ 1,1). “Un cambio en el comportamiento humano que lleve a adoptar nuevas políticas tanto globales, nacionales y locales que tengan en cuenta el cuidado de la casa común, de la tierra”, como indica Fr. Eduardo Agosta,  carmelita calzado del Convento de San Andrés de Salamanca, en un vídeo que han difundido en la web de la ONG Carmelita.

Desde esta oenegé invitan a celebrar este Día de la Tierra uniéndonos a la liturgia eucarística. Para ello ha difundido un vídeo con el mensaje de la homilía en la misa presidida por el P. Hariawan Adji, O. Carm., desde la Gruta de Lourdes en la Casa de la Misericordia en Malang, Indonesia.

También invitan a que “desde casa hagáis una acción celebrativa mediante un gesto litúrgico, o una oración o un símbolo y lo compartáis en vuestras redes sociales”, así como al correo electrónico ong.carmelita@zohomail.eu

• «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba» San Francisco de Asís.
• “… Nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos…
  Esta hermana clama por el daño que le provocamos…
  La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.
  Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22).
  Olvidamos que nosotros mismos somos tierra” (cf. Gn 2,7). Papa Francisco, Laudato Si’ 1-2